(publicado en la Carta Semanal 473 – Incluye el calendario de actos de la coalición “Por la República, por la ruptura con la Unión Europea”, en la que el POSI participa.
El diario francés Le Figaro del 11 de mayo explicaba cómo “En España la confianza en la Unión Europea ha pasado de 42 por ciento positivo -es decir, de diferencia entre quienes consideraban a la UE algo positivo y quienes la consideraban algo negativo- en 2007 a un 50 por ciento negativo en 2013”. Una caída de la “popularidad” de la UE sin parangón en ningún país del Unión. Y sin embargo, seguía Le Figaro, “no se encuentra ninguna traza de euroescepticismo en los programas electorales”. El periódico francés citaba entonces al comentarista político, asiduo de las columnas de El País, José Ignacio Torreblanca, que había explicado que “tenemos en España una oferta europeísta sobrerrepresentada”. En ese artículo que cita Le Figaro, Torreblanca añadía que “en España no hay partidos de izquierda ni de derecha que quieran menos Europa”. Como recordaba el diario El País, sólo hay una candidatura de las 39 que se presentan que defienda la ruptura con esa “Europa”: la que han levantado los militantes del POSI, junto con ISI y otras fuerzas políticas.
Y es que aunque la gente común sabe que algo huele a podrido en esa “Europa”, la totalidad de partidos instalados en el régimen, incluidos los partidos que hablan en nombre de los trabajadores, y con ellos las “nuevas formaciones” aparecidas para las elecciones europeas, no ceja en sus intentos de embellecer a la Unión Europea –aunque sea engañando directamente a los electores, como vimos en la última Carta Semanal– o de intentar transformar el rechazo a la UE en un deseo de “reforma” o de “democratización” de la Unión.
Salvar a la UE de la cólera e indignación de las masas contra ella y sus ajustes , como se esfuerzan en hacer todos los partidos, desde la derecha a la extrema izquierda, para salvar al euro y la UE, tiene una consecuencia inmediata y grave sobre la vida de las masas trabajadoras. Recordemos que según la UE los ajustes deben continuar dos años más y sumar 20.000 millones más de recortes sólo el año próximo.
Embellecimiento y ocultación de los hechos
Recientemente se ha puesto en circulación un Manifiesto de Sindicalistas en apoyo a la candidatura de Izquierda Unida. Entresacamos -como ejemplo de lo que dicen, no sólo IU, sino el conjunto de formaciones de la “izquierda”, desde el PSOE a PODEMOS- algunas frases del mismo para ilustrar la cuestión: “Las políticas neoliberales impuestas por los sectores más conservadores de la Unión Europea solo han traído a nuestro país, más pobreza, más desigualdad social, más discriminación y más desempleo, con el único objetivo de aumentar los beneficios empresariales y de la banca (…) Las políticas neoliberales no tienen por qué ser un principio inmutable de la Unión Europea, ya que son los Partidos y los poderes conservadores los que las están imponiendo (…) estas políticas no son las únicas posibles” ¿Es que acaso quienes han escrito eso no saben que cuando se firmó el Tratado de Maastricht trece de los entonces quince países de la UE estaban gobernados por la “izquierda”? El manifiesto termina con una frase clave que lo explica todo: “ El Parlamento Europeo es un instrumento para comenzar con estos cambios…”, cuando ese Parlamento carece de cualquier capacidad de decidir dentro de la UE, donde deciden el Consejo Europeo de jefes de gobierno, la Comisión Europea y el Banco Central (e incluso el FMI, que no es ningún organismo de la UE), y deciden no lo que quieren (o quisieran), sino ajustándose estrictamente al marco fijado por el Tratado de la Unión, que instaura la regla suprema de la “competencia” y el recorte de déficit y deuda. Lo que somete el conjunto de instituciones de la UE a las instituciones internacionales del capital, en particular al FMI y el gobierno norteamericano, que en los años de la “crisis” se han acostumbrado a dirigir interviniendo directamente en las instancias de la UE y en cada país miembro, en particular mediante la Troika. Es decir, que aquí deciden todos, menos el falso parlamento. Pero, claro, en realidad, más que pedir el voto a la candidatura de IU, lo que busca el manifiesto es enganchar a la gente a la idea de que dentro de la UE es posible otra política, y, por tanto, no hay que romper con la UE. Lo que supone que, al no romper, todo gobierno ha de aplicar las directivas, los tratados, los recortes, en suma, aunque sea, como dice el vicepresidente de Andalucía y dirigente de IU, “por imperativo legal”.
Otra gran mistificación: la idea que nos repiten unos y otros de que estas elecciones europeas deciden, porque el presidente de la comisión europea será el cabeza de la lista más votada. Pero eso no es cierto. En realidad, Según el Tratado de Lisboa (continuidad de Maastricht), son los jefes de Estado y primeros ministros quienes eligen al presidente de la Comisión y para ello “tienen en cuenta el resultado del voto en las elecciones al Parlamento europeo”. Pero no tienen ninguna obligación jurídica de respetar la mayoría. A tal efecto, el 27 de mayo, dos días después de las votaciones del “parlamento” tendrá lugar una reunión de jefes de estado y primeros ministros de la UE, para debatir sobre la elección del presidente de la Comisión Europea. Pero esta elección tardara unas semanas, y la prensa debate abiertamente (ha habido esta semana artículos al respecto en ABC y El País) sobre las reticencias de muchos gobiernos para designar a alguno de los cabezas de las dos listas principales, Jean-Claude Juncker y Martin Schulz.
¿Por qué de manera general las direcciones de las organizaciones se lanzan a embellecer a la UE y someter a los trabajadores y pueblos a sus terribles exigencias? La respuesta es un proceso histórico que no vamos a abordar aquí pero que cabe resumir diciendo que han interiorizado la falsedad de que el capitalismo es el horizonte insuperable. Planteamiento contrario a la convicción con la que se crearon las organizaciones obreras, que era la necesidad y la posibilidad de luchar por emancipación de la clase trabajadora, es decir, combatir la explotación capitalista y acabar con ella.
Una “gran coalición” contra los pueblos
Se ha anunciado que el candidato socialista, Martin Schulz, dará su mitin final en España. En ese mitin final de campaña también participará Felipe González. Un socialdemócrata de Alemania, donde se gobierna en “gran coalición” del SPD y la derecha de la Sra. Merkel, junto con el defensor de la “gran coalición” del PSOE con el PP. ¿Qué venden los dos?: un gobierno de coalición, constituido en particular contra el pueblo catalán. Consenso al cual se suma Juncker el candidato del PPE.
La propuesta de Felipe González ha causado tan gran indignación en las filas del Partido Socialista que González ha aceptado que había sido inoportuno, sin cambiar su posición. Y es que esa propuesta no sólo hunde electoralmente al Partido Socialista, sino que liquida su papel, lo hace irrelevante.
Esta política de “Gran coalición” se corresponde con lo que hacen, desde fuera, los dirigentes sindicales, por medio de la tregua otorgada al gobierno Rajoy, de los sindicatos, y que explica la posición de Susana Díaz (que gobierna en Andalucía gracias al apoyo de IU), presionando a Rubalcaba para que apoye a Rajoy contra el derecho a decidir, el esperpento de Extremadura, con IU salvándole, una vez más, el culo al gobierno del PP.
Ir más allá, un gobierno de coalición, sería una potente máquina de guerra contra los sindicatos, a los que trataría de quitar toda independencia. Esa es la misión del Partido Socialdemócrata en el actual gobierno de Merkel: someter la confederación DGB al nuevo ajuste que ese gobierno quiere imponer a la clase obrera alemana, que quiere acabar con diez años de contrarreformas. Mucho más grave sería tener a Toxo y Méndez de ministros en la sombra de un gobierno PP-PSOE.
A la clase obrera y a sus organizaciones les va la vida en organizar la lucha para impedir esa coalición. De ahí la importancia de continuar con la batalla por agrupar fuerzas, incluyendo organizaciones en un frente por la ruptura con la Unión Europea, en la defensa del derecho de autodeterminación, base de la fraternidad entre los pueblos.