(Publicado en la Carta Semanal 684 – ver en catalán)
Su Majestad está de visita en los EE.UU. Lo que, en primer lugar, pone de manifiesto que la Casa Real tiene el don de la oportunidad, puesto que la visita del borbón ha coincidido con la enorme crisis política que sacude a la administración Trump después de la decisión de “enjaular” a miles de niños separados de sus padres “emigrantes irregulares”, una decisión que ha cosechado rechazo y críticas de todos los colores, incluyendo los de muchos “aliados” (entre los que no estaban ni Felipe VI ni el gobierno español, que han preferido “mirar para otro lado” para no irritar al anfitrión Trump).
Finalmente el presidente de los EE.UU. ha tenido que dar marcha atrás en esta medida ante la difusión de imágenes de esos niños llorando angustiados en los campos (“albergues temporales”, en la jerga del gobierno Trump). El horror de estas medidas, paralelas a las que toman los muy democráticos gobiernos europeos, empezando por los nuestros en las cárceles que llaman CIE, expresa de forma quizás más descarnada que en otras ocasiones el carácter brutal de la política del gran capital financiero y de los gobiernos que actúan a sus órdenes. La visita de Felipe VI muestra que el régimen monárquico se asocia a esta barbarie.
Todo ello en contra de la voluntad de la inmensa mayoría. El movimiento obrero español aspira a que el nuevo gobierno no se acomode a esta orientación del monarca al propugnar con el proTrump gobierno francés la creación de campos de concentración para los refugiados.
Mientras el rey se sentaba con él (y relegaba a Doña Letizia a tomar el té con la señora Trump, una decisión que según los medios ha despertado la indignación de la reina), Donald Trump sigue adelante con su política de intentar modificar el “orden mundial” surgido de la Segunda Guerra Mundial, porque considera que este orden y sus instituciones (el FMI, la ONU, la UE, el Banco Mundial, la OMC…), ya no sirven –o no bastan– para defender sus intereses o sea los del capital financiero y las multinacionales USA.
Para un sector importante de éste, ninguna regla, ningún tratado debe continuar en pie, y, por supuesto, incluidos los que pudieran proteger un mínimo de derechos humanos.
Una Monarquía súbdita de los EE.UU
La monarquía española, como su predecesora, la dictadura franquista, desde 1953, se ha asociado al imperialismo USA desde el mismo momento de su “restauración” en la figura del heredero designado por el dictador Franco. Incluso en el montaje de la llamada “transición”, Juan Carlos I, tras su viaje a los EE.UU., y bajo el “consejo” de la Administración norteamericana, se vio obligado a actuar, ante la potencia del movimiento de masas, y tuvo que ceder en la concesión de derechos y libertades incompatibles a la larga con la corona y la herencia franquista, como comprobamos ahora.
Pero este régimen está en crisis. No es por casualidad que el CIS haya dejado de publicar ninguna encuesta sobre la apreciación que los ciudadanos de este país, que los trabajadores y los pueblos tienen de la monarquía.
Cada vez son menos los que se atreven a defender que el papel de la Monarquía es meramente decorativo. Precisamente, la crisis catalana ha demostrado lo contrario, con la salida a la palestra del Borbón en su discurso del 3 de octubre de 2017, en el que, tras el referéndum del día 1 de octubre, se dirigía al aparato de Estado con una consigna clara respecto de los que defienden el derecho a decidir o la independencia: ¡A por ellos! En otro terreno, el alineamiento militar detrás de los USA y sus aventuras, a través de la OTAN y de la cesión de bases militares, viene a expresar el mismo mensaje.
El hecho inédito de que un partido con menos del cuarto de los diputados sea el que ha acabado formando gobierno es precisamente expresión de esta crisis.
Como lo es el hecho de que el partido que más fielmente representa a las instituciones heredadas del franquismo se encuentre en una grave crisis, cercado por un escándalo de corrupción tras otro, y con el espectáculo de que Núñez Feijoo, el candidato “tapado”, haya dado la espantada y de encontrarse con nada menos que siete candidatos a la presidencia del partido. EL PP se cae hecho pedazos, y los juicios por corrupción siguen y van a seguir, cada uno clavando un nuevo clavo en el ataúd. Pocos creen que Ciudadanos esté actualmente en condiciones de substituirlo (pasando, además, por la aventura de unas elecciones anticipadas), por lo que quedan pocas oportunidades para salvar el régimen. Por eso el PSOE se ve obligado a gobernar, administrando los mismos Presupuestos del Estado que pocos días antes había criticado y rechazado, y viéndose obligado a aplazar todas las grandes promesas (reforma laboral, financiación autonómica, etc.). El gobierno Sánchez tiene que tener cuenta que las masas están a la expectativa y por tanto prometer e incluso realizar gestos y pequeñas medidas, pero seamos claros: su línea política se basa en una premisa: salvar a la Monarquía para proteger los intereses del capital financiero, la gran banca, las multinacionales.
Actualidad de la lucha por la República
La lucha por la República no es una fórmula genérica. Ni siquiera se trata de que, como dijo Lenin, la república democrática sea la “mejor forma del Estado para el proletariado en régimen capitalista”. En el Estado español, el combate por la República entronca más que nunca con la defensa o reconquista de todos los derechos sociales -empezando por las pensiones- al tiempo que permite abrir la vía a la soberanía de los pueblos, cerrada bajo la Monarquía de 1978. Luchar por la República hoy es defender los derechos sociales y los servicios públicos, conquistar las libertades plenas, tanto para los trabajadores como para los pueblos, y acabar con las amistades peligrosas del rey y su corte.
En los años 30 la ruptura con la monarquía de los partidos y organizaciones de la clase precipitó la caída de la institución monárquica, que había dejado su suerte estrechamente vinculada a la dictadura de Primo de Rivera. Es evidente que la historia no se repite en la forma. El 26 de agosto del 2017 en Barcelona en la manifestación que siguió a los atentados de los islamistas, la multitud rechazó abiertamente la presencia de Felipe VI, a quien asoció con el monarca saudí y con la venta de armas a ese país árabe, la visita a la Casa Blanca lo asocia a la brutal e indigna política de Trump.
En la mitología griega, uno de los trabajos de Hércules consistió en limpiar los “establos de Augías”. Avanzar hacia la República supone limpiar la porquería de corrupción, destrucción de derechos, y alianza con la peor morralla que supone el régimen monárquico regulado en la Constitución de 1978.
El hundimiento del PP y de Rajoy es, qué duda cabe, una victoria para los trabajadores y los pueblos. Por ello las condiciones están reunidas para agrupar fuerzas, particularmente en el movimiento obrero y las organizaciones en la lucha por la República.