Los Apuntes que siguen se elaboraron como uno de los elementos preparatorios para el Secretariado internacional celebrado el 24 de junio. Una nueva sesión del SI está preparando para fines del mes de agosto, cuya tarea será discutir de la estrategia de la construcción de la Internacional y de sus secciones en este giro de la situación mundial. La Carta de la IV Internacional publicará en los dos próximos números las resoluciones políticas aprobadas por el 31° encuentro nacional de la Corriente O TRABALHO del PT (sección brasileña de la IV Internacional) y por el 50 Congreso de la Corriente comunista internacionalista del POI (sección francesa de la IV Internacional).
El discurso de Obama del 28 de mayo de 2014 es a la vez un compendio del modo como el imperialismo US toma sus disposiciones en la situación mundial y de la crisis en la que se encuentra. Al dirigirse a los cuadros del ejército norteamericano, en la academia de West Point, Barack Obama ha declarado: “Pocas veces América se vio tan fuerte con relación al resto del mundo”. Pero, añade él, esto “no significa que cualquier problema tenga una solución militar. Desde la Segunda Guerra mundial, algunos de nuestros errores más costosos vinieron no de nuestra contención sino de nuestra disposición a lanzarnos en unas aventuras militares sin reflexionar sobre todas las consecuencias. (…) América siempre debe mostrar el camino a nivel internacional. Si nosotros no lo hacemos nadie lo hará. El ejército (…) es y será siempre la columna vertebral de este liderazgo. Pero una intervención militar americana no puede ser la única – ni siquiera la principal – componente de nuestro liderazgo en cualquier circunstancia.” La conclusión que machaca sobre todos los temas en su discurso : ” Necesitamos tener socios con nosotros“. Hace más de un año, el VIII Congreso mundial de la IV Internacional había afirmado que la crisis del sistema fundado en la propiedad privada de los medios de producción, el imperialismo al que Lenin caracterizaba y con razón como la fase de la podredumbre, la “reacción en toda la línea”, se pone de manifiesto hoy con una profunda crisis de la dominación imperialista en particular del imperialismo US. Es lo que Obama está obligado a reconocer.
Un hecho, uno solo aclara lo profundo de esta crisis: el 28 de mayo en West Point, Obama con el aplauso de la flor y nata del ejército US afirmaba: “Hemos sacado a nuestras tropas de Irak. Poco a poco estamos poniendo término a la guerra en Afganistán. El liderazgo de Al-Qaeda, en la región fronteriza entre Pakistán y Afganistán, ha sido destruido y Osama Bin Laden ya no existe.” Algunos días más tarde, grupos yihadistas – con amplia financiación de las monarquías reaccionarias del Golfo, oficialmente “aliadas” de EEUU – tomaban el control de parte de Irak siendo una amenaza para Bagdad. En realidad, Irak ya no existe, despedazado entre “zonas” kurdas, chiitas, sunitas, yihadistas. En 1991, en vísperas de la caída de la URSS, cuando Bush padre emprendió la primera guerra contra Irak, la IV Internacional escribía que no saldría ningún “nuevo orden mundial” anunciado por Bush sino la barbarie y la disgregación de las naciones. Hubo la guerra de 1991, luego el embargo asesino; hubo las mentiras en la tribuna de la ONU sobre las supuestas “armas de destrucción masiva” que justificaron la segunda guerra en 2003, luego más de diez años de ocupación. Veinticinco años de intervención del imperialismo US en Irak no han tenido otro resultado que la disgregación, el caos, la destrucción de Irak como nación.
Al movimiento de resistencia de los pueblos (revolución en Túnez, sublevación revolucionaria en Egipto) el imperialismo es incapaz de oponer otra cosa que el caos, y unos procesos que terminan yéndose de las manos, llevándolo hoy a evocar la posibilidad de alianzas aún ayer improbables, como es un acuerdo con Irak, cuando no una nueva intervención militar US directa. Ahora bien cuando el imperialismo US lleva 25 años interviniendo (directamente, indirectamente, solo o acompañado) en nombre del restablecimiento del “orden”, no ha habido “estabilización” alguna, al contrario: Yugoslavia, Somalia, Afganistán, Pakistán, Irak, Haití, Sudán, Libia, Siria, Malí, Centroáfrica, etc., y ahora Ucrania. La declaración del principal representante de la principal potencia imperialista mundial confirma plenamente la caracterización del VIII Congreso mundial de la IV Internacional que había puesto en el centro de sus labores la defensa de la soberanía amenazada de Argelia, partiendo de “las guerras que se multiplican y extienden en Afganistán, en Iraq, la ocupación militar que continúa en Haití, las amenazas de intervención militar imperialista que se ciernen sobre Irán y Siria, la injerencia del imperialismo norteamericano en Venezuela, todo ello en la estela de la intervención militar imperialista en Libia; pero también las potentes movilizaciones revolucionarias que, después de Túnez y Egipto, han marcado al continente europeo abriendo camino al resquebrajamiento generalizado de todas las instituciones, las imponentes huelgas y manifestaciones de Grecia, España, Portugal contra los planes destructivos de la Troika, y los obstáculos con los que chocan“.
Cuando Obama dice “”Pocas veces América se vio tan fuerte en relación al resto del mundo”, solo reconoce que el imperialismo US es hoy relativamente más fuerte que las demás potencias imperialistas pues estas están sumidas en una crisis aún más profunda (“ Si nosotros no lo hacemos, nadie lo hará”). Y a la vez reconoce que su propia crisis no le permite “solucionar” hasta el final por los medios militares más brutales, aun y cuando quisiera, el obstáculo de la resistencia de los pueblos y de la clase obrera, ni a nivel internacional ni en los mismos EEUU. Siendo el imperialismo más poderoso que conquistó su posición sobre las ruinas humeantes de Europa al salir de 1914-1918, el imperialismo norteamericano no por ello es un “superimperialismo” que escaparía a las contradicciones y a la crisis que el derrumbe de “la economía de mercado” repercute a todos los niveles. El imperialismo US sigue más que nunca concentrando en él todas las contradicciones de la situación mundial. Por ello no tiene más opción que exigir de sus “socios”, en realidad, sus subsidiarios que carguen con su parte del lastre que son las necesidades de la contrarrevolución a nivel internacional. Ya se trate de las potencias imperialistas competidoras (en Europa, en Japón) o ya se trate de los gobiernos de los países oprimidos por el imperialismo, también ellos emplazados a cuadrarse ante las necesidades del imperialismo US, a cuenta de preservar el sistema de explotación y opresión capitalista hoy incapaz de satisfacer la menor necesidad más básica de la humanidad.
En su VIII Congreso mundial, al centrarse en la alerta contra una intervención norteamericana en Argelia, la IV Internacional declaraba: “En los países oprimidos por el imperialismo, evidentemente corresponde a la clase obrera asumir las cuestiones democráticas nacionales. Pero para resistir al imperialismo el frente unido antiimperialista requiere hacer acuerdos, realizar la unidad con organizaciones pequeñoburguesas, o nacionalistas burguesas, o incluso con fracciones del aparato de Estado. Ahora bien, el requisito previo de la política de frente único antiimperialista es una política independiente. Como estamos por defender la nación y la soberanía nacional, apoyamos todo paso en ese sentido. Siendo partidarios de la soberanía popular, luchamos por la verdadera democracia porque somos independientes y para nosotros la ruptura con el imperialismo implica devolver la palabra al pueblo y la reapropiación de todas las riquezas. Para nosotros, esta política se inscribe en la lucha por un gobierno obrero y campesino.” Todos los acontecimientos que se han desarrollado desde hace un año, en Argelia, han confirmado lo acertada que fue la alerta lanzada en el congreso mundial.
Bajo formas diferentes, esta situación es la que prevalece en todos los continentes. En Latinoamérica, por ejemplo, tal como subraya la resolución política del 31° Encuentro nacional de O Trabalho (sección brasileña de la IV Internacional) : “En el mundo, el primer enemigo del proletariado y de los pueblos es el imperialismo US. Aún más en el continente latinoamericano, sometido a la brutal ofensiva de recuperación de las posiciones perdidas, en la que EEU usan todos los medios, incluso cada vez más los golpes que, por otra parte nunca han cesado (destitución de Aristide en Haití, intentonas contra Chávez, etc.) Así es como se estrechó el margen de maniobra para cualquier régimen que, ante la lucha de clases aprueba medidas de resistencia o no cumple todas las concesiones (libre comercio, privatización y desregulación) exigidas para salvar el núcleo duro. Así las cosas, está obligado a buscar un apoyo en las masas populares. Así, casi un siglo tras la crisis de 1929, la tendencia, al revés de un superimperialismo que habría borrado las contradicciones nacionales , hoy más que ayer, la historia coloca al proletariado – en una línea de frente único antiimperialista – en la dirección de la nación a raíz del coqueteo con las masas de parte de las fracciones burguesas y pequeño-burguesas o de los aparatos burgueses de las organizaciones obreras.”
En los mismos momentos en que Obama pronuncia su discurso, los acontecimientos ponen de manifiesto las dificultades para poner a práctica las exigencias del imperialismo US. En el continente europeo, desde el anuncio de que abdica el rey de España, los trabajadores y los pueblos oprimidos del Estado español, “cárcel de los pueblos” subsidiaria de la instituciones europeas, se echaban a la calle, en un mismo movimiento de rechazo de la monarquía franquista y de los planes de austeridad aplicados sucesivamente por los partidos de derecha, ‘”socialistas” y “autonomistas”, a nivel del Estado como al de las regiones. Una situación en la que la conferencia del 14 de junio de la que nuestros camaradas eran parte activa, dice: “El rey ha abdicado. ¡ Abolición de la monarquía ! Es necesaria la República, una república del pueblo y para el pueblo que cumpla inmediatamente todas las reivindicaciones sociales, asegurando el empleo, el futuro de los jóvenes, las pensiones, anulando las contrarreformas laborales, fundada en el derecho de los pueblos a decidir libremente sobre su futuro. Y esto exige acabar con el poder de los bancos, del capital financiero y las directivas de la Unión europea y del FMI, y del gobierno a su servicio. Únicamente el pueblo, los pueblos, pueden y deben decidir, únicamente los pueblos son soberanos.” Cuatro meses antes, había el yugo de la “cantonalización étnica” de los acuerdos de Dayton (1994) ratificados y asumidos por todos los herederos de las nomenclaturas mafiosas bajo la égida de EEUU a la que reventaba la sublevación de los obreros de Bosnia, iniciada en Tuzla.
No son, en el continente europeo, tal o cual Estado burgués, tales o cuales instituciones de estos Estados o tal gobierno los que están afectados por la crisis sino también el conjunto de las instituciones de la Unión europea. La IV Internacional que lucha por los Estados Unidos socialistas de Europa nunca ha considerado la “construcción europea” (desde la CECA y el Plan Marshall, hasta el Tratado de Maastricht de 1992 – en los días que siguieron a la caída de la URSS – y sus avatares: Ámsterdam, TECG, etc.) como otra cosa que la expresión de la presión imperialista US en los imperialismos competidores del “Viejo continente”. Todo ello con fines de constituir un verdadero estado mayor de la reacción destinado a arreglarle las cuentas a lo que un mandamás del BCE llamó en vísperas de la instauración del Euro “la única variable de ajuste”, es decir el costo del trabajo, el proletariado con sus organizaciones y sus conquistas. Actualmente, en el momento en que el imperialismo US no cesa de pedir cada vez más (con las negociaciones sobre el “tratado trasatlántico”), estas instituciones hacen agua por todas partes. La búsqueda de cada burguesía nacional para salvar su pellejo, es lo que expresan en definitiva los últimos desarrollos en torno a la candidatura de Junker. La última defensa de estas instituciones reaccionarias supranacionales se concentra en la política de los aparatos, en particular la de los partidos ligados à la IS que están o han estado directamente “en los puestos de mando” (Papandreu, Hollande, etc.), la de la CES y naturalmente la de las fuerzas que provienen de la descomposición del estalinismo reunidas en la “izquierda europea” cuyo ultima hazaña ha sido el apoyo aportado por su vocero Tsipras a Junker, sin otro sentido que la tentativa desesperada de salvar la estabilidad del “Parlamento” europeo.
En vísperas de las elecciones europeas, la Frankfurter Allgemeine Zeitung indicaba : « Francia es el enfermo de Europa », pero « Hollande puede aun convertirse en el Schroeder francés » (haciendo referencia a las leyes antiobreras de Hartz, establecidas por el canciller del SPD hace diez años). Pero el rechazo electoral expresado el 25 de mayo, que ha llevado al partido “socialista” francés de Hollande al nivel electoral del PASOK en Grecia, ha debilitado todavía mas “al enfermo”. Y al mismo tiempo, al gobierno de gran coalición Merkel-SPD de Alemania, sobre el que a partir de ahora descansa toda la responsabilidad del “mantenimiento del orden”, o más bien del desorden imperialista en Europa. De este modo planteaba el problema la sección francesa de la IV Internacional el 3 de mayo: “Todas las condiciones de la apertura de una crisis revolucionaria están realizadas salvo una: la irrupción de las masas que precipitará el derrumbamiento del edificio político e institucional que garantiza el poder del capital” Y sin embargo, la clase obrera se esfuerza por superar los obstáculos para extenderse como una oleada : un mes después de haber hecho esta caracterización, surge la huelga de los ferroviarios, expresión del hecho que “las leyes de la historia son mas fuertes que los aparatos burocráticos”. Sea cual sea su resultado (en el momento en que escribimos se acordó renovar la huelga al 9° día), decenas de miles de trabajadores se han apropiado de sus organizaciones sindicales (incluso las que no se habían opuesto al proyecto de contrarreforma durante los meses precedentes), levantándose por la retirada de una de las contrarreformas dictadas por la UE y aplicada por el gobierno, a cuenta de toda la clase obrera.
Las manifestaciones contra la monarquía franquista en el Estado español, así como la huelga de los ferroviarios en Francia confirman que en el continente europeo, ningún gobierno –cualesquiera que sean el partido o la coalición de partidos que llevan las riendas del poder- ninguna institución supranacional del capital, se trate de la Unión europea o de la “Troïka”, ha conseguido hasta hoy infligir una derrota mayúscula a ninguna de las clases obreras del “Viejo continente”, que concentran el nivel más alto de conquistas sociales y de organización. A pesar de la brutalidad de los golpes que ha recibido desde los más de cuatro años que está abatiéndose una verdadera “terapia de choque” de Grecia a Portugal, de Rumania a Irlanda, a pesar de los esfuerzos para privarla de sus organizaciones, la clase obrera ha buscado permanentemente levantar su unidad frente a los planes, las medidas de destrucción, los gobiernos que los ponen en marcha y las instituciones odiadas de la Unión europea, rechazadas con amplia abstención en las elecciones del 25 de mayo. Las leyes de la historia son mas fuertes que los aparatos, y mas que nunca, convalida nuestra afirmación de septiembre de 2011: “Desde Túnez, la Revolución proletaria llama a las puertas de Europa”
La construcción de la IV Internacional en el continente europeo, combinando una orientación de frente único para ayudar a la clase obrera a deshacer los planes de destrucción y la expresión política indispensable del combate por la ruptura con la Unión europea, por los Estados Unidos socialistas de Europa, es decir el combate en cada país por los gobiernos obreros y campesinos, es la única respuesta posible a una situación en la que el imperialismo US solo puede exportar el caos y la guerra inclusive en el mismo continente europeo. Mientras Obama hablaba, Ucrania se hundía un poco más en una guerra sangrienta y en la dislocación. « Gracias al liderazgo norteamericano, dice Obama, el mundo ha condenado de inmediato las acciones rusas; Europa y el G7 se nos han unido para imponer sanciones, la OTAN ha reforzado nuestro compromiso con nuestros aliados de Europa del Este, el FMI está ayudando a estabilizar la economía de Ucrania; observadores de la OSCE han dirigido los ojos del mundo hacia partes inestables de Ucrania.» La guerra y la disgregación del continente europeo bajo la égida de instituciones como la UE, la OTAN, el FMI, la OSCE, y con ellas la dislocación de las potencias imperialistas europeas, pero también de Putin y de su régimen mafioso nacido de la descomposición de la burocracia de la URSS en 1991 (Putin que ha acabado por reconocer la “legitimidad” de las autoridades instaladas en Kiev), a eso es a lo que conduce la política norteamericana en Europa. Solo la clase obrera, apropiándose de sus organizaciones y constituyéndose en partido independiente puede abrir una salida a la dislocación generalizada, abriendo la perspectiva de la reorganización de la sociedad y de las relaciones sociales de producción a escala del continente.
Los procesos en Europa remiten a una cuestión planteada, bajo diferentes formas, a escala internacional: el movimiento en que trabajadores, militantes y responsables a todos los niveles de las organizaciones obreras, intentan preservarlas contra los pactos corporativistas, los dispositivos de integración destinados a encadenarlas a los explotadores, a sus Estados, a las instituciones internacionales del capital (FMI, Unión europea, OMC…). Esta resistencia en la que trabajadores, militantes y cuadros chocan con el dispositivo de las organizaciones tradicionales del movimiento obrero –ligadas a la preservación del orden burgués- es el motor de los procesos evocados. Pero en la época del imperialismo, lo que está cuestionado es la existencia misma de las organizaciones que defienden los intereses específicos de la clase obrera. Lo que, a su manera Sommer, el presidente saliente de la CSI ha estado obligado a reconocer en el congreso, declarando « se nos ha engañado con la gobernanza mundial, todos los gobiernos están al servicio del capital ». Esto no modifica para nada la orientación de la dirección de la CSI, pero expresa la profundidad de la resistencia, a todos los niveles del movimiento obrero, contra la política de integración y de destrucción de las organizaciones. Estos procesos se expresan en todas las latitudes. Los alimentan las leyes de la explotación capitalista, que no dejan otra solución al proletariado para poder sobrevivir, que no sea su organización y su acción independiente sobre su propio terreno de clase, desde las huelgas de los obreros del textil en Camboya hasta la del metro de São Paulo (Brasil).
Esta realidad se ilustra de formas diversas en todos los países. A pesar de la barbarie de los planes que se abaten desde hace veinte años sobre el continente africano, las evoluciones de estos últimos meses en África del Sur en continuidad con el “giro” de Marikana (agosto del 2012) constituyen una de sus puntas avanzadas a nivel mundial. Cuando ocurrió lo de Marikana, subrayamos lo que significaba el que un gobierno compuesto por las principales organizaciones que se reclaman del combate por la liberación nacional contra el régimen racista del Apartheid (ANC, SACP, COSATU) mandara disparar a los mineros negros en huelga con su sindicato. No fue solamente el resultado trágico de los acuerdos de 1994, sino también el principio de su resquebrajamiento. Hace veinte años, para contener los asaltos de la revolución en Azania, los dirigentes del movimiento de liberación concluyeron un acuerdo bajo la égida del imperialismo US, destinado a preservar los intereses económicos de las multinacionales y de la minoría blanca (propiedad privada de las minas, de la tierra, etc.) Es todo ese marco institucional reaccionario al servicio del « orden mundial » que hoy se está resquebrajando (como las instituciones de la UE, de Dayton, de Oslo…de todos los acuerdos firmados bajo la égida US tras el hundimiento de la URSS en 1991). Y ello en el momento mismo en que la segunda ola de huelga de los mineros negros en Azania está a punto de doblegar a las compañías mineras del platino, no sin haber provocado en todo el periodo anterior un seísmo en el movimiento obrero (derrumbamiento de la NUM, auge de la AMCU, crisis en la COSATU, congreso de la NUMSA) así como en el propio ANC (con ruptura en su seno, que lleva a la constitución de EFF, en relación con la exigencia de nacionalización de las minas y de reparto de tierras a los campesinos negros). Lo que nos remite a la manera como la IV Internacional debe plantear en Azania, en estas condiciones nuevas, el combate por la República negra cuyo mayor vector es la clase obrera.
Estas contradicciones, estos procesos de recomposición y de descomposición existen en el mundo entero, y la IV Internacional debe conceder una atención particular a su expresión en el corazón mismo de la principal potencia imperialista. En su discurso, Obama no oculta que « tras guerras que han salido caras y desafíos pendientes entre nosotros, muchos americanos comparten (una) opinión » hostil a las intervenciones militares US. Obama no oculta que una de las principales dificultades a las que se enfrenta el imperialismo US se encuentra en su propio país, su propia clase obrera. Ha sido casualidad si en plena huelga de los ferroviarios en Francia y en Suecia (contra los mismos planes de privatizaciones y de destrucción), Obama acaba de prohibir en Pensilvania la huelga decidida por los sindicatos de conductores y de electricistas, invocando el Railway Labor Act de 1926, que le permite la suspensión de todo recurso a la huelga durante 240 días en nombre del « interés general ». Algunos días antes, y en continuidad con los acuerdos que cuestionan las conquistas de los obreros del automóvil, la dirección de la General Motors anunciaba la cooptación a su consejo de administración del vicepresidente del sindicato UAW (quien dimitirá de su mandato sindical). En cuanto a Obama mismo, ni su elección en 2004, ni su reelección en 2009 habrían sido posibles sin la poderosa movilización militante y financiera del movimiento sindical. Ahí nos encontramos en el corazón de los problemas que debe ayudar a resolver la IV Internacional y su sección US. La caída de Mossoul –y el discurso de West Point- concentran e ilustran el callejón sin salida en el que se encuentra el régimen de la propiedad privada de los medios de producción, el callejón sin salida y la crisis en la que se encuentra el imperialismo más poderoso del mundo. Lo que pone de relieve, mas que nunca, la actualidad del combate por la revolución mundial como única salida positiva para salvar la civilización humana de la barbarie, y la cuestión que concentra las demás: la ayuda para resolver la crisis de la dirección revolucionaria del proletariado, el combate por la reorganización del movimiento obrero según un nuevo eje en condiciones históricas inéditas a nivel internacional y nacional.