(Publicado en Documentos de la Carta Semanal del 22 de noviembre de 2016)
Lucien Gauthier (publicado en Informations Ouvrières nº 428 el 17 de noviembre de 2016)
Toda la prensa internacional ha dedicado sus titulares de portada a los resultados de las elecciones presidenciales norteamericanas, dando fe así de que el vuelco que ha tenido lugar no es “americano” sino mundial. Este resultado es el reflejo, dentro del imperialismo más poderoso, de la crisis de todo el sistema de dominación imperialista.
Siendo él mismo expresión y producto de esta crisis, este resultado constituye a su vez un factor de aceleración, debido a la posición del imperialismo norteamericano a nivel del planeta.
La victoria de Trump lleva consigo la indiscutible señal del callejón sin salida del sistema de la Propiedad privada de los medios de producción en la que todos los gobiernos, especialmente de las grandes potencias imperialistas, están atenazados entre las exigencias del capital financiero y la resistencia de los trabajadores y los pueblos.
1. “Estaremos todos tocados”
Es una crisis de todo el sistema, y tanto el conjunto de dirigentes de los diferentes países, como los economistas y otros expertos, están muy conscientes de ello y aterrorizados.
El señor Waechter, responsable de la investigación económica en Natixis, explica en Les Echos del 9 de noviembre[1]: “Es más complicado y más grave que el Bréxit o el contrachoque petrolero. Con la elección de Trump, el mundo entra en un nuevo paradigma. La elección de Reagan y de Thatcher había abierto el camino a 40 años de globalización económica y se está pasando posiblemente esta página con el hecho de la elección del muy proteccionista Trump. Lo que está en juego es importante y los mercados financieros tendrán que tomar en cuenta este nuevo fenómeno que va a aportar mucha volatilidad e incertidumbres a los mercados (…). El principal riesgo es que se dé una ralentización del comercio mundial, todavía más fuerte que hoy, lo que provocaría un choque negativo en el crecimiento. Estaremos todos tocados (…).”
Como si la “ralentización del comercio mundial”, el pánico de los bancos centrales ante la enorme burbuja financiera que llevan años inflando, no hubieran provocado ya el inicio de la dislocación del mercado mundial.
2. Multinacionales y Estados nacionales
El capital financiero no puede ser identificado con los Estados nacionales, pues las multinacionales y los monopolios ya desde hace mucho tiempo se han emancipado de las fronteras nacionales y, en el transcurso de los 30 últimos años, se han reforzado como verdaderas potencias internacionales que buscan dictar aún más sus leyes a los Estados nacionales. Pues, para ampliar la búsqueda de los beneficios, el capital financiero necesita del mercado exterior, es decir del Mercado mundial, necesita reventar todas las barreras que obstaculizan su penetración. Para ello, utiliza sin embargo a los Estados nacionales, por cuenta de sus propios intereses. Por eso Obama reaccionó con tanta violencia a las amenazas de sanciones contra Apple en nombre de la defensa de los “intereses americanos”, protegiendo a una empresa que no paga impuestos en Estados Unidos y que produce en Asia. Como represalia, Obama hizo abrir un proceso de sanciones al Deutsche Bank. Durante su campaña, Trump ha hecho declaraciones contra Apple para que vuelva a localizar su producción dentro de los Estados Unidos (Apple emplea a 76.000 asalariados en Estados Unidos y casi 2 millones en el mundo). Todos los economistas coinciden en decir que se trata de una “medida ilusoria”. Desde el punto de vista del propio capitalismo, el aislacionismo y el proteccionismo son una imposibilidad utópica, habida cuenta de la intrincación de toda la economía mundial y del mercado mundial. Las deslocalizaciones a China, Asia, México para abaratar el costo del trabajo no pueden ser prohibidas por unos Estados imperialistas sometidos a las exigencias de este mismo capital financiero. En 30 años, el capital financiero norteamericano también ha suprimido más del 30% de los empleos industriales en Estados Unidos, arrojando al desempleo, a la precariedad, a la pobreza a millones de obreros norteamericanos.
Trump ha polemizado contra “los tres grandes” de la industria automóvil norteamericana, a quienes acusa de deslocalizar su producción y de desindustrializar los Estados del Norte de los Estados Unidos. El 9 de noviembre, al día siguiente de la elección de Trump, “General Motors, el primer constructor norteamericano, anunciaba la supresión de más de 2.000 puestos de trabajo en las fábricas del norte de Estados Unidos. Una provocación que supone tambien una forma de advertencia después de la victoria del candidato republicano que había protestado contra las reducciones de empleo en las industrias automóviles” (Le Monde, 11 de noviembre).
3. Las zonas de libre comercio en vías de desintegrarse
Las zonas de libre cambio, puestas en pie en Europa, Asia y Latinoamérica con el objetivo de desreglamentar para satisfacer el capital financiero, son hoy un instrumento ineficaz para llegar hasta el final en todas las exigencias destructoras de las multinacionales. Esta “necesidad de los mercados exteriores” se expresa con brutalidad en que las grandes compañías detentan dos billones y medio (2.500.000.000.000) de liquidez en dólares fuera de Estados Unidos, a donde no consideran repatriar esa cantidades. Por ello el capital financiero norteamericano aprieta con todas sus fuerzas para reventar todas las barreras, normas y reglamentaciones, para maximizar sus beneficios.
Por eso están en vías de desintegrarse estas zonas de libre comercio, bajo la presión contradictoria de las exigencias de este mismo capital y de los Estados nacionales que, sin embargo, están supeditados a él, pero aterrorizados por los riesgos de levantamiento de la clase obrera y de los pueblos de su país. Esto provoca una crisis mayúscula en todos los gobiernos de la Unión Europea, abriendo brechas por las que las masas pueden irrumpir.
La política del imperialismo hacia los países de Latinoamérica, África, Asia también ahí empuja a cuestionar cuanto ha sido conquistado por la clase obrera y a dislocar las naciones. Éste es el sentido de la ofensiva de una fracción del capital norteamericano que, en relación con la oligarquía brasileña, ha organizado el golpe para derrocar a la presidenta Dilma, miembro del Partido de los Trabajadores (quien,sin embargo, había cumplido gran número de las exigencias del imperialismo norteamericano), con el fin de poner en pie un gobierno que no sólo revierta las conquistas de la lucha de clases de los 15 últimos años sino también las conquistas de hace varios decenios. Esta misma ofensiva provoca la resistencia del pueblo brasileño y de los pueblos de América Latina.
4. La clase obrera busca defenderse
Esta es la caraterística de la situación mundial que se ha expresado en Europa en los cinco meses de movilización por la retirada de la ‘ley trabajo’ en Francia. Y en los mismos Estados Unidos, facciones importantes de la clase han expresado masivamente con su voto su rechazo y su ira. Desprovistas de un partido, se han pronunciado contra Clinton, que simbolizaba más abiertamente a Wall Street. Esta posición de la clase obrera norteamericana encontrará cómo expresarse en las semanas y los meses venideros, enfrentada con la política del gobierno Trump, y lo hará en su terreno, que es el de la defensa de los derechos y las garantías de los trabajadores. Por eso la situación dentro de la AFL-CIO es un elemento de suma importancia para el porvenir.
Es un período de incertidumbre el que se abre para todo el planeta. Numerosos comentaristas, especialmente de izquierda y de extrema izquierda, presentan a Trump como “el mal peor” (y de hecho sugieren que Clinton habría sido el “mal menor”). El multimillonario Trump, con sus reflexiones racistas y misóginas, expresa el barro, el fango, de la sociedad capitalista en descomposición. Hillary Clinton, la “distinguida” señora de Wall Street, no tiene por qué envidiarle nada… Toda esta gente olvida que la sociedad norteamericana, como el mundo entero, está regida por la división de la sociedad en clases, por lo tanto, por la lucha de clases.
5. ¿ Y ahora qué ?
El Financial Times del 11 de noviembre tiene como titular “Trump busca tranquilizar a sus aliados conmocionados y a los inversionistas intranquilos”. Desde su elección, ha hecho numerosas declaraciones de apaciguamiento, especialmente a nivel económico, señalando – en contra de lo que él mismo había declarado durante su campaña – que había que desregular la economía norteamericana y mundial. Ha empezado a constituir su equipo presidencial volviéndo a dialogar con los dirigentes del Partido Republicano de los que se había mofado durante su campaña, nombrando incluso a uno de los principales dirigentes del partido como primer consejero presidencial.
En esta situación de incertidumbre mundial, no puede haber ningún hombre providencial para el capital en crisis. Desde hace mucho tiempo, el capital financiero norteamericano necesita un poder fuerte para aplastar a la clase obrera nortemericana bajo su puño de hierro y para disciplinar a los pueblos del mundo entero. Pero dispone de un poder débil, en crisis, que no ha dejado de debilitarse a lo largo de los últimos años. Y la elección de Trump pone de manifiesto una nueva etapa de esta crisis mundial.
La incertidumbre impera en todo el planeta, nadie sabe lo que va a ocurrir. Existe el riesgo y la amenaza de generalización de la guerra, incluso en forma de conflictos armados entre estados, pero existen también, de modo contradictorio, los estallidos revolucionarios y los levantamientos de los pueblos.
[1] Periódico de la Bolsa de París, equivalente al Financial Times