Carta Semanal 985 en catalán
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Conocemos de sobra la precariedad que sufre la juventud trabajadora en cualquier país del mundo, incluso en los países más ‘’desarrollados’’, entre los que se incluye España. No está de más señalar que, además de las condiciones materiales, la juventud atraviesa un estado de ánimo preocupante (siendo este una consecuencia de las condiciones materiales). La muerte por suicidio es la causa de muerte no natural más habitual entre los jóvenes, los casos de depresión se disparan y la desorientación hacia un proyecto de vida claro se asienta entre los más jóvenes.
De dónde venimos y dónde estamos
Cuando hablamos de que la juventud de ahora lo tiene peor que la de las generaciones anteriores, no significa que lo tuviesen fácil, ni mucho menos. Pero sí que hablamos de un cambio significativo en las condiciones, principalmente de poder adquisitivo de los más jóvenes. ¿Cuál ha sido la evolución del salario respecto a lo que podemos comprar con él? Varios estudios demuestran (a los no tan jóvenes no les hacen falta estudios para verificarlo) que el paso de la peseta al euro supuso una gran subida de precios y que influyó drásticamente en el poder adquisitivo de la clase trabajadora. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), la inflación acumulada desde la entrada del euro hasta el 2020 ha sido de un 40%, mientras que los salarios brutos han aumentado un 23%. Es decir, casi un 20% de pérdida de poder adquisitivo, sin contar el auge inflacionario a partir de 2021. Aun así, fijémonos en las cifras más recientes, en 2006 casi el 50% de jóvenes estaban ocupados y actualmente solo un 26%. En términos de población activa, existe actualmente un 30% de parados (de 16 a 29 años) frente a un 15% en 2007, la población joven no ha recuperado el nivel de empleo de los años anteriores a la crisis. En cuanto a salarios, pese a las grandes odas sobre el incremento del SMI en los últimos años, los jóvenes de 18 a 25 años se sitúan en un sueldo medio de 7.717 euros netos al año, 2000 euros menos del sueldo medio de 9.713 euros netos de 2006. Claro está, que estas cifras están influenciadas por un periodo en concreto donde generalmente los jóvenes compatibilizan estudios y trabajo, pero, aun así, los datos son alarmantes. Según cifras de Eurostat, en 2021 el 53,8% de jóvenes tenía un empleo parcial involuntariamente, es decir, que manifestaban la voluntad de tener una jornada a tiempo completo y no poder optar a este tipo de contrato. Además, la diferencia salarial entre el sueldo medio y el de los jóvenes de 16 a 29 años oscila entre el 30% y el 40% en los últimos años. Detrás de todos estos porcentajes no hay la más mínima intención de identificar la situación de la juventud previa a la crisis de 2008 como una referencia positiva. La situación de antes de la crisis ya era preocupante, lo significativo con el transcurso de los años es la mayor implantación de la pobreza y la precariedad dentro de las generaciones más jóvenes. A todo esto, hay que sumarle el precio de la vivienda y la creciente dificultad de emancipación de los jóvenes, una de las principales preocupaciones y problemáticas actuales.
Cuando vivir se convierte en un lujo
A mediados de 2023, sólo el 16,3% de toda la población joven estaba emancipada. En el caso de los alquileres, el precio medio que se puede encontrar en portales inmobiliarios es de 944 euros al mes, suponiendo el 93,9% del salario medio neto de un joven trabajador. Según el Banco de España, lo recomendable para una economía ‘’estable’’ dentro de un hogar es dedicar 1/3 de tu salario a la vivienda. Pues bien, la recomendación queda ahí, porque incluso si queremos buscar alquiler de habitación, el precio medio supone 375 euros al mes, un 37,3% del salario medio neto de la juventud trabajadora. Por lo que hace a la vivienda en el mercado de la compraventa, la media es de 179.320 euros, lo equivalente a 15 años del salario medio anual de un joven. Datos que se amontonan en el trastero donde la juventud guarda todos los trofeos en precariedad y, ante esto, ¿nadie mueve un dedo? El Gobierno más progresista de la historia, que tiró de ‘’épica’’ tras una campaña electoral que principalmente trató de infundir el miedo por el avance de la extrema derecha, logró que la juventud respondiera, votando y frenando a la reacción. ¿Cuál ha sido la respuesta? Continuismo de la miseria. La única respuesta ha sido la propaganda mediante ‘’bonos de alquiler joven’’, decimos propaganda porque sobre todo es efectivo para llenar los bolsillos de los propietarios con dinero público. Consiste en un pago de 250 euros al mes durante 2 años y sin la previsión de en qué medida solucionará el gran problema del acceso a la vivienda. Otro parche más, sin atacar a la raíz del problema, pero ¿quién decide los precios de la vivienda?
Los fondos buitres se hacen con la propiedad de cientos de miles de viviendas en todo el territorio, principalmente en las ciudades donde existe mayor demanda. Según el diario digital El Salto, en un artículo llamado ‘’Cómo los fondos de inversión conquistaron Europa’’, muestra los datos que permiten hablar de una ofensiva total hacia el derecho a la vivienda y que ha generado innumerables desahucios en la búsqueda del máximo beneficio: ‘’Tener préstamos hipotecarios impagados penaliza gravemente el cálculo de la solvencia de un banco y puede llevarlo a la desaparición. Debido a esto, los bancos españoles que tenían dificultades para subsistir se vieron indirectamente obligados a vender sus hipotecas con impagos antes de 2019. En caso contrario, habrían podido ser disueltos. De ahí que las mayores operaciones de venta de vivienda y de préstamos hipotecarios hayan tenido lugar durante el 2018. Debido a su escasa solvencia, a los bancos no les quedó otra opción que vender los bienes inmobiliarios muy por debajo de su precio. Banco Santander, Caixabank, BBVA y Banco Sabadell vendieron más de 400.000 viviendas a Cerberus, Lone Star y Blackstone en solo seis operaciones que tuvieron lugar entre los años 2015 y 2018.’’
No hay solución sin la organización de la juventud
¿Nadie mueve un dedo? Hay quien quiere resignar a las nuevas generaciones a vivir de esta forma, incluso disfrazan de modernidad la pobreza con algunos términos que ya habremos escuchado como el ‘’coliving’’ o el ‘’coworking’’, formas cool para decir que compartirás piso o serás falso autónomo toda tu vida. Ante toda la confusión que se propaga mediante todos los agentes de los capitalistas que conforman la opinión pública, la juventud trabajadora sigue demostrando que resiste. Aunque durante años los partidos hegemónicos de la izquierda hayan intentado tener a la juventud sumisa, son muchas las ocasiones en que nos hemos rebelado. Aunque de forma descoordinada y escasamente organizada, la juventud expresa constantemente su rechazo al sistema y a la miseria que nos condena. Véanse las multitudinarias manifestaciones en solidaridad con el pueblo palestino que ha encabezado la juventud y han regado de indignación las calles de todo el territorio.
¿Qué contenido y forma toma la lucha por nuestro futuro cuando todos lo intentan dar por perdido? Es crucial abordar dos aspectos fundamentales: el aspecto objetivo y el subjetivo. Desde la perspectiva objetiva, partimos de la crisis crónica del capitalismo, situados en un punto de conflicto entre los intereses capitalistas y los de la clase obrera, con la juventud trabajadora ubicada entre los segmentos de ésta más afectados. La constante búsqueda de mayores ganancias por parte de los capitalistas se manifiesta en nuestra cotidianidad a través de la inestabilidad laboral, la privatización de servicios públicos esenciales y la transformación de la vivienda en un bien de lujo.
En cuanto al aspecto subjetivo, se trata del «cómo» enfrentamos esta realidad para cambiarla de manera real. Frecuentemente, se ve la juventud como un «precio que hay que pagar», un periodo por el cual todos debemos transitar, sugiriendo que se debe soportar la situación porque «todos hemos vivido algo similar». Es sumamente indignante que justificar la explotación y la pobreza sea tan fácil. Rechazamos totalmente esto. Así, el desafío subjetivo radica en cómo canalizar el descontento general de una generación entera, en transformar la incertidumbre en acción y el desinterés por lo colectivo en una organización de clase. Por eso, como sección de la IV Internacional en el Estado español, sobre la base de los trabajos desarrollados en el congreso de la Internacional celebrado en diciembre pasado, nos dirigimos a toda la juventud que no acepta resignarse ante la ausencia de futuro, sino que tiene la voluntad de luchar por él, para agruparnos en torno a nuestras legítimas aspiraciones, única vía de salida a los problemas. En particular, con la invitación a participar en la escuela de formación que celebraremos los días 28, 29 y 30 de junio próximos.