(Publicado en la Carta Semanal 738 – ver en catalán)
Bajo estas siglas se han reagrupado candidaturas muy variopintas, pero en general candidaturas surgidas del entorno de Podemos y de los movimientos que venían del 15M. Podemos ya se había constituido cuando se celebraron las elecciones de 2015. Pero aunque había sacado buenos resultados no tenía todavía organizaciones locales, lo que les llevó a impulsar estas candidaturas con socios locales poniendo dos condiciones. Que Podemos como tal no participaría en ellas. O sea no le proporcionaría sus siglas y por lo tanto deberían ser candidaturas ciudadanas, pero nunca coaliciones (esto tuvo algunas excepciones). La segunda condición es que no se pactase con el PSOE gobiernos de coalición salvo que la CUP fuese mayoritaria.
La ausencia de organizaciones locales de Podemos y las dos condiciones impuestas facilitaron que se levantasen candidaturas muy diversas.
El municipalismo en el fondo
Aunque por municipalismo se entiende en general la acción municipal, en verdad es una teoría defendida por corrientes como las populistas que defienden una democracia radical, asambleas para todo, y medidas como los presupuestos participativos, todo lo basado en la llamada economía social, cooperativismo etc. Cambiar el mundo desde el pueblo, es decir, abandonar la lucha contra la austeridad y los recortes. Una vuelta a Proudhon. En realidad no ha habido casi nada de este tipo de política y más bien la democracia y las asambleas han sido las grandes ausentes en estos proyectos. Sobre todo en los ayuntamientos grandes y medianos, aunque haya habido excepciones.
Un marco de confrontación
Estas candidaturas en muchos sitios han sido marco de confrontación más que de colaboración. Peleas para ver quién –al margen de la lucha por los servicios públicos– a base de primarias y manejos de redes se hacían con los cargos públicos y de las organizaciones. Hay un auténtico corolario de peleas internas que han sido la tónica general y no la excepción en estas candidaturas. Las asambleas han sido sustituidas, muchas veces por los ciberdebates. Las redes se han convertido en un marco para los insultos y las provocaciones. Una forma de hacer política antidemocrática y poco transparente.
Donde se ha gobernado la cosa ha ido de otra manera. Hay menos tiempo para gastarlo en tonterías. Pero las peleas han surgido en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza, Pamplona y en las diversas ciudades donde bajo el nombre de las mareas se gobernó en Galicia. Sobre la base de cuatro años de decepción, desgaste por aplicar la política de recortes, ahora, Podemos se ha presentado por su cuenta en varias de ellas, y en algunas comunidades. En varios sitios contra sus antiguos socios. Esta división ha hecho que se pierdan la mayoría de las alcaldías.
Los salarios y otras cosas formales
Las candidaturas de unidad popular han tenido dos tipos distintos de características según si han gobernado o no. Donde han gobernado se han dedicado a hacer una gestión “honesta” pero en general respetuosa con las imposiciones del ministerio de Hacienda y de la Unión Europea (regla de gasto, ley de bases, etc.). Luchar contra esas imposiciones exige un combate que no se limite a cada municipio. Y el moverse en ese marco de política contra los servicios públicos, causa decepción y es terreno para los choques entre sectores de las candidaturas.
Han intentado demostrar que es posible a pesar de los recortes e imposiciones gobernar para la mayoría. Así se han ufanado por haber reducido la deuda, cosa nada difícil con la ley Montoro. Por otro lado han pretendido reducir el gasto vía reducción de salarios de los políticos y otros gastos. Es verdad que los salarios ya habían sido limitados en el 2013. A pesar de ello, estas candidaturas han hecho batalla de los salarios de los políticos y han centrado la batalla en limitar sus salarios y los de los demás. Al final una gestión honrada de los recortes. Otros recortes son posibles.
Donde han estado en la oposición se han gastado muchos esfuerzos en peleas internas y muy poco en movilización y en hacer política. Muy poca coordinación con otros pueblos. Muy poca actividad y movilización conjunta contra las leyes que impiden la política municipal. Cada uno metido en su pueblo como si el mundo empezase y acabase allí.
Los resultados han dado lugar a muchas especulaciones. En los resultados electorales tiene que ver lo que haces tú y lo que hacen los demás. El PSOE ha recuperado decenas de ayuntamientos gracias a los problemas de las CUP más que a su política.
Si somos justos en nuestra critica, las candidaturas de las CUP han tenido problemas pero han sido mucho más honradas que otras administraciones anteriores. Sin embargo se han perdido por el desengaño de hacer la misma política que los demás, aplicando la austeridad, y en este marco por las crisis internas.
Si no, es imposible explicar cómo en Madrid el PP con un mediocre y desconocido candidato ha recuperado la alcaldía. Es más fácil entender esta situación, en la que el PP venía con Ana Botella de hacer una gestión escandalosa, a partir de que en lo fundamental se ha hecho la misma política, y a partir de aquí las peleas internas, la ruptura de Carmena con Pablo Iglesias y el llamamiento a última hora de éste a votar a la candidatura de IU, que no ha sacado representación.
Un elemento destacable es la pervivencia de algunos alcaldes pese a la tónica general, con mayorías absolutas. Por ejemplo, son los casos de Abel Caballero en Vigo, Kichi en Cádiz y Francisco Guarido de IU en Zamora. Son la demostración de alcaldes populistas que son la excepción a la regla.
El futuro de las CUP
Ahora tras el sarampión de los cuatro años anteriores, se plantean las cosas de otra manera. Ahora hay ya incluso ansias por gobernar, casi como sea. En muchos pueblos y ciudades se ha entrado en los gobiernos echando por tierra la teoría anterior. Han quedado muchas candidaturas descolgadas de Podemos (Cádiz, Valencia, Galicia, Pamplona, Madrid, etc.) que seguramente terminaran creando algo conjuntamente, etc.
Pero no ha habido, más allá de entrar en los gobiernos y poner menos acento en los temas salariales, muchos cambios. Se resignan a ser una candidatura más.
Cómo hacer para municipalizar lo privatizado, cómo hacer para acabar con la ley de Bases (LRSAL), ley de grandes ciudades, etc.
El esfuerzo loable de muchos o la mayoría de concejales y alcaldes de estas candidaturas por hacer una gestión honesta ha chocado, más allá de las rencillas internas con las leyes del régimen monárquico y del capital financiero que impiden la autonomía municipal y poder gobernar en el ámbito local al servicio de la mayoría de la población. Sin embargo se han perdido, sobre todo por las crisis internas, y particularmente por la contradicción de querer aparecer como una “alternativa” a los partidos tradicionales para acabar haciendo lo mismo en lo fundamental. El fracaso de muchas de estas candidaturas demuestra que la gestión “honesta” del capitalismo no es ninguna alternativa al capitalismo.
Qué fue de las CUP
Bajo estas siglas se han reagrupado candidaturas muy variopintas, pero en general candidaturas surgidas del entorno de Podemos y de los movimientos que venían del 15M. Podemos ya se había constituido cuando se celebraron las elecciones de 2015. Pero aunque había sacado buenos resultados no tenía todavía organizaciones locales, lo que les llevó a impulsar estas candidaturas con socios locales poniendo dos condiciones:
Que Podemos como tal no participaría en ellas. O sea no le proporcionaría sus siglas y por lo tanto deberían ser candidaturas ciudadanas, pero nunca coaliciones (esto tuvo algunas excepciones).
La segunda condición es que no se pactase con el PSOE gobiernos de coalición salvo que la CUP fuese mayoritaria.
La ausencia de organizaciones locales de Podemos y las dos condiciones impuestas facilitaron que se levantasen candidaturas muy diversas.
El municipalismo en el fondo
Aunque por municipalismo se entiende en general la acción municipal, en verdad es una teoría defendida por corrientes como las populistas que defienden una democracia radical, asambleas para todo, y medidas como los presupuestos participativos, todo lo basado en la llamada economía social, cooperativismo etc. Cambiar el mundo desde el pueblo, es decir, abandonar la lucha contra la austeridad y los recortes. Una vuelta a Proudhon. En realidad no ha habido casi nada de este tipo de política y más bien la democracia y las asambleas han sido las grandes ausentes en estos proyectos. Sobre todo en los ayuntamientos grandes y medianos, aunque haya habido excepciones.
Un marco de confrontación
Estas candidaturas en muchos sitios han sido marco de confrontación más que de colaboración. Peleas para ver quién –al margen de la lucha por los servicios públicos– a base de primarias y manejos de redes se hacían con los cargos públicos y de las organizaciones. Hay un auténtico corolario de peleas internas que han sido la tónica general y no la excepción en estas candidaturas. Las asambleas han sido sustituidas, muchas veces por los ciberdebates. Las redes se han convertido en un marco para los insultos y las provocaciones. Una forma de hacer política antidemocrática y poco transparente.
Donde se ha gobernado la cosa ha ido de otra manera. Hay menos tiempo para gastarlo en tonterías. Pero las peleas han surgido en grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Cádiz, Zaragoza, Pamplona y en las diversas ciudades donde bajo el nombre de las mareas se gobernó en Galicia. Sobre la base de cuatro años de decepción, desgaste por aplicar la política de recortes, ahora, Podemos se ha presentado por su cuenta en varias de ellas, y en algunas comunidades. En varios sitios contra sus antiguos socios. Esta división ha hecho que se pierdan la mayoría de las alcaldías.
Los salarios y otras cosas formales
Las candidaturas de unidad popular han tenido dos tipos distintos de características según si han gobernado o no. Donde han gobernado se han dedicado a hacer una gestión “honesta” pero en general respetuosa con las imposiciones del ministerio de Hacienda y de la Unión Europea (regla de gasto, ley de bases, etc.). Luchar contra esas imposiciones exige un combate que no se limite a cada municipio. Y el moverse en ese marco de política contra los servicios públicos, causa decepción y es terreno para los choques entre sectores de las candidaturas.
Han intentado demostrar que es posible a pesar de los recortes e imposiciones gobernar para la mayoría. Así se han ufanado por haber reducido la deuda, cosa nada difícil con la ley Montoro. Por otro lado han pretendido reducir el gasto vía reducción de salarios de los políticos y otros gastos. Es verdad que los salarios ya habían sido limitados en el 2013. A pesar de ello, estas candidaturas han hecho batalla de los salarios de los políticos y han centrado la batalla en limitar sus salarios y los de los demás. Al final una gestión honrada de los recortes. Otros recortes son posibles.
Donde han estado en la oposición se han gastado muchos esfuerzos en peleas internas y muy poco en movilización y en hacer política. Muy poca coordinación con otros pueblos. Muy poca actividad y movilización conjunta contra las leyes que impiden la política municipal. Cada uno metido en su pueblo como si el mundo empezase y acabase allí.
Los resultados han dado lugar a muchas especulaciones. En los resultados electorales tiene que ver lo que haces tú y lo que hacen los demás. El PSOE ha recuperado decenas de ayuntamientos gracias a los problemas de las CUP más que a su política.
Si somos justos en nuestra critica, las candidaturas de las CUP han tenido problemas pero han sido mucho más honradas que otras administraciones anteriores. Sin embargo se han perdido por el desengaño de hacer la misma política que los demás, aplicando la austeridad, y en este marco por las crisis internas.
Si no, es imposible explicar cómo en Madrid el PP con un mediocre y desconocido candidato ha recuperado la alcaldía. Es más fácil entender esta situación, en la que el PP venía con Ana Botella de hacer una gestión escandalosa, a partir de que en lo fundamental se ha hecho la misma política, y a partir de aquí las peleas internas, la ruptura de Carmena con Pablo Iglesias y el llamamiento a última hora de éste a votar a la candidatura de IU, que no ha sacado representación.
Un elemento destacable es la pervivencia de algunos alcaldes pese a la tónica general, con mayorías absolutas. Por ejemplo, son los casos de Abel Caballero en Vigo, Kichi en Cádiz y Francisco Guarido de IU en Zamora. Son la demostración de alcaldes populistas que son la excepción a la regla.
El futuro de las CUP
Ahora tras el sarampión de los cuatro años anteriores, se plantean las cosas de otra manera. Ahora hay ya incluso ansias por gobernar, casi como sea. En muchos pueblos y ciudades se ha entrado en los gobiernos echando por tierra la teoría anterior. Han quedado muchas candidaturas descolgadas de Podemos (Cádiz, Valencia, Galicia, Pamplona, Madrid, etc.) que seguramente terminaran creando algo conjuntamente, etc.
Pero no ha habido, más allá de entrar en los gobiernos y poner menos acento en los temas salariales, muchos cambios. Se resignan a ser una candidatura más.
Cómo hacer para municipalizar lo privatizado, cómo hacer para acabar con la ley de Bases (LRSAL), ley de grandes ciudades, etc.
El esfuerzo loable de muchos o la mayoría de concejales y alcaldes de estas candidaturas por hacer una gestión honesta ha chocado, más allá de las rencillas internas con las leyes del régimen monárquico y del capital financiero que impiden la autonomía municipal y poder gobernar en el ámbito local al servicio de la mayoría de la población. Sin embargo se han perdido, sobre todo por las crisis internas, y particularmente por la contradicción de querer aparecer como una “alternativa” a los partidos tradicionales para acabar haciendo lo mismo en lo fundamental. El fracaso de muchas de estas candidaturas demuestra que la gestión “honesta” del capitalismo no es ninguna alternativa al capitalismo.