(Publicado en la Carta Semanal 738 – ver en catalán)
En un contexto en el que el rechazo al gobierno de Syriza se amplifica y en la continuidad de los reveses sufridos en las elecciones europeas del mes de mayo último, el primer ministro Tsipras mandó convocar elecciones legislativas anticipadas, con valor de plebiscito. La abstención alcanza el 42 % en un país en el que ésta va sancionada de por ley (si bien nunca ha habido persecuciones por ello).
La Nueva Democracia, el partido de la burguesía griega, se lleva la victoria con el 39,8 % de los votos, o sea el 23 % de los inscritos. Con 158 escaños, la Nueva Democracia detenta la mayoría absoluta y tiene mano libre para constituir un nuevo gobierno. Syriza llega en segundo puesto con el 31,5% de los votos, o sea el 18,27 % de los inscritos.
Recordemos que Syriza había triunfado en las elecciones legislativas de enero de 2015 a raíz de una campaña centrada en el compromiso de revertir las medidas de austeridad de los memorandos con el 36, 34 % de los votos, lejos delante de Nueva Democracia (27,21 80 %. El PASOK, partido social demócrata, tras una caída en picado iniciada en 2012, lograba reunir solo el 4,68 % de los votos. Los electores sancionaban así Nueva Democracia y el Pasok que habían aplicado los memorandos y hacían campaña por la continuación de estas políticas. En julio de 2015, la troika imponía un tercer “plan de rescate” a Grecia, adobado con nuevas medidas de austeridad, entre ellas el retroceso de la edad de la jubilación a los 67 años y el aumento del IVA. Frente a ello, mediante el referéndum del 5 de julio de 2015, Tsipras llama a la población a pronunciarse sobre el tercer memorándum. El 61 % de los votantes se pronuncian en contra. El 13 de julio, el primer ministro traiciona esta votación y acepta las medidas de austeridad. Para convalidar el acuerdo en el parlamento, se apoya en los partidos de oposición. Una tercera parte de los parlamentarios de Syriza vota en contra o se abstiene. Luego de esto, Tsipras dimite. Nuevas elecciones legislativas tienen lugar en septiembre de 2015, Syriza conserva 145 escaños de los 149 que tenía.
Es, sin lugar a dudas, una sanción al gobierno de Syriza que ha aplicado los memorandos contra la voluntad de la población. En agosto de 2018, expirando el último “plan de rescate”, el primer ministro Tsipras se jactaba de un crecimiento de un 1 % y de un superávit primario de un 4,3 % del PIB, o sea 0,8 % más de lo que estaba previsto en el marco del plan. En 2015, la deuda griega representaba el 175,9 % del PIB. En 2019, alcanzaba el 180 % del mismo. El país está devastado. Las conquistas obreras han sido dinamitadas. Los bienes públicos y empresas nacionales desmanteladas y vendidas. Grecia ha perdido el 25 % de su PIB. El 35 % de la población vive por debajo del umbral de pobreza. La tasa de paro es del 18 %, la tasa más alta de Europa. Los salarios han bajado en un 30 a 50 %. Los impuestos y las tasas se comen entre el 60 y 80 % de los salarios de los griegos. De las 40 privatizaciones exigidas por la Unión Europea, 30 las ha realizado el gobierno Tsipras. Siendo los ejemplos más emblemáticos los del puerto del Pireo vendido al chino Cosco, el puerto de Tesalónica, 14 aeropuertos y la compañía del gas DEPA.
Hace 10 años, la abstención alcanzaba el 29 %. Desde entonces no ha dejado de subir. Últimamente, el 58 % en las elecciones europeas y el 60 % en las elecciones regionales. Esto da fe de un rechazo a la política del gobierno Syriza. Si en el Pireo, barrio mayoritariamente obrero, Syriza gana con el 43,73 % de los votos (contra el 29,72 % de los votos para la ND), la abstención alcanza el 51 %, Más de uno de dos electores se ha negado a ir a votar. En el oeste de Atenas y en el oeste de la Ática, el marcador de Syriza alcanza en torno al 38 %. La abstención, cuatro puntos por debajo de la media nacional, sigue alta, en 38,6%.
El KKE, partido comunista griego se mantiene con su 5 % de los votos y 15 escaños. Esto no se ha movido desde enero de 2015. El resultado del Pasok, ahora Kinal, sigue bajo con el 8 % y 22 escaños.
Alba Dorada, el partido de extrema derecha, del que varios dirigentes están hoy procesados por participación en “una organización criminal de carácter militar” y por homicidios cometidos por miembros de la organización, no ha logrado el 3 % necesario para conseguir por lo menos un escaño. Pierden sus 18 escaños en provecho, según el analista político Petros Ioannidis1, de la Nueva Democracia y de la Solución griega, partido reaccionario ortodoxo que solo alcanza el 3,70 % de los votos, o sea el 2,2 % de los inscritos.
Jean-Claude Juncker, en una carta personal al futuro primer ministro Kyriakos Mitsotakis se congratula: “Usted sabe de mi apego personal a Grecia y a su pueblo que tanto ha sufrido durante el último decenio. La dignidad, la resistencia y la implicación europea de los griegos durante estos años impone respeto (…). Grecia está ahora en su lugar en el corazón de Europa y del euro. Mucho se ha hecho. Pero todavía queda mucho por hacer”. A la vez que se congratula por la victoria de Mitsotakis, Juncker se descubre ante los gobiernos que han aplicado los memorandos, entre ellos Syriza que tenía el apoyo de la oposición y por lo tanto manos libres para llevar una política de destrucción de los derechos de los asalariados a cuenta del capital. No sin motivos el plebiscito de Tsipras ha fracasado.
Este nuevo gobierno tendrá que enfrentarse con la clase obrera hastiada por estas políticas a imagen de los marineros. La advertencia que han dado el 3 de julio, al responder a la convocatoria de huelga de su federación no tiene duda. Ningún barco ha salido del puerto. Como ha declarado Antonis Ntalakogiorgos, presidente de PENEN, sindicato de los marineros de la flota mercante: “No daremos ni un paso atrás de nuestras demandas” (NDLR: aumento de puestos y salarios).
1 Canal LCI, 9 de julio “Grecia: ¿por qué ha desaparecido el partido de extrema derecha Alba Dorada?”