(publicado en la Carta Semanal 443)
Los días 8 a 10 de noviembre debe celebrarse la Conferencia Política que según Rubalcaba iba a dar un proyecto de futuro al Partido Socialista. Sin duda alguna muchos afiliados esperan que esta Conferencia responda a sus preocupaciones: que el PSOE sea un verdadero partido de oposición.
Y esto en la situación de grave crisis, económica, social e institucional en que se ven los pueblos del Estado español.
La orientación del PSOE no atañe sólo a sus afiliados, sino que afecta al conjunto de los trabajadores, y a este título le dedicamos esta Carta Semanal.
Uno de los rasgos de esta crisis es precisamente que el más desacreditado de los gobiernos se sostiene por falta de oposición, ya que la dirección del PSOE ha optado por una línea de arropar al Gobierno con constantes ofertas para que lidere todo. Esto alcanza el esperpento cuando la presidenta andaluza pide al jefe del partido de Gürtel que abandere un pacto “contra la corrupción”. Y esto a pesar que Rubalcaba anunció la “ruptura de relaciones” del PSOE con el PP.
La característica fundamental de la actual crisis es que el movimiento obrero, que siempre ha tenido un papel de primer orden en nuestro país, está políticamente desaparecido, se esfuerza por ser irrelevante, no se le espera ni en lo tocante a las pensiones ni en lo relativo a Cataluña y a los derechos de los diferentes pueblos que componen el estado en general.
¿Promete algún cambio la Conferencia Política de Alfredo Pérez Rubalcaba?
La orientación general
De atenernos a lo publicado, se propone a la Conferencia que apruebe como marco general “tres acuerdos para resolver las tres crisis que atraviesa España”:
- “un acuerdo político y social por la creación de empleo” que implica la reforma del sistema fiscal y la “recuperación del diálogo social como herramienta básica de la política económica”. Empieza, pues, disparando con pólvora del rey, porque los que pagan son los sindicatos.
- “un pacto por la regeneración democrática” que eleve “los niveles de transparencia y participación ciudadana de nuestro sistema político”. Lugar común de todos los tertulianos para tratar de mantener el actual sistema con más participación y “transparencia”.
- “la reforma del título VIII de la Constitución” introduciendo la “apuesta federal”.
Estos enunciados no parecen responder al hastío ni a las ansias de cambio de la mayoría, pero nos dicen ya lo más importante: si el eje de la propuesta de futuro son esos tres pactos, eso significa que el futuro pasa por pactar con el gobierno Rajoy, o más exactamente que es este gobierno el que ha de orquestar la convergencia de todos.
Rubalcaba pretende, ostensiblemente, remachar, asegurar, profundizar y perpetuar su línea de apoyo al gobierno más odiado de nuestra historia reciente. Decir a los trabajadores, a los jóvenes, a los pueblos que el futuro se cifra en Rajoy sólo puede hacerlo quien se ha blindado como Rubalcaba frente a las exigencias de los trabajadores, los afiliados y la mayoría, decidido a promover nuestro suicidio colectivo.
¿Continuidad o ruptura con mayo de 2010?
Hay acuerdo general en que la decisión de ZP de aplicar la línea de ajuste exigida por la UE y el FMI fue lo que hundió el apoyo del PSOE entre los trabajadores y la población. Una línea que el actual equipo ha mantenido. El futuro que Rubalcaba nos brinda, ¿rompe esa línea?
No cuestiona para nada la ley del FMI, la OMC, el sistema financiero internacional, contentándose con soñar que la UE va a combatir los paraísos fiscales cuando la base de sus tratados es “la libre competencia”.
Quiere reforzar el papel del BCE dándole la supervisión bancaria (como quieren Merkel y Rajoy) pero dándole al BCE la misión de promover también el crecimiento y el empleo… al modo –entendemos– como definen eso los tratados europeos, es decir, con sus “reformas estructurales”.
Se compromete a mantener la línea de “reducción del déficit”, madre de los recortes y el desmantelamiento social, pero un poco más despacio (como está haciendo la Comisión Europea).
Es decir, el PSOE ofrece como futuro que los pueblos de este país queden aplastados durante lustros por una deuda de más del 100% del PIB, sangrados por el paro masivo y la destrucción de servicios para pagar indefinidamente la servidumbre a los especuladores. Rubalcaba quiere que el PSOE se comprometa a someter a los trabajadores y a los pueblos a esa ley de hierro. Que el PSOE se acabe de quemar en esa labor.
Y en concreto…
Con estas premisas, ¿qué vale su defensa del “sistema público de pensiones de reparto”? Si hay que pagar la deuda, recortar el déficit, habrá que seguir recortando las pensiones como han hecho ZP y Rajoy, y de hecho, el equipo de Rubalcaba rechaza el informe de los expertos pero se propone “hacer sostenible (adjetivo que se utiliza para confundir) nuestro modelo de bienestar” en particular manteniendo el Pacto de Toledo, que desde hace 18 años es el instrumento para recortar las pensiones.
En la sanidad, quiere devolver la cobertura universal y eliminar copagos, poner algo más de dinero público, pero para nada pretende revertir las privatizaciones ni detenerlas (lo manda la UE).
En el desempleo, ampliar la cobertura del plan Prepara, cuando todo el mundo que sabe que esto no corresponde a las necesidades vitales de millones de parados.
La democracia y la cuestión catalana
Las actuales instituciones están desacreditadas y se lo han ganado a pulso. Elegimos a los gobiernos y hacen lo contrario. La jefatura del Estado es una agencia norteamericana, y además es la cueva de Alibabá. Los jueces dan bula a Botín y a Francisco González, ni siquiera investigan a las empresas que financiaban ilegalmente al PP. La Agencia Tributaria favorece a las grandes fortunas. Los partidos están al servicio del Estado y de la UE y no de los afiliados y electores. Es elemental y urgente la necesidad de cambiar de instituciones pero eso es impensable para burócratas de sacristía como el coordinador Jáuregui, que sólo quiere repintarlas.
He aquí lo que propone: que sea más fácil la participación de los ciudadanos, que las minorías parlamentarias tengan alguna atribución más, que haya una oficina presupuestaria en el Congreso, que las candidaturas sean abiertas y haya primarias. Que todo siga igual.
Con tanta cintura, difícilmente se puede dar respuesta al clamor del pueblo de Cataluña, que ha dicho ya basta a este régimen. Tan poco tienen los redactores que decir que no hemos sabido encontrar sus propuestas al respecto. Sin duda las habrá y no hemos sabido verlas. Pero ya se ha mencionado la reforma constitucional para introducir “rasgos federales”. Pere Navarro presentó a Sánchez Camacho la “declaración de Granada” para que la hagan suya.
No se molestan ya en explicarlo en las propuestas a la Conferencia porque manteniendo este desastre de instituciones sometidas a la Troika está fuera de lugar que los pueblos puedan decidir. Rubalcaba y su equipo exigen al PSOE que se enfrente al clamor de los ciudadanos, que se hunda defendiendo la Constitución y el Estado de las Autonomías, por los que ya nadie más que ellos da un céntimo. Esa es la esencia de la declaración de Granada.
¡Ah sí, la laicidad!
Entre tantos lugares comunes, los redactores nos han ocultado alguna novedad. “Apostar decididamente por la financiación en exclusiva de una red pública de enseñanza, dejando el modelo de concierto para situaciones complementarias y justificadas en las que lo público no puede extenderse”. Y expulsar las “enseñanzas confesionales” del currículum y del horario escolar. Eso no es laicidad (separación de la Iglesia y de la escuela) pero sería un paso. ¿Ha decidido Rubalcaba sorpresivamente enfrentarse a la Conferencia Episcopal? No tiene nada que ver con el talante de las propuestas a la Conferencia. Tiempo habrá para echarle agua al vino. Siempre podrán decir que era sólo un documento de trabajo.
En realidad, los redactores han descubierto que en nuestro país subsisten ¡“restos de confesionalidad que deben ser revisados”! Y tienen la audacia de propugnar una “ley de libertad religiosa” (lo democrático sería la libertad de conciencia) que no se someta a los límites de los Acuerdos del Estado con la Santa Sede. No se les ocurre romper esos Acuerdos.
Hay que revisar, barnizar, repintar. Lo hacen con la Iglesia como lo hacen con la Monarquía, regulando la sucesión y la abdicación. Ni laicidad ni República, sino sometimiento a la ley de los bancos, el FMI, el BCE…
Los dirigentes del PSOE tendrán que explicarles a sus afiliados cómo puede sobrevivir con estas premisas una organización socialista y democrática, que se ha basado históricamente en lo contrario.
De momento los trabajadores y la mayoría debemos constatar que los que dirigen el Partido Socialista están decididos a apoyar hasta el fin a Rajoy y a estas instituciones, y no quieren por nada del mundo que su organización sea un punto de apoyo para los trabajadores y jóvenes que quieren acabar con el ajuste y la opresión.
Nuestra experiencia de todos los días en todas partes es que luchamos juntos con compañeros socialistas por los derechos de los trabajadores y de los pueblos. El interés de los trabajadores querría que prevalezca esa disposición de tantos afiliados y militantes.
Por nuestra parte, como sección de la IV Internacional, no estamos por permanecer a la espera de cómo se desarrollen las contradicciones del Partido Socialista. Invitamos a trabajadores y jóvenes a combatir con nosotros por ayudar a abrir una salida a la pavorosa crisis en que el capitalismo hunde a la humanidad. Y esto incluye en particular agrupar fuerzas de militantes de todas las afiliaciones políticas y sindicales del movimiento obrero por lograr la ruptura de las organizaciones con la Troika y la unidad en defensa de los derechos de trabajadores y pueblos.