(Publicado en la Carta Semanal 577)
Lo que sucede hoy en Venezuela guarda una estrecha relación con lo que está pasando en Brasil. Son dos aspectos de la contraofensiva imperialista para acabar con todos los gobiernos que se escapan, aunque sea parcialmente, a su control. Y, en ese sentido, la Monarquía española sólo juega un papel de servidor, subalterno pero obligado, del imperialismo.
Una vez puesta en marcha la operación de destitución de Dilma Roussef en Brasil –cuyo resultado final va a depender de la movilización de la clase obrera brasileña y sus organizaciones, el PT, la CUT, el MST…, así como de la lucha de clases mundial y del apoyo del movimiento obrero de todo el mundo a los compañeros del Brasil. Sin olvidar para nada ese combate clave,- las miras del imperialismo apuntan hacia el gobierno Maduro en Venezuela. Y para ello cuentan con las actuaciones de los agentes del capital financiero, con un reparto de papeles como el que hay entre González y Zapatero y los artículos de sus voceros que también forman un coro con distintas voces pero con la misma siniestra melodía golpista.
En el caso de Venezuela, los medios de comunicación españoles y buena parte de los políticos que viven en las instituciones se han implicado desde el primer momento en esa campaña, que más parece un asunto de política interior.
De Felipe a Zapatero
Puede afirmarse sin error que el capital español y sus defensores están implicados desde siempre en la vida política venezolana. Rajoy y Aznar siempre han apoyado a la reacción en Venezuela. Recordemos la posición oficial de Aznar en 2002, y cómo ahora Rajoy apuesta sin tapujos por la reacción. Sin ir más lejos, acaba de conceder la nacionalidad española a los parientes de los principales golpistas. Que así actúen los representantes del aparato franquista es normal. Lo que para los trabajadores es insoportable es que dirigentes que se reclaman del socialismo puedan dar a apoyo a la reacción mas negra
Recordemos el caso de Felipe González. En 1989, el gobierno venezolano de Carlos Andrés Pérez puso en marcha un plan de ajuste inspirado por el FMI, que incluía aumento de precios de alimentos y otros productos de primera necesidad y de los servicios públicos. El 26 de febrero de 1989 el Ministerio de Energía y Minas anuncia el alza inmediata de un 30% de los precios de la gasolina y el incremento de las tarifas del transporte público urbano e interurbano también en un 30% para los 3 meses siguientes, después de los cuales podrían aumentarse hasta el 100%. Esas primeras medidas son respondidas por un levantamiento popular espontáneo conocido como el caracazo. La brutal represión de ese movimiento por parte del ejército, que utilizó armas de guerra, supuso más de 3.000 muertos. En aquel momento Felipe González, presidente del gobierno español, no sólo no protestó, sino que anunció de inmediato una ayuda de 600 millones de dólares al gobierno de Carlos Andrés Pérez, para “ayudarle en críticos momentos”, como señalaba una nota del diario El País del 2 de marzo de ese año. ¡Qué diferencia con los clamores de González en estos días contra la “represión” en Venezuela!
En cuanto a la prensa supuestamente “independiente” -no vamos a hablar de ABC, La Razón o El Mundo– recordemos lo que decía El País con motivo del golpe militar contra Chávez de Abril del 2002. Su Editorial del sábado 13 de abril decía lo siguiente: “Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón. El Ejército, espoleado por la calle, ha puesto fin al sueño de una retórica revolución bolivariana encabezada por un ex golpista que ganó legítimamente las elecciones para convertirse desde el poder en un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo (…) A la luz de los hechos, hay que elogiar al menos la decisión de la cúpula militar de ceder el poder a un civil, aunque resulte singular que el elegido sea el presidente de la patronal”
Y ahora Zapatero está en Venezuela para “mediar” entre la oposición golpista y el gobierno para que éste acceda a abandonar el poder sin resistencia, mientras la “prensa libre” española de todos los colores clama al unísono contra la “dictadura chavista”.
Sin duda alguna, el gobierno Maduro tiene razón cuando acusa a los medios políticos y mediáticos españoles de atacar Venezuela y preparar las condiciones de una eventual intervención militar –interna o exterior- auspiciada por los EE.UU., como promulga el “paramilitar” expresidente de Colombia Álvaro Uribe, que acaba de invitar a los militares venezolanos a que “permitan que el pueblo derrumbe la tiranía y se encuentre con su futuro democrático” para evitar –según el- la “necesidad de una fuerza internacional, institucional y democrática que ayude en la tarea”.
Hacer frente a la agresión imperialista, sin condiciones
Nuestra posición en Venezuela parte de la política de “frente único antiimperialista” elaborado por la Internacional Comunista de Lenin y Trotsky en su IV Congreso.
Por tanto, no nos identificamos con la política de Maduro, cuyos errores han facilitado el paso a la reacción. En primer lugar la decisión de seguir pagando la deuda externa contraída con el capital financiero, con tasas de interés que van entre un mínimo de 5,25% hasta un máximo de 12,75% y que hacen que, según declaró el propio Maduro en enero de este año, en 16 meses, Venezuela hubiera pagado 27.000 millones de dólares en capital e intereses de la deuda externa. Quizás Maduro no puede, él solo, dejar de pagar la deuda, pero tampoco ha buscado forjar un frente (como había apuntado Chávez sin hacerlo) a escala continental para negarse a pagarla. También es cierto que sigue dejando actuar a los vampiros capitalistas que organizan la penuria.
Pero, en todo caso, es a los trabajadores y a la población venezolana a quienes corresponde juzgar su política. De ningún modo podemos identificarnos con el imperialismo español y sus agentes, disfrazados de “defensores del pueblo venezolano”, cunado son los mismos que al servicio de la Monarquía defienden a la OTAN y sus operaciones contra los pueblos. Al contrario, defendemos incondicionalmente el derecho del pueblo de Venezuela a decidir de manera soberana su propio destino, sin injerencias externas.
La “izquierda” mira para otro lado
En estos momentos de ofensiva imperialista para derribar al gobierno Maduro, no por “antidemocrático” -¿qué les importa a estos sinvergüenzas la democracia?- sino porque se niega a someterse al 100% a los dictados del capital financiero y del imperialismo USA, cuyo primer objetivo es apoderarse del petróleo de Venezuela, primera fuente de riqueza del pueblo venezolano, dando unas migajas a sus agentes internos para que se lo administren, hay que poner el dedo en la llaga de la actitud de los dirigentes de la “izquierda” española. Pedro Sánchez apoya directamente a los golpistas, siguiendo la estela de Felipe González.
En cuanto a los dirigentes de Podemos, hasta ayer amigos de Chávez y Maduro, hoy se suman al coro de los que “condenan” al gobierno venezolano, defendiendo incluso a asesinos confesos como Leopoldo López. Estos “amigos” que abandonan en los momentos de dificultad, alegando en privado justificaciones electoralistas, no merecen la confianza de los trabajadores. Si a la primera presión de la prensa y del aparato de Estado abandonan sus posiciones, ¿qué no harán si se sientan en el gobierno y tienen que enfrentarse a la presión de esos medios, más la Unión Europea, más el FMI, etc.?
Recordemos que cuando el PP planteó en el Congreso una votación en contra de Venezuela y en apoyo a la oposición organizada y financiada por los Estados Unidos, solo votaron en contra IU, ERC y Bildu.
Hay que felicitarse de las tomas de posición sindicales (como en diversos congresos de la UGT) y de la convocatoria de una manifestación en Madrid en defensa del pueblo de Brasil y del de Venezuela. No hay que escatimar esfuerzos para lograr que todas las organizaciones de los trabajadores tomen esa posición.