Ante el 14 de abril: El significado de la lucha por la República hoy

Carta Semanal 830 en catalán

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En el 90 aniversario de la proclamación de la II República, muchas son las celebraciones, de uno u otro tipo, que se preparan.

Para algunos compañeros y organizaciones, se trata de un homenaje un tanto nostálgico a la II República. No es nuestra posición, porque no creemos que corresponda a los intereses y aspiraciones de los trabajadores y los pueblos. Para los militantes de la IV Internacional, la República abrió camino a la expresión de las reivindicaciones de los trabajadores, los campesinos sin tierra, las mujeres y los pueblos, pero no fue capaz de darles respuesta, porque no podía hacerlo dentro del marco del respeto a la propiedad privada de los medios de producción. Tampoco fue capaz de darles solución la clase trabajadora –a pesar de su heroísmo revolucionario en 1934, 1936 y 1937– porque los dirigentes socialdemócratas, estalinistas y anarcosindicalistas, renunciaron a defender hasta el fin las conquistas y los objetivos del movimiento revolucionario, por subordinarse a los políticos burgueses republicanos y a las exigencias de los imperialismos y de su intermediario el gobierno de Stalin.

No podemos hacer aquí, por razones de espacio,  un  balance más detallado de la II República, pero invitamos a quien quiera profundizar en el tema a repasar lo dicho en los escritos sobre España de Trotski, en el n.º 27 y otros números de Combate Socialista o en los libros de Félix Morrow (Revolución y contrarrevolución en España), de Casanova (La Revolución en España. El Frente Popular abrió las puertas a Franco) o de Munis (Jalones de derrota, promesa de victoria).

Partiendo de esa experiencia, obreros socialistas internacionalistas han constituido la sección de la IV Internacional en el Estado español con el objetivo de ayudar a que los trabajadores y sus organizaciones defiendan sus intereses y los de la mayoría sin ceder ante las exigencias del capital, derribando las instituciones del régimen monárquico. Para ello se apoyan en la experiencia del movimiento obrero y de los pueblos en los decenios más recientes, como luego indicaremos.

Para otros compañeros y organizaciones, la República es sobre todo sustituir a un jefe de Estado no elegido por un presidente y dar un barniz democrático al Estado. Aunque no cabe duda de que cualquier militante obrero se felicitaría de librarnos de los parásitos de la familia Borbón, tampoco es nuestra posición.

La república en la conciencia de las masas

Para la clase trabajadora, para los pueblos de todo el Estado, República es mucho más que cambiar un rey por un presidente. Por el contrario, es la concreción de un profundo cambio político y social, que permita abrir la vía a la satisfacción de las reivindicaciones democráticas y sociales.

En la conciencia de las masas, República es democracia plena, República es reconocimiento de los derechos de los pueblos, república es defensa de la escuela pública, servicios públicos al servicio de la población trabajadora, separación real de la Iglesia y del Estado, reforma agraria, nacionalización de la banca y las empresas estratégicas, igualdad real de hombres y mujeres, un futuro para la juventud, mejora de las condiciones de la clase trabajadora.

En resumen, para las masas trabajadoras, la lucha por la República es inseparable de la lucha por las principales reivindicaciones. Sólo la conjunción de ambos combates traerá la República. Porque, como en enero de 1873 y en abril de 1931, la república no va a ser una concesión de nadie. La traerá el pueblo, la traerán los pueblos, con su movilización.

La cuestión del aparato de Estado

En el Estado Español, la Monarquía está encarnada, por mandato de la constitución de 1978, en “los herederos de Juan Carlos de Borbón”, dando preferencia “al varón”, quien, a su vez, fue el heredero designado por el dictador Franco y, como capitán general de los ejércitos, asumió (como luego su hijo) la designación de monarca. Así, la monarquía incluía, también, desde su restauración en 1975, como continuidad de la dictadura, el mantenimiento de lo esencial del aparato de Estado de la dictadura, de su aparato judicial, del ejército del 18 de julio, de los cuerpos represivos. Todos ellos sin depuración alguna, pero, a su vez, depurados en 1936-39 de todo elemento opuesto al golpe militar-fascista, y depurados luego de todo demócrata que se hubiera “infiltrado” en sus filas.

Si bien la poderosa movilización obrera y popular desencadenada tras la muerte de Franco impuso a la Monarquía derechos y libertades, no consiguió acabar con ese aparato de Estado, cuyo mantenimiento contó con el apoyo de los principales partidos obreros –aun a costa de su propia existencia como organizaciones de base obrera– y nacionalistas a través de los pactos de la Moncloa.
Tanto la Monarquía como el aparato de Estado han demostrado ser tenaces instrumentos para frenar las reivindicaciones, perseguir la disidencia y avalar todas las contrarreformas y recortes de derechos. El caso más claro es la persecución contra los republicanos catalanes, donde el aparato judicial, a las órdenes del Rey (establecidas en su infame discurso del 3 de octubre de 2017, tras el referéndum catalán), se puso a la cabeza y los ha perseguido implacablemente. Y sigue haciéndolo a fecha de hoy, para evitar, igualmente, toda posibilidad de un acuerdo, por limitado que fuera, que permita dar una salida política al conflicto.

La Monarquía ha significado también el mantenimiento de las relaciones estrechas entre los centros del gran capital financiero (hoy el IBEX) y el Estado, reforzando si acaso su carácter rentista y parasitario, viviendo protegidas con las leyes antiobreras de las diferentes reformas laborales (hemos tratado en otras cartas la desindustrialización auspiciada bajo todos los gobiernos de la monarquía).

La lucha por la República es la lucha por librarnos de este aparato de Estado, que se aferra a sus privilegios y que sirve a los intereses del capital financiero. Ningún cambio político profundo es posible sin la disolución de los cuerpos represivos heredados del franquismo, sin la sustitución del aparato judicial franquistas por jueces elegidos por el pueblo, sin la eliminación del ejército del 18 de julio, plagado –incluso en 2020– de defensores del franquismo, como se evidencia en sus grupos de wasap y en los manifiestos en defensa de Franco firmados por cientos de oficiales en la reserva (los que están en activo prefieren permanecer en silencio y fingirse demócratas para mantener sus prebendas). Por eso la burguesía española y el imperialismo se aferran a ese aparato de Estado y a su representación política, los partidos políticos franquistas, encabezados por el PP.

La República y la lucha por las reivindicaciones

No hay arriba fuerzas que quieran traer la República mediante “procesos constituyentes”. Como señalábamos antes, La República llegará sólo si el pueblo la impone con su movilización, como el 14 de abril de 1931, cuando las masas se echaron a la calle, tras el resultado de las elecciones municipales del 12 de abril, que dieron la victoria a las candidaturas republicanas en las principales ciudades, para exigir la marcha del rey Alfonso XIII y la proclamación de la república.

La clase trabajadora se enfrenta a una situación extremadamente difícil. Sin esperar al fin de la pandemia, ya se anuncian miles de despidos. En la hostelería ya se estaban produciendo. En pocos días, se han anunciado ERE para miles de trabajadores en el comercio (El Corte Inglés, H&M, Zara, Adolfo Domínguez…). Lo que se anuncia es un proceso de cierre generalizado de superficies comerciales para sustituirlas por la venta por internet. En la industria, un nuevo desmantelamiento generalizado, donde al cierre de Nissan sucede el anuncio del cierre de la factoría de Airbus en Puerto Real, el ERE de Ford, anuncios de reestructuraciones en SEAT… Y los 900.000 trabajadores en ERTE (o los que les sucedan) no van a tener puestos de trabajo, sino salidas precarias.

La Unión Europea exige un nuevo recorte de pensiones, que el Gobierno, falto de apoyos, no sabe cómo abordar, como prueban los reiterados “globos sonda” del ministro Escrivá. Pero las supuestas “ayudas europeas”, cuya llegada se atrasa una y otra vez, están claramente condicionadas, cada día es más claro, e este recorte, y a agravar con medidas aún peores la reforma laboral.

El gobierno español aparece en buena medida en Europa como uno de los más avanzados en la puesta en práctica de las medidas represivas del
estado de alarma. No es por casualidad: la aplicación de la Ley Mordaza, la prohibición de las manifestaciones… le vienen como anillo al dedo a las instituciones heredadas del franquismo.

Cada una de las reivindicaciones obreras y democráticas choca con las instituciones de la Monarquía, no pueden ser satisfechas sino acabando con este régimen monárquico. Así, la experiencia actual de los trabajadores y pueblos entronca con la experiencia histórica en que se basa la sección de la IV Internacional.

Enlazar la resistencia, la movilización de los pueblos y las luchas obreras en defensa de sus reivindicaciones y sus conquistas sociales y democráticas es la tarea más importante para los militantes que luchan por la República desde una perspectiva revolucionaria. Es la tarea en la que coincidimos colectivos diversos que se agrupan en el Comité por la Alianza de los Trabajadores y los Pueblos.

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