Carta Semanal 818 en catalán
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En el Capitolio, conocido como «templo de la democracia estadounidense», en la capital federal de los Estados Unidos, Washington, el 6 de enero de 2021 un asalto golpista dejó cinco muertos, entre ellos un policía.
Se reunieron decenas de miles de manifestantes, convocados por Trump, procedentes de todo el país, para oponerse a que el Congreso certificase la elección de Biden. Esos electores de Trump son en muchos casos parados, obreros desclasados y miembros de la pequeña burguesía pauperizada, desesperados e indignados contra las «élites» de Washington.
Trump tomó la palabra, denunciando el resultado de las elecciones, pero también a sus amigos republicanos a los que acusó de traición, llamando a los manifestantes a acudir el Capitolio. Solo una parte de los manifestantes fueron al Capitolio. Varios centenares de ellos, supremacistas blancos, complotistas de Qanon, milicianos de extrema derecha, desbordando a la policía, y con algunas complicidades, entraron por la fuerza dentro del edificio, irrumpiendo en plena sesión del Congreso y obligando a los senadores y diputados a abandonar el Capitolio. El pánico se ha apoderado de todas las altas instancias dirigentes de los Estados Unidos. Todos temen que esto pueda desembocar en el caos.
Biden denunció una «insurrección», pero Pence, el vicepresidente de Trump, también denunció esta acción, como lo hicieron muchos parlamentarios republicanos, entre ellos el jefe de los senadores o Cruz, jefe de la minoría radical republicana.
En un hecho histórico, la Asociación de Empresarios, que agrupa a las mayores empresas estadounidenses, conminó inmediatamente «al presidente y a las autoridades a poner fin al caos y a facilitar una transición pacífica». La víspera, diez exresponsables del Pentágono, republicanos y demócratas, entre ellos Dick Cheney, vicepresidente de Bush, y Donald Rumsfeld, el hombre de la guerra del Golfo, llamaban conjuntamente al Congreso a certificar la victoria de Biden. 170 de los más grandes patronos estadounidenses hacían lo mismo.
Tras una interrupción de seis horas, el Congreso certificó con urgencia la victoria de Biden. En su declaración, Biden llamó a la unidad. Tendió la mano a los republicanos. El 7 de enero, Trump tuvo que denunciar los actos violentos, reconociendo su derrota, y aseguró que participaría en la transición pacífica con la nueva administración. Sigue leyendo