Publicamos una entrevista con un compañero turco (publicada el 5 de junio en Informations Ouvrières de Francia). En el momento en que escribimos, las manifestaciones, en particular de jóvenes, estudiantes, alumnos de secundaria, universitarios, amparados por la simpatía de la población, hacen arder todo el país. Iniciado en Estambul, el movimiento se extiende a otras grandes ciudades, Ankara, Esmirna, Adana (mayoría kurda), y a todas las ciudades del país.
El origen puede parecer menor: contra la “destrucción” de un parque en la plaza Taksim para construir un centro comercial. En realidad, en el país crecía una tensión enorme desde cierto tiempo. El gobierno del AKP, partido islamista pretendidamente moderado, multiplicó en el último periodo las medidas represivas respecto a la vida cotidiana de la población, poniendo en causa en particular las tradiciones laicistas del país, producto de la constitución de la Re- pública turca en 1923.
¿Cuál es el significado, qué es lo que está en juego en esta movilización? Damos la palabra a un militante turco, Sadi Ozansu, responsable del Partido de la Fraternidad Obrera (IKP).
¿Cómo se ha desarrollado el movimiento?
La chispa que ha encendido el incendio ha sido la sentada semiespontánea que se hizo el lunes 27 de mayo para protestar contra la decisión del municipio, dirigido por el AKP, de cortar los 600 árboles del parque Taksim, en el centro de Estambul.
La intervención brutal de la policía ha desencadenado una reacción generalizada que se ha manifestado en particular en los institutos y las facultades que se han sumado a la mani- festación en la plaza. El sábado, un millón se juntaban en la plaza y hacían que se les uniera la población de la parte este de Estambul, que cruzó el puente que divide la ciudad en dos partes para llegar a Taksim.
El Gobierno tuvo que retirar las fuerzas de policía. Pero este fin de semana, el movimiento se ha extendido a todo el país, incluidas las regiones con mayoría kurda. Los lemas se han politizado muy pronto, exigiendo la dimisión del Primer ministro Erdogan.
¿Qué dicen las diferentes fuerzas políticas?
El partido del gobierno, el AKP, ha dicho que los manifestantes eran vagabundos manipulados por la oposición (en particular el Partido Republicano Popular –CHP– que se reclama del kemalismo (*). Pero en realidad, las manifestaciones han sido al principio totalmente espontáne- as, y varias organizaciones se les han juntado en los últimos días, en particular la Unión de la Juventud de Turquía.
Por otro lado, el DBP (Partido de la Paz y de la Democracia), que se reclama de la defensa de los derechos del pueblo kurdo, ha declarado oficialmente que no sostiene las manifestaciones, aunque en su grupo parlamentario (36 diputados, de los que 6 están encarcelados), varios se han pronunciado a favor de las manifestaciones de la juventud.
Por el momento los grandes sindicatos turcos no se pronuncian, pero la Confederación de los Trabajadores del Estado llama a la huelga por sus reivindicaciones este miércoles 5 de junio.
El consulado norteamericano, por su parte, declaró oficialmente que la gente tenía derecho a manifestarse, criticando así la intervención brutal de la policía.
¿Cuáles son los temas de fondo planteados por estas manifestaciones?
Primero, la política del AKP sigue meticulosamente las órdenes del gobierno estadounidense. El gobierno Erdogan ha emprendido una revisión de la Constitución que pone en entredicho todo el sector de las empresas nacionalizadas. Segundo, trata de dar un carácter presidencial al régimen, y ha dictado leyes que atacan el laicismo del Estado.
Por otro lado, el gobierno Erdogan lleva una campaña férrea para llegar a una intervención militar en Siria. Todos saben que entrenan a las tropas del Ejército Sirio de Liberación en la frontera de Siria. Es una de las cosas más condenadas por la población, mayoritariamente opuesta a una intervención turca en Siria. Estos últimos meses ya habían tenido lugar manifestaciones importantes por este tema.
¿Cuáles son las perspectivas?
Está claro que nadie puede predecir cómo va a continuar este movimiento. Pero ya ha mostrado la fragilidad del gobierno islamista, el carácter falaz de sus pretensiones democráticas, tan jaleadas a escala internacional. La clave hoy es cómo va a reaccionar la clase obrera, en particular sus organizaciones sindicales, para apoyar las exigencias justificadas de la juventud.
(*) Del nombre de Kemal Atatürk, fundador de la República Turca y partidario de la laicidad del Estado.