(Publicado en la Carta Semanal 755 – ver en catalán)
Declaración del Comité Ejecutivo del POSI – 11 de noviembre de 2019
Es una evidencia y los resultados electorales lo ponen de manifiesto: estamos donde estábamos, y a juicio de muchos, en peores condiciones que antes de la convocatoria. Y es así porque difícilmente puede haber salida a la situación de bloqueo, si no se rompen las condiciones que han llevado a ese bloqueo. Pudo comprobarse en los sucesivos intentos de formar gobierno y ha podido comprobarse también con los resultados electorales. Más allá de las combinaciones que puedan darse en los próximos días, el problema de fondo subsistirá: quién pretenda salir del bloqueo -Pedro Sánchez- no puede hacer depender las aspiraciones de la inmensa mayoría de la población trabajadora de este país, de lo que quieran imponer las instituciones del capital financiero, de la misma manera que la solución a la cuestión catalana debe ser abordada de manera democrática y no como quieren los franquistas. Como se ha podido comprobar una vez más, asumir como propio el discurso de la derecha reaccionaria (la moderna y la desacomplejada) no sale a cuenta.
El PSOE ha perdido 800.000 votos y 3 diputados por su decisión de repetir las elecciones bajo las mismas premisas que llevaron al bloqueo. Por su parte, la actitud adoptada por Pablo Iglesias durante las negociaciones para la investidura le ha supuesto 650.000 votos menos y 7 diputados.
A pesar de todo, y aunque muestren euforia, la derecha ha perdido globalmente votos y está lejos de poder formar gobierno. Lo más llamativo de los resultados es la reordenación del reparto de votos en el campo de las derechas, donde Cs (que ha perdido más de 2.500.000 votos) cede su puesto a Vox (que gana unos 950.000), mientras el PP sube 650.000. El nuevo reparto indica la radicalización de las fuerzas franquistas.
Pedro Sánchez anunció que repetía las elecciones para no “depender de los nacionalistas”. Pues en el nuevo parlamento, éstos van a ser más fuertes, con la subida del PNV y Bildu, la entrada de las CUP, la vuelta del BNG y el sólo ligero descenso de ERC. En Cataluña, los partidos que defienden la independencia o el derecho a decidir han pasado a 30 diputados. Los partidos franquistas siguen desaparecidos del país vasco y no han progresado en Cataluña (donde sólo tienen 6 diputados de 48). La abstención superior al 28 de abril así como el aumento de nulos y blancos no han modificado los equilibrios. La fragmentación del nuevo parlamento supera a la del disuelto. Y el PSOE ha perdido su mayoría absoluta en el Senado.
Cataluña en el centro del debate político
Sin embargo, aunque los dirigentes del PSOE y, en algunos casos también los de UP, intenten justificar una orientación que da la espalda a la solución democrática para Cataluña, los resultados de esa política están claros: no suman más, sino menos. Y en lugar de disminuir a las derechas asumiendo su política sobre Cataluña, le han dado alas e incluso han facilitado su radicalización. La actitud frente a la sentencia de los republicanos catalanes es el extremo de esta situación. Mientras Sánchez ha insistido en que debe cumplirse únicamente, Iglesias se ha dejado en el equipaje la defensa de la libertad de los presos.
Han organizado un discurso contra la mayoría social, y hay que constatar un hecho: La campaña ferozmente monárquica y centralista realizada por el aparato del PSOE –que justificaba diciendo que otra cosa le iba a hacer perder votos- sólo le ha servido para perder votos y escaños y facilitar la recuperación del PP y la subida de VOX. No es haciendo la política de los franquistas como se les puede derrotar. La negativa de Sánchez a abrir una vía de solución su apuesta en la campaña por una política de “mano dura”, contribuyen a cerrar aún más el camino a una salida.
De la misma manera, la amenaza de poner a la Sra. Calviño como vicepresidenta con todos los poderes es la garantía de un gobierno antiobrero y también es responsable de la pérdida de votos (los ochocientos mil más los que han sido compensados por la entrada de algunos votos de C’s).
¿Qué alternativas hay?
Podrían repetirse las elecciones hasta que llegue un momento en que las derechas franquistas sumen mayoría, pero evidentemente es un riesgo exponerse a la indignación popular ante una nueva repetición. Descartando esto, está claro que el capital financiero tiene una alternativa: un gobierno basado en un acuerdo entre el PSOE y el PP, ya sea bajo la forma de una “Gran Coalición” o de la abstención del PP. Una alternativa que supone un riesgo importante de estallido en el PSOE (Pedro Sánchez pasaría del “no es no” a gobernar con los franquistas), pero que también supondrá problemas para el PP, que dejaría el flanco derecho en manos de Vox. En todo caso, esta sería una alternativa absolutamente desfavorable para los trabajadores, la juventud y los pueblos.
Los editoriales de dos de los portavoces del régimen, ABC y El País, apuntan indirectamente hacia la solución de la patronal, de choque con los trabajadores y con el pueblo catalán. Así, El País habla de “explorar la posibilidad de un programa de mínimos”, y el ABC dice que “la repetición de las elecciones exonera al PP de cualquier responsabilidad de facilitar la investidura de Sánchez, salvo que sea consecuencia de un pacto en el que ni la propia candidatura de Sánchez deberá darse por asegurada”. Que sacrifiquen a Sánchez para poner un títere previsible.
Un gobierno así, de guerra contra los trabajadores y los pueblos, podría llevar a este país al caos y a una sucesión de enfrentamientos.
La salida aceptable para los trabajadores y los pueblos
Sería, sin duda, un acuerdo entre los partidos que se reclaman de la clase trabajadora y los partidos republicanos catalanes, vascos, gallegos, que se basara no sólo en la aritmética parlamentaria sino, sobre todo, en la satisfacción de las exigencias y reivindicaciones de la mayoría, que se han expresado en los últimos años y que todos saben cuáles son.
Hay que derogar las reformas laborales, defender el sistema público de pensiones, garantizando su sostenibilidad y derogando las contrarreformas de 2011 y 2013, derogar la LOMCE, poner fin a todos los recortes en la sanidad, la enseñanza, los servicios públicos y la inversión pública, poner en libertad a los presos y abrir la vía al diálogo para buscar una solución democrática a las exigencias del pueblo catalán. Si se llegara a formar un gobierno basado en esas acciones contaría, sin duda, con el apoyo de la inmensa mayoría de la población.
La movilización es la clave
Entretanto el pueblo catalán, con su juventud a la cabeza, sigue movilizado, los pensionistas en todo el Estado están alerta y disponibles para continuar su combate, toda la clase obrera está expectante ante tantas promesas incumplidas. Más temprano o más tarde se anuncia la impetuosa movilización para exigir el cumplimento de reivindicaciones y derechos, que ponga en solfa al régimen monárquico y allane el camino a la República del pueblo y para el pueblo, de los pueblos y para los pueblos. Esa es la cuestión que va a estar en el centro de la situación política en los próximos meses.
Es urgente agrupar todas las fuerzas que no están dispuestas a renunciar a las reivindicaciones apremiantes, todas las fuerzas que no están dispuestas a que el ataque al pueblo catalán se convierta en el punto de partida de una oleada autoritaria y del caos.
Hay que crear el más amplio movimiento de trabajadores y jóvenes, de afiliados de todas las organizaciones, de colectivos obreros y democráticos por la movilización unida, lo que incluye arrastrar a los elegidos por los trabajadores y los pueblos, arrastrar a las organizaciones levantadas por los trabajadores. Que no deben hundirse con el régimen monárquico, sino contribuir a crear una situación de progreso y democracia.