Carta Semanal 902 en catalán
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Hace unos días, 60 mandatarios de distintos países mantenían una reunión, unos de manera presencial y otros por videoconferencia, con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, en la que le animaron a continuar la guerra hasta la recuperación de todos los territorios ocupados por Rusia, incluyendo Crimea y todo el Donbás. Una guerra que deberá ser sangrienta y prolongada, que los 60 dirigentes se comprometieron a seguir alimentándola con suministro de nuevas armas y para la que se exigen nuevos sacrificios a la población trabajadora, en especial a la de Europa. Una vez más, como en 1914, se conjuran para una “guerra hasta la victoria total”. O, como en 1939-45, hasta la rendición incondicional del enemigo.
Como complemento, todos los medios se hacen eco de las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, que anunciaba el “fin de la abundancia” y anunciaba una era de “necesarios” sacrificios. Entre un 15 y un 20% de los franceses, según distintas fuentes, viven en situación de pobreza, mientras otros muchos luchan por sobrevivir, pero todos, sin duda, han tomado nota de la advertencia sobre los nuevos sacrificios.
Para el otoño, muchos economistas advierten del riesgo inminente de una recesión en Alemania, motivada por el colapso de la industria derivado de la falta de energía y de suministros. Recesión que arrastraría al conjunto de las economías europeas, sometidas, contra sus propios intereses, a la guerra de los EEUU contra Rusia, y a su guerra comercial contra China.
La clase trabajadora no se resigna
En ese contexto general de crisis mundial, de dislocación del mercado mundial, la clase trabajadora no se resigna a que le arrebaten todos sus derechos, todas sus conquistas sociales. No con la excusa de la pandemia ni con la justificación de la guerra. Hemos asistido a potentes movilizaciones desde la propia pandemia.
Durante el verano, las movilizaciones han continuado. Como las trabajadoras del Ayuda a Domicilio de Cantabria, en huelga indefinida por su convenio, y que han rechazado en sus asambleas la propuesta de miseria de la Patrona, o los vecinos de los barrios de Sevilla, contra los cortes de luz resultado de la falta de inversiones y de mantenimiento de Endesa en los barrios de población trabajadora.
Al mismo tiempo, se producen potentes movilizaciones en Europa, con los trabajadores del Reino Unido a la cabeza en lo que se ha llamado el “verano del descontento”.
Al otro lado del Atlántico, asistimos a una ola sin precedentes de organización de sindicatos en el sector privado en los EEUU, y vemos cómo la movilización obrera y popular preparó las condiciones para las victorias electorales de Boric en Chile y de Petro en Colombia.
En estas condiciones, la clase trabajadora y la juventud del estado español se preparan para un otoño de luchas.
La defensa del poder de compra de salarios y pensiones
Frente a la subida desaforada de los precios de la energía, los combustibles y los alimentos, seguida por la subida del resto de bienes y servicios (inflación de más del 10% motivada, como explica un estudio de CCOO, por los beneficios empresariales), trabajadores en activo y pensionistas se ven obligados a luchar por la recuperación del poder de compra de sus salarios y pensiones.
Mientras, el gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, con su negativa a intervenir las compañías eléctricas y las petroleras, y los precios de los bienes de primera necesidad, lanza un decreto tras otro de medidas paliativas que no son otra cosa que paños calientes incapaces de solucionar el empobrecimiento de la población trabajadora, tanto activa como pensionista. Porque está bien tener trenes gratis, pero eso está muy lejos de satisfacer la necesidad: no perder un 10% del poder de compra. Y ¿cómo puede el gobierno sacar pecho de su intención de subir el SMI un 4,5% para una inflación del 10,5?
Mientras tanto, intenta forzar a a los dirigentes sindicales a un “pacto de rentas” que supondría, una vez más, que sea la clase trabajadora la que pague las consecuencias de la crisis. Y, fiel a sus compromisos con la OTAN, prepara un aumento espectacular del gasto militar, incluyendo el gasto de 10.000 millones para comprar nuevos aviones de combate a los EE.UU.
Las organizaciones de pensionistas ya han dado un paso adelante en defensa del poder de compra de las pensiones, con la convocatoria de una movilización estatal para el 15 de octubre, que va consiguiendo adhesiones de militantes de todos los sectores, y que puede incorporar a sectores importantes de la clase trabajadora.
Por el momento los dirigentes sindicales no pasan de una política de presión a la patronal y el gobierno, con su campaña “salario o conflicto”, para reivindicar acuerdos en el diálogo social, para los que presentan propuestas más que reducidas de incremento salarial. Pero muchos ponen en duda que tengan capacidad de contener a una clase trabajadora que ya ha visto cómo en algunos sectores, como la dependencia, se han arrancado subidas del 6,5%, aunque la patronal se resista con uñas y dientes a aplicarlas.
Muchos sectores se han lanzado ya a la lucha, sin esperar a la anunciada y siempre aplazada movilización de los sindicatos, y otros muchos afilan sus armas para hacerlo. Otros siguen combatiendo por llevar a las organizaciones indicales a ese combate.
Los trabajadores de la industria ven sus puestos de trabajo amenazados por una nueva ola de reestructuraciones, necesaria para la transformación hacia la llamada “economía verde”, y por nuevas deslocalizaciones. El reciente anuncio de Ford de que va a paralizar su proyectada reorganización de la factoría de Valencia para hacer coches eléctricos, renunciando incluso a las subvenciones comprometidas, puede marcar la pauta.
Al mismo tiempo, siguen pendientes exigencias como la derogación de la Ley mordaza. Tantas veces prometida y tantas veces aplazada.
El derecho a la educación
Los recortes han dejado a la enseñanza pública exhausta. Recientemente se ha hecho público que en la comunidad de Madrid, más del 45% de los jóvenes que solicitaron plaza para FP de grado medio se han quedado sin poder acceder. En el caso de la FP superior, ha sido un 61% los que se han quedado sin plaza. En otras comunidades la situación no es muy distinta. Por tanto, es necesario organizar el combate por la dotación de todos los medios para la FP pública, para que ningún joven que lo desee se quede sin acceder a ella.
Nuevos ataques a la enseñanza se preparan, como la aprobación de la LOSU, una supuesta nueva ley universitaria que preserva los ataques de la vigente LOU aznarista.
En tercer lugar, no es posible salvar la enseñanza pública sin un presupuesto suficiente. Lo que exige organizar la lucha contra el desvío de fondos públicos a la enseñanza privada, ¡los fondos públicos para la enseñanza pública!
La necesidad de abrir una salida política
Defender los derechos y avanzar hacia la consecución de las reivindicaciones exige trabajar por una salida política. Porque el régimen organizado en 1978 a partir de la reforma “democrática” de las instituciones del franquismo ha demostrado ser un formidable obstáculo para la satisfacción de las reivindicaciones.
Cómo ayudar a la construcción de una representación política fiel a la clase trabajadora, que aúne la lucha por las reivindicaciones con el combate por el necesario cambio político, es el debate que debe marcar los trabajos de la coordinadora del CATP prevista para el 10 de septiembre.
Las potentes movilizaciones que ya empiezan a desarrollarse en Europa, con Gran Bretaña en cabeza, donde los sindicatos de los sectores en lucha acaban de rechazar un aumento propuesto del 7 por ciento, plantea varías cuestiones:
-Todos los trabajadores y pueblos de Europa están frente a los mismos problemas. La política belicista de los gobiernos busca utilizar la guerra para destruir derechos y empobrecer a la mayoría. Se trata de un nuevo –y masivo- traslado de rentas de los asalariados al capital.
Las únicas consignas que corresponden a las necesidades son la que defienden el poder adquisitivo real, o sea, la escala móvil de salarios según la inflación. Todas las propuestas “intermedias” solo sirven para justificar de una u otra manera el Pacto de rentas.
Esta situación exige, poner en primer plano la independencia de los sindicatos en relación a los gobiernos, por “progresistas” que intenten aparecer.
El alineamiento de la práctica totalidad de partidos que se reclaman de la clase obrera con la política de guerra, en nombre de la supuesta defensa de la democracia y de los “valores europeos” (bien ejemplarizados en Ucrania con la prohibición de todos los partidos, la reforma laboral y los decretos antiobreros de Zelenski) profundiza aún más la evidente falta de representación política fiel a los intereses de los trabajadores y los pueblos.
Como comprobamos en el Encuentro Europeo contra la OTAN, la guerra y la explotación que organizó el CATP en Madrid el 25 de junio, en todos los países surgen o se han constituido grupos, tendencias, nuevas fuerzas políticas que quieren retomar la tradición del movimiento obrero internacionalista contra la guerra.
Los militantes que en España luchamos en este sentido, estamos implicados en tejer las más amplias alianzas de acción común y debate para ayudar a la movilización en cada país contra la política belicista de los gobiernos.
Y en esta vía, crear las condiciones para construir las representaciones políticas necesarias para el combate común contra la explotación y la opresión en la perspectiva de los Estados Unidos Socialistas de Europa.