Archivo por días: 12/06/2023

Quince meses de guerra

Carta Semanal 943 en catalán

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El próximo día 24 se cumplen quince meses desde que las tropas de Putin invadieron Ucrania, llevando la guerra que se desarrollaba desde 2014 en el Donbás a un nivel superior. En este tiempo, ha habido entre 100.000 y 200.000 muertos en combate (las cifras oficiales que dan ambos bandos forman parte de la propaganda de guerra). La guerra ha generado ocho millones de refugiados, a los que hay que sumar diez millones de desplazados dentro de la propia Ucrania. Y se espera una nueva carnicería si se produce la anunciada ofensiva ucraniana.

Ucrania está siendo destruida. Según el Banco Mundial, en 2022, la economía de Ucrania habría caído hasta un 45 %, mientras que la de Rusia –a pesar de las sanciones-  retrocedería  un 11 % al tiempo que Bielorrusia y Moldavia entran en recesión. Pero las consecuencias no se limitan a la región en que se desarrolla la guerra. Toda Europa está siendo afectada por la subida de precios de los combustibles y la energía y las sanciones a Rusia. Alemania, considerada como la “locomotora” de la industria europea, ha entrado en recesión y se calcula que la industria alemana ha perdido 180.000 millones desde el inicio de la guerra.

Desde el inicio de la guerra, la población ha sido sometida a una formidable campaña de intoxicación informativa, de propaganda de guerra. Los medios de comunicación rusos han sido prohibidos en toda Europa, y somos bombardeados por la propaganda de la OTAN. Por ejemplo, los medios claman contra la destrucción de una presa en río Dniéper –que atribuyen a Rusia, aunque el gobierno ruso dice que han sido los ucranianos- y hablan de “crimen de guerra”, de “grave daño ecológico” (eso, en un país sobre el que ha caído un diluvio de bombas de todo tipo). Pero ocultan el hecho de que, en marzo de 2022, cuando el avance ruso amenazaba la capital ucraniana, las fuerzas armadas de Ucrania volaron el puente de Demyduv y la presa del embalse de Kiev, entre los pueblos de Kozarovychi y Luitizh, para inundar la zona. Como resultado, los rusos no pudieron cruzar el río de Irpin y entrar en Kiev por el camino más corto.

En todo caso, sea quien sea el responsable de la destrucción de la presa, es un paso más en la destrucción que provoca la guerra. Y pueden seguir otros. Recordemos que la mayor central nuclear de Europa está en plena zona de guerra.

Economía de guerra

Todos los gobiernos de Europa están en pie de guerra. Por encima de los intereses de la industria europea, ha primado la sumisión a las exigencias de Biden y los planes de la OTAN, y todos se han apuntado a suministrar a Ucrania armas cada vez más sofisticadas y destructivas. Y a incrementar sus gastos militares. En una reciente carta semanal explicábamos cómo lo hacen  desde los Verdes alemanes –que han arrojado a la basura su pacifismo en cuanto han pisado los despachos gubernamentales- al gobierno de “extrema derecha” de Giorgia Meloni en Italia. Pero la OTAN no se conforma con eso y exige suministrar a Ucrania aún más armas e incrementos del gasto militar aún mayores. Cada día se avanza más en el camino de la guerra. A este respecto, hay que señalar que la OTAN realizará esta semana las mayores maniobras aéreas de su historia, a pocos kilómetros de la frontera con Rusia. Las maniobras “Air Defender” durarán 10 días y movilizarán a 250 aviones de 25 de los 30 países miembros de la Alianza, y a más de 10.000 soldados. Amy Gutmann, embajadora estadounidense en Berlín, señaló que le sorprendería que algún líder mundial no tomara nota de lo que estos ejercicios muestran “en términos de la fuerza de la Alianza. Y eso incluye a Putin”.

La escalada puede continuar, porque es difícil que los EEUU y la OTAN admitan una derrota de Zelensky, que sería, también, una derrota propia. Sólo los pueblos pueden parar la guerra.

El gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no ha sido una excepción en esta escalada militar. Ha duplicado los presupuestos militares, ha suministrado a Ucrania armas de todo tipo, concluyendo –por el momento- con los carros de combate Leopard, entrenado en suelo español a más de 600 soldados ucranianos. Y al mismo tiempo ha ampliado –sin siquiera consultar al Parlamento- la presencia de barcos de guerra y soldados americanos en la base de Rota.

Ese formidable incremento del gasto militar supone, como es lógico, desviar fondos que necesitarían desesperadamente la sanidad, la enseñanza, los servicios públicos, las infraestructuras. Los dirigentes europeos, que hace bien poco explicaban que la austeridad, la lucha contra la inflación, la deuda pública y otras consideraciones obligaban a aplicar recortes en derechos y conquistas sociales, justifican ahora sin tapujos el incremento de los presupuestos  militares. Ya lo hizo la primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, en la Cumbre Europea de marzo de 2022, cuando dijo: «Me gustaría gastar el dinero de los impuestos de los suecos en escuelas, hospitales, mejores pensiones, pero desafortunadamente tendremos que gastar más dinero en defensa; por eso incrementaremos el gasto al 2% del PIB». Y lo acaba de reiterar el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borell: “Si no apoyamos a Ucrania, Ucrania caerá en cuestión de días. Entonces, sí, preferiríamos usar ese dinero en aumentar el bienestar de las personas, las escuelas, los hospitales, las ciudades (…) pero no tenemos esa opción”. Con esas palabras Borrel reconocía que la intervención de la OTAN mantiene artificialmente la guerra, y que optar por la guerra es dejar atrás el bienestar de la población, los servicios públicos, las inversiones en infraestructuras.

El pasado 3 de mayo, el comisario de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, en rueda de prensa en Bruselas, declaraba que es necesario usar todos los recursos posibles para financiar al “sector de la Defensa” «en un tiempo de guerra en Europa». Y hablaba de pasar a una “economía de guerra”.

Toda esa formidable inversión en armas, toda esa militarización,  augura un futuro de nuevas guerras.

Organizar la lucha contra la guerra

La lucha contra la guerra debería estar en el centro de la actividad de toda organización obrera y democrática. Es una cuestión de principios, pero también una cuestión práctica. Cada euro que va a la guerra es un euro que se roba a la sanidad, la enseñanza, los servicios públicos. Y cada paso hacia la profundización de la guerra implica un paso en la guerra social contra los derechos y conquistas de la clase trabajadora. No es casual que el mismo Macron que propone un aumento del gasto militar de 450.000 millones de euros esté intentando imponer un brutal ataque al derecho a la jubilación en Francia.

Y sin embargo, los partidos que viven de las instituciones de la Monarquía evitan hablar de la guerra, un tema que ha estado ausente de la campaña de las elecciones municipales y autonómicas y que todo parece indicar que será igualmente silenciado en la de las elecciones del 23 de julio.

La unanimidad que pretenden, la “unión sagrada” que han pretendido levantar “en defensa de la soberanía de Ucrania” (soberanía cada día más cuestionada por su propio gobierno que vende las ricas tierras de cultivo, principal riqueza del país, a las multinacionales), no logra imponerse. Ni siquiera en los EE.UU., donde acaba de publicarse una carta de 17 expertos en defensa y ex militares que señalan que “la solución a esta espantosa violencia no es más armas ni más guerra, con su garantía de más muerte y destrucción”, e instan a Biden y al Congreso de los EE.UU. a poner fin rápidamente a la guerra,  “antes de que destruya Ucrania y ponga en peligro a la Humanidad”.

En Alemania, en la República Checa, en Bulgaria, en Gran Bretaña ya ha habido potentes movilizaciones contra la guerra. La resistencia a la guerra existe y se desarrolla enfrentándose a los obstáculos e incluso a los partidos que dicen luchar por la paz. De ahí la importancia de redoblar los esfuerzos para ayudar a que surja un movimiento de masas contra la guerra.

Militantes alemanes de las principales organizaciones que luchan contra la guerra han hecho un llamamiento a una conferencia europea –por videoconexión- para el próximo 8 de julio. Desde todas partes hay que prepara ya reuniones a apoyo a esta iniciativa y preparar conexiones colectivas para el día de la conferencia.

Quinze mesos de guerra

Carta Setmanal 943 per descarregar en PDF

El proper dia 24 es compleixen quinze mesos des que les tropes de Putin van envair Ucraïna, portant la guerra que es desenvolupava des del 2014 al Donbàs a un nivell superior. En aquest temps, hi ha hagut entre 100.000 i 200.000 morts en combat (les xifres oficials que donen tots dos bàndols formen part de la propaganda de guerra). La guerra ha generat vuit milions de refugiats, als quals cal sumar deu milions de desplaçats dins de la mateixa Ucraïna. I s’espera una nova carnisseria si es produeix l’anunciada ofensiva ucraïnesa.

Ucraïna està sent destruïda. Segons el Banc Mundial, el 2022, l’economia d’Ucraïna hauria caigut fins a un 45 %, mentre que la de Rússia –malgrat les sancions- retrocediria un 11 % alhora que Bielorússia i Moldàvia entren en recessió. Però les conseqüències no es limiten a la regió en què es desenvolupa la guerra. Tot Europa està sent afectada per la pujada de preus dels combustibles i l’energia i les sancions a Rússia. Alemanya, considerada com la «locomotora» de la indústria europea, ha entrat en recessió i es calcula que la indústria alemanya ha perdut 180.000 milions des de l’inici de la guerra.

Des de l’inici de la guerra, la població ha estat sotmesa a una formidable campanya d’intoxicació informativa, de propaganda de guerra. Els mitjans de comunicació russos han estat prohibits a tot Europa, i som bombardejats per la propaganda de l’OTAN. Per exemple, els mitjans clamen contra la destrucció d’una presa al riu Dniéper –que atribueixen a Rússia, tot i que el govern rus diu que han estat els ucraïnesos- i parlen de «crim de guerra», de «greu dany ecològic» (això, en un país sobre el qual ha caigut un diluvi de bombes de tota mena). Però oculten el fet que, el març del 2022, quan l’avanç rus amenaçava la capital ucraïnesa, les forces armades d’Ucraïna van volar el pont de Demyduv i la presa de l’embassament de Kiev, entre els pobles de Kozarovychi i Luitizh, per inundar la zona. Com a resultat, els russos no van poder creuar el riu d’Irpin i entrar a Kiev pel camí més curt.

En tot cas, sigui qui sigui el responsable de la destrucció de la presa, és un pas més en la destrucció que provoca la guerra. I en poden seguir d’altres. Recordem que la major central nuclear d’Europa està en plena zona de guerra.

Economia de guerra

Tots els governs d’Europa estan en peu de guerra. Per sobre dels interessos de la indústria europea, ha primat la submissió a les exigències de Biden i els plans de l’OTAN, i tots s’han apuntat a subministrar a Ucraïna armes cada vegada més sofisticades i destructives. I a incrementar les seves despeses militars. En una recent carta setmanal explicàvem com ho fan des dels Verds alemanys –que han arrabassat a les escombraries el seu pacifisme quan han trepitjat els despatxos governamentals- al govern d'»extrema dreta» de Giorgia Meloni a Itàlia.  Però l’OTAN no es conforma amb això i exigeix subministrar a Ucraïna encara més armes i increments de la despesa militar encara més grans.  Cada dia s’avança més en el camí de la guerra. Referent a això, cal assenyalar que l’OTAN realitzarà aquesta setmana les majors maniobres aèries de la seva història, a pocs quilòmetres de la frontera amb Rússia. Les maniobres «Air Defender» duraran 10 dies i mobilitzaran 250 avions de 25 dels 30 països membres de l’Aliança, i a més de 10.000 soldats. Amy Gutmann, ambaixadora estatunidenca a Berlín, va assenyalar que el sorprendria que algun líder mundial no prengués nota del que aquests exercicis mostren «en termes de la força de l’Aliança. I això inclou Putin».

L’escalada pot continuar, perquè és difícil que els EUA i l’OTAN admetin una derrota de Zelensky, que seria, també, una derrota pròpia. Només els pobles poden parar la guerra.

El govern de Pedro Sánchez i Yolanda Díaz no ha estat una excepció en aquesta escalada militar. Ha duplicat els pressupostos militars, ha subministrat a Ucraïna armes de tota mena, concloent –pel moment- amb els carros de combat Leopard, entrenat en sòl espanyol a més de 600 soldats ucraïnesos. I alhora ha ampliat –sense tan sols consultar al Parlament- la presència de vaixells de guerra i soldats americans a la base de Rota.

Aquest formidable increment de la despesa militar suposa, com és lògic, desviar fons que necessitarien desesperadament la sanitat, l’ensenyament, els serveis públics, les infraestructures. Els dirigents europeus, que fa ben poc explicaven que l’austeritat, la lluita contra la inflació, el deute públic i altres consideracions obligaven a aplicar retallades en drets i conquestes socials, justifiquen ara sense embuts  l’increment dels pressupostos militars. Ja ho va fer la primera ministra de Suècia, Magdalena Andersson, a la Cimera Europea de març de 2022, quan va dir: «M’agradaria gastar els diners dels impostos dels suecs en escoles, hospitals, millors pensions, però desafortunadament haurem de gastar més diners en defensa; per això incrementarem la despesa al 2% del PIB». I ho acaba de reiterar l’Alt Representant de la Unió Europea per a Afers Exteriors i Política de Seguretat, Josep Borell: «Si no donem suport a Ucraïna, Ucraïna caurà en qüestió de dies. Llavors, sí, preferiríem usar aquests diners a augmentar el benestar de les persones, les escoles, els hospitals, les ciutats (…) però no tenim aquesta opció». Amb aquestes paraules Borrell reconeixia que la intervenció de l’OTAN manté artificialment la guerra, i que optar per la guerra és deixar enrere el benestar de la població, els serveis públics, les inversions en infraestructures.

El passat 3 de maig, el comissari de Mercat Interior de la Unió Europea, Thierry Breton, en roda de premsa a Brussel·les, declarava que cal usar tots els recursos possibles per finançar el «sector de la Defensa» «en un temps de guerra a Europa».  I parlava de passar a una «economia de guerra».

Tota aquesta formidable inversió en armes, tota aquesta militarització, augura un futur de noves guerres.

Organitzar la lluita contra la guerra

La lluita contra la guerra hauria de ser al centre de l’activitat de tota organització obrera i democràtica. És una qüestió de principis, però també una qüestió pràctica. Cada euro que va a la guerra és un euro que es roba a la sanitat, l’ensenyament, els serveis públics. I cada pas cap a l’aprofundiment de la guerra implica un pas en la guerra social contra els drets i conquestes de la classe treballadora. No és casual que el mateix Macron que proposa un augment de la despesa militar de 450.000 milions d’euros estigui intentant imposar un brutal atac al dret a la jubilació a França.

I tanmateix, els partits que viuen de les institucions de la Monarquia eviten parlar de la guerra, un tema que ha estat absent de la campanya de les eleccions municipals i autonòmiques i que tot sembla indicar que serà igualment silenciat en la de les eleccions del 23 de juliol.

La unanimitat que pretenen, la «unió sagrada» que han pretès aixecar «en defensa de la sobirania d’Ucraïna» (sobirania cada dia més qüestionada pel seu propi govern que ven les riques terres de cultiu, principal riquesa del país, a les multinacionals), no arriba a imposar-se. Ni tan sols als EUA, on acaba de publicar-se una carta de 17 experts en defensa i ex militars que assenyalen que «la solució a aquesta espantosa violència no és més armes ni més guerra, amb la seva garantia de més mort i destrucció», i insten Biden i el Congrés dels EUA a posar fi ràpidament a la guerra,   «abans que destrueixi Ucraïna i posi en perill la Humanitat».

A Alemanya, a la República Txeca, a Bulgària, a la Gran Bretanya ja hi ha hagut potents mobilitzacions contra la guerra. La resistència a la guerra existeix i es desenvolupa enfrontant-se als obstacles i fins i tot als partits que diuen lluitar per la pau. D’aquí la importància de redoblar els esforços per ajudar que sorgeixi un moviment de masses contra la guerra.

Militants alemanys de les principals organitzacions que lluiten contra la guerra han fet una crida a una conferència europea –per videoconnexió- per al proper 8 de juliol. Des d’arreu cal preparar reunions de suport a aquesta iniciativa i preparar connexions col·lectives per al dia de la conferència.