(Publicado en la Carta Semanal 569)
Por primera vez esta semana pasada la presidenta Dilma ha denunciado “un golpe de Estado en curso en el país”. En efecto, el aparato judicial heredado de la dictadura (¿a alguien le recuerda algo?), al servicio del capital financiero y de la reacción, jaleado por la embajada norteamericana y por la prensa internacional ha emprendido una operación supuestamente contra la “corrupción” para acabar con el Gobierno, y particularmente destruir al Partido de los Trabajadores, la CUT, el conjunto de las organizaciones y conquistas de la clase obrera. Al mismo tiempo buscan destruir la empresa publica Petrobras para entregar el petróleo y el gas a las multinacionales imperialistas.
Aprovechando la crisis económica y la política del gobierno Dilma, sometida al FMI, los centros reaccionarios han conseguido movilizar a sectores enteros de las capas medias (véase la manifestación del 13 de marzo).
El próximo episodio es someter al Congreso a mediados de abril una moción de impeachement (destitución de la Presidenta). La cual llamo a Lula a reforzar el gobierno. El aparato judicial impugnó la medida y el Tribunal Supremo debe pronunciarse esta semana. Es inaudito el procedimiento de este aparato, al margen de todo control, utilizando a la policía para sus ataques y procediendo a todo tipo de maniobras ilegales.
Es evidente que no hay neutralidad posible: O CON EL IMPERIALISMO O CON LA CLASE OBRERA Y SUS ORGANIZACIONES.
También en Brasil la supuesta extrema izquierda quiere situar al mismo nivel a la derecha reaccionaria y pro imperialista, al PT y la CUT con el “que se vayan todos”. ¿A alguien le recuerda lo de “PSOE, PP la misma mierda es”?
La clase obrera y las organizaciones populares han empezado a reaccionar. El 18 de marzo más de un millón de manifestantes al llamado de un amplio frente de organizaciones, particularmente la CUT y el PT desfilaron contra el golpe. Están previstas nuevas manifestaciones este 31. En una asamblea de mil sindicalistas este miércoles 23 Lula exigió pedir cuentas a los jueces que con su acción están destruyendo las empresas publicas y dijo abiertamente que “Dilma sabe que su política económica no puede continuar”. En efecto el 26 de febrero la dirección Nacional del PT adoptó un Plan de Emergencia, limitado pero contradictorio con la política del gobierno sometido al FMI.
La clase obrera ha empezado a reaccionar. El martes 22 los 4000 obreros de la Ford en asamblea se pronunciaron contra el golpe, después los de Volkswagen, en múltiples universidades se desarrollaron asambleas en este sentido, y ello a pesar de estar en vísperas de las fiestas pascuales.
La posibilidad de un triunfo del golpe en Brasil, que corresponde a la política de la administración Obama y de su posible sucesora Clinton, sería un golpe para todo el continente y de entrada para el gobierno chavista. No es casualidad que muchos gobiernos e instituciones latinoamericanos hayan tomado distancias respecto del golpe en curso. Algunos, como el gobierno boliviano, han llamado a la movilización en solidaridad con el gobierno brasileiro
Pero lo más importante es la movilización obrera y popular con sus organizaciones contra el golpe.
Invitamos a nuestros lectores a compartir estos dos documentos:
- La declaración de la Conferencia Nacional de DIALOGO Y ACCION PETISTA, agrupamiento de militantes del PT impulsado por la sección de la Cuarta O Trabalho.
- Y un llamamiento a solidaridad internacional lanzado por el ACUERDO INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES.