Carta Semanal 918 en catalán
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Esta carta se ha elaborado a partiendo de un dossier del periódico Informations Ouvrières, de Francia, que describe cómo la guerra en Ucrania y las sanciones internacionales impuestas a Rusia por EE.UU. y Europa, no para defender la “democracia”, sino los intereses del imperialismo estadounidense, sumen a Europa en una crisis sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Aunque Los problemas existían antes de la invasión de Ucrania, guerra y sanciones lo agravan todo. Según ese reportaje, “en el Viejo Continente, la gente puede cada vez menos habitar, calentarse y satisfacer su hambre”.
El precio del gas en Europa: de 15 a 350 euros en unos meses
Antes del estallido de la guerra provocada por la invasión del ejército de Putin, la Unión Europea importaba gas ruso al precio medio negociado de 15 euros por megavatio-hora (MWh), a través de largos contratos de suministro que garantizaban precios bajos independientes de los precios de mercado.
Desde las sanciones y el cese de las entregas de gas ruso a Europa, el precio, sujeto al mercado spot de gas, se ha situado entre 100 y 350 euros en los últimos meses. Como resultado, según BNE Intellinews: “En Alemania, la potencia industrial de Europa, las industrias más intensivas en energía ya se ven muy afectadas por costes insostenibles: la energía representa el 26% de los costes de la industria metalúrgica; el 19 por ciento de la producción química básica; 18% de la fabricación de vidrio; 17% para papel y 15% para materiales de construcción”.
Incluso en España, la aplaudida “excepción ibérica” supone un gas a entre 40 y 70 € por MWh, tres o cinco veces más que en 2020.
El 50 % de la producción de aluminio y zinc ha sido desmantelado
Debido a las subidas de la energía, quince acerías en Europa estaban inactivas o cerradas al final del verano. El 6 de septiembre, el presidente de la Asociación Europea de Metales escribía a la presidenta de la UE, Ursula von der Leyen: “El 50% de la capacidad de producción de aluminio y zinc de la UE ya ha sido desmantelado debido a la crisis eléctrica, así como importantes recortes en la producción de silicio y ferroaleaciones, y otros impactos se sienten en los sectores del cobre y el níquel. Durante el mes pasado, varias empresas han tenido que anunciar cierres indefinidos, y muchas más están al borde de un invierno de vida o muerte. Los productores hacen frente a costes de electricidad y gas más de diez veces más altos que el año pasado (…) Una vez que una fábrica está cerrada, muy a menudo se convierte en una situación permanente, porque la reapertura implica incertidumbre y costes significativos”.
El CEO de Volkswagen, segundo fabricante mundial de automóviles, dijo el 28 de noviembre: “Si no logramos reducir rápida y confiablemente los precios de la energía, las inversiones en producción intensiva en energía o nuevas plantas de fabricación de baterías en Alemania y la UE no serán sostenibles. La creación de valor en esta área tendrá lugar en otros lugares”, citando a Estados Unidos y China. Pidió cambiar las “normas obsoletas y burocráticas sobre ayudas estatales” para las empresas de la UE, ya que la administración Biden otorga generosas ayudas a las empresas de los EE.UU.
“No hay rentabilidad para continuar la producción en Europa”
El 6 de septiembre, una alianza de asociaciones industriales, (Fertilizers Europe, Verre Alliance Europe, Euromines, la Asociación Europea del Cemento, la de la Cal, la de la Arcilla, la de Productores de Ferroaleaciones, la del Acero, la de Metales No Férreos, la de la Industria Cerámica, el Consejo Europeo de la Industria Química y la Confederación de Industrias Papeleras Europeas), enviaron una carta conjunta al presidente de la UE: “Para muchas industrias intensivas en energía, actualmente no hay rentabilidad para continuar la producción en Europa, ni visibilidad y certeza para futuras inversiones y desarrollos. Los efectos de estos cierres están empezando a tener un impacto severo en nuestras cadenas de valor, poniendo en peligro la base industrial europea y la disponibilidad de productos esenciales”.
Falta de fertilizantes
Debido a la escasez y precio del gas, el 70% de la capacidad de producción de amoníaco – utilizado para producir fertilizantes- en Europa se ha cerrado. Según un informe de Independent Commodity Intelligent Services, es poco probable que la capacidad de producción regrese. El costo del gas es, con mucho, el factor más importante en la producción de amoníaco y fertilizantes nitrogenados. El gas licuado (GNL), vendido por los EE.UU. -cuatro veces más caro que en su mercado interno- y el vendido por China mientras su mercado interno permanezca contraído por la política cero Covid, no bastan para cubrir las necesidades europeas. En septiembre, los productores estadounidenses de petróleo y gas de esquisto declararon inequívocamente que no era posible aumentar la producción para ayudar a Europa. El canciller alemán, Olaf Scholz, viajó a Catar y los Emiratos Árabes para solicitar entregas de GNL, pero Catar declaró que no podía compensar los volúmenes de gas que Rusia suministraba a Europa.
Según Euronews, la “crisis de los fertilizantes amenaza la próxima cosecha. Podría conducir a menores rendimientos, menor producción y productos alimenticios más caros”. China, Rusia y Ucrania son los principales exportadores mundiales de fertilizantes. En 2021, China prohibió las exportaciones de fertilizantes para asegurar su propio suministro. Rusia enviaba amoníaco a Europa, a través de Ucrania, de Estonia y Letonia, pero ambas rutas están bloqueadas por la guerra y las sanciones de la UE. La comercialización del 58% de la producción mundial de amoníaco está ahora prohibida en Europa, lo que llevará a nuevas subidas de precios de los fertilizantes, que ya han aumentado en un 150% en un año.
La demanda de gas cae un 25% en Europa
Los paros de producción y cierres de plantas en Europa son tan graves que la demanda de gas en la UE cayó un 25% en octubre. Las bases industriales del Viejo Continente están siendo destruidas.
La caída de la demanda en Europa y la paralización de la producción en China, han hecho bajar los precios del gas en el mercado, actualmente a unos 110 euros/MWh. Pero sigue siendo casi diez veces más alto que el precio del gas ruso que recibía la Unión Europea.
Las sanciones a Rusia –cuyo anunciado colapso económico no ha sucedido– llevan a una desindustrialización masiva de Europa. Los ganadores son los EE.UU., con enormes reservas de gas de esquisto barato, y China, que recibe gas ruso barato a través de la línea Power of Siberia.
La industria europea ya estaba sin aliento
Europa ya estaba en una crisis económica mucho antes de que comenzara la guerra. Los precios del gas ya habían comenzado a subir de manera constante en 2021, de modo que cuando estalló la guerra en Ucrania, la industria ya se estaba quedando sin fuerza.
Tras dos años de altos precios del gas, sectores enteros de la industria europea están a punto de desaparecer. Muchos países europeos pierden entre el 40% y el 100% de su suministro de gas, al perder el suministro de gas ruso barato.
En cuanto a las importaciones de petróleo ruso, Rusia ha declarado no aceptar la limitación del precio a 60 euros, que la UE ha decidido. Europa importa más de siete mil millones de dólares en metales, caucho y minerales (níquel, paladio, litio, platino, cobalto, gas neón, aluminio, cobre…) de Rusia cada año. Todos, de vital importancia para baterías, coches eléctricos, paneles solares, redes inteligentes, turbinas eólicas. Las consecuencias de la guerra y las sanciones pueden llegar a ser peores de lo que son hoy.
39.000 puestos de trabajo en riesgo en la planta química alemana de Ludwigshafen
La alemana BASF, compañía química más grande del mundo, advirtió que, si la situación continúa, podría cerrar su mayor planta, la de Ludwigshafen, en el sur de Alemania, donde emplea a 39.000 personas, en una instalación que consume tanta energía como toda Suiza. Su factura de gas se triplicó en los primeros nueve meses del año y es nueve veces mayor que en 2020. El CEO Martin Brudermüller dijo que, aunque los precios del gas se estabilizarán, “a largo plazo serán alrededor de tres veces más altos en Europa que en Estados Unidos, aunque solo sea por los mayores costos del GNL”, que reemplaza parcialmente las importaciones de Rusia.
El gobierno alemán ha puesto 200 mil millones sobre la mesa para ayudar a los hogares e industrias alemanas. Ofreció rescatar a las empresas para ayudarlas a mantenerse con vida. Pero esto supone que la crisis es temporal y que las cosas pronto volverán a la “normalidad”, lo que está lejos de ser el caso. Sobre todo porque el problema de Europa no es tanto de precio como de suministro de energía.
Su dependencia de las fuentes de energía rusas (gas, petróleo, carbón) es tan grande que no puede reemplazar completamente las pérdidas debidas a las sanciones impuestas a Rusia. Según un funcionario de BASF, citado por la revista Fortune: “Si el suministro cayera significativa y permanentemente por debajo del 50%, nos veríamos obligados a cerrar el sitio de producción (en Ludwigshafen)“.
En el mundo de los negocios, si una fábrica cierra, los clientes se van a otra parte. Según el representante de BASF: “Es muy probable que el complejo de Ludwigshafen esté condenado independientemente del racionamiento, ya que los precios del gas europeos persistentemente altos reducen la competitividad de los productos alemanes de BASF frente a sus rivales en los Estados Unidos y Oriente Medio. (…) No es solo BASF la que está luchando. Las empresas intensivas en energía estarán parcial o totalmente cerradas, especialmente en Alemania, pero habrá una reducción de la capacidad en toda Europa”.
Pérdida de sectores industriales enteros
En octubre, Gerald Haug, presidente de la Academia Nacional de Ciencias de Alemania, dijo: “Si no actuamos ahora, perderemos sectores industriales enteros, especialmente en la industria de materias primas”.
Las industrias metalúrgica y química no son las únicas afectadas. Los fabricantes de papel también anuncian cierres y recortes masivos de producción: “El gigante del embalaje de cartón ondulado Smurfit Kappa ha optado por reducir la producción en alrededor de 30,000 a 50,000 toneladas en agosto porque, con el precio actual de la energía, no tiene absolutamente ningún sentido almacenar”.
La Federación Europea de la Industria del Papel advirtió de que las posibles interrupciones en el suministro de gas “afectarían a toda la logística de la UE, la disponibilidad de envases de papel para alimentos y productos farmacéuticos, así como productos de higiene esenciales”.
¡Alto a la guerra!
El movimiento obrero y los pueblos de Europa, se enfrentan simultáneamente a la destrucción de sus conquistas y puestos de trabajo y luchan por defender sus salarios, pensiones y derechos. La clase obrera europea, la única capaz de salvar a la vieja Europa, no ha dicho su última palabra. ¡Alto a la guerra!