Carta Semanal 894 en catalán
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Guerra, OTAN y gasto militar, especulación disparada de los precios, desmantelamiento de servicios públicos y privatización de pensiones…
En estos últimos días han sucedido dos acontecimientos significativos: la cumbre de la OTAN y la masacre de Melilla. Dos hechos que ilustran la política del gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz y que influyen, sin duda, en la relación de la población trabajadora con ese gobierno.
Partimos de un hecho: este país no vive condiciones excepcionalmente distintas de cualquier otro del entorno europeo. Y no lo son porque el hundimiento y descomposición del mercado capitalista provoca fenómenos análogos: muerte, destrucción de recursos económicos y de recursos naturales, desocupación, destrucción de derechos sociales y libertades. La historia se repite y la situación en un país es casi paralela a la de otros.
Con respecto a los asesinatos de Melilla, podríamos limitarnos a hacer un análisis, pero no podemos impedir que la indignación, la rabia, la emoción nos embarguen. No somos cínicos que emiten “lamentaciones”, estamos convencidos -y los hechos lo prueban- de que los horribles acontecimientos de estos días producen modificaciones en la conciencia de la mayoría, y nos referimos en primer lugar a la masacre de ciudadanos africanos en la valla de la vergüenza que rodea el enclave colonial de Melilla.
Brutal y despiadada ha sido la acción de las policías española y marroquí. Agravada por la actuación del gobierno de coalición en defensa de la profesionalidad de las policías ante el “asalto” a nuestra frontera de unos centenares de migrantes desarmados, hambrientos, aterrorizados, desesperados por el acoso de la gendarmería marroquí a sus campamentos. Gente que sólo buscaban salvar sus vidas, emigrar para poder vivir. Víctimas del saqueo de sus países por los gobiernos y multinacionales europeos, que no dudan en generar y alimentar guerras de destrucción para mejor apropiarse de los recursos de sus países. Dos cuerpos policiales actuando en común para defender sus fronteras, fronteras, por cierto, heredadas del periodo colonial. Ya el mero uso de la palabra “asalto” para describir el intento desesperado de un millar de inmigrantes de entrar en el “paraíso” europeo, demuestra la actitud del gobierno, que tiene el cinismo de llamarse “progresista”.
Actitudes y hechos como los ocurridos caracterizan a un gobierno y más cuando no solo no hay la mínima recriminación, no hablemos de empatía, es que se justifica, certifica y aplaude la brutal actuación de gendarmería y Guardia Civil como si no hubiera pasado nada, cuando la gente común se siente horrorizada por las imágenes de la masacre. Cuando, además, no es la primera vez; no olvidamos los 15 asesinados en la playa del Tarajal en febrero de 2014, con el Gobierno de la “policía patriótica”, del PP, en la Moncloa.
Algunos, supuestamente de izquierdas, tratan de descargar todas las culpas sobre el sátrapa marroquí, y en última instancia sobre el pueblo de Marruecos. Nada más injusto. ¿Qué tiene que ver el pueblo de Marruecos, o el millón largo de trabajadores marroquíes en España, con el hecho que las potencias europeas y la administración americana hayan convertido al reino de Marruecos en un gendarme para África?
La decisión clara y brutal del Gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz no es una anécdota, ni un hecho aislado. Corresponde al conjunto de su política, globalmente al servicio del capital financiero, y de respeto a las instituciones heredadas del franquismo, y, en primer lugar, a la Monarquía. Una política que respeta el asalto especulativo de las eléctricas y las petroleras al bolsillo de la población, sin poner más parche que unos retoques de impuestos y una mínima subvención del gobierno, mientras no hace nada frente a la disparatada subida del precio de los alimentos. Una política que despierta la desafección y el rechazo de la población trabajadora. Por más que pretenda cubrir esta política con algunos parches “sociales”, el fondo no cambia. Su sumiso alineamiento con el imperialismo norteamericano en todos los aspectos se corresponde con la política antisocial.
Hemos de llamar la atención sobre los que se sientan en el gobierno y pretenden presentarse como la “oposición”. Los resultados de Andalucía y de Castilla y León demuestran que esa pretensión no “cuela” entre la población trabajadora, que ha dado la espalda a las candidaturas de estas formaciones.
Biden ordena y manda
Este martes 28 de junio Biden anunció que ampliará la Base de Rota, que forma parte del dispositivo de la OTAN de intervención en África y Medio Oriente. Después de haber arrojado a la miseria y provocado guerras en los países africanos intentan construir una muralla para impedir la emigración…como hacen en la frontera con México (con resultados similares: a la masacre de Melilla sigue pocos días después la muerte de 51 inmigrantes en Texas).
Mientras alimentan con suministros de armas la guerra de Ucrania, que el pueblo ucraniano paga con la destrucción de su país y la muerte de miles de sus ciudadanos, la utilizan como excusa. Porque de lo que se trata no es de salvar al pueblo ucraniano ni de “defender la democracia” (poca democracia hay en Ucrania, donde Zelensky ha prohibido, con la excusa de la guerra, todos los partidos de la oposición). Ucrania es la excusa para el verdadero objetivo: reforzar de forma cualitativa el dispositivo militar de los 30 países, más Suecia y Finlandia, dirigido por los EEUU para intentar, de forma preventiva, hacer frente a los estallidos sociales en marcha o que se anuncian ante la política destructiva dictada por el capital en crisis.
Porque hay una relación, evidente, a establecer entre las exigencias del capital y sus instituciones de congelar o reducir salarios y pensiones, privatizar los servicios públicos, atacar las libertades (a propósito, la ley Mordaza sigue ahí) y la militarización impuesta a todos los gobiernos.
Militarización que sirve también para preparar el saqueo de las inmensas riquezas naturales de Rusia y amenazar a China. No, no es una guerra por los valores democráticos u otros, es por el control del mercado, de la energía, de los alimentos,. Es una guerra brutal entre los oligopolios del occidente y los oligarcas de oriente que quieren preservar el “derecho” a saquear sus países. Todos ellos en detrimento de todas las poblaciones y la masa trabajadora.
Guerra a la guerra
Cien años después, es más actual que nunca la vieja consigna del PSOE de los años 20 contra la guerra de Marruecos (guerra que no olvidemos que mantiene como efecto, la sumisión del régimen marroquí y la creación del “problema saharaui” y los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla).
La dirección actual del PSOE tiró por la borda su tradición obrera e internacionalista y se ha convertido en el más fiel atlantista detrás de Biden. Y las direcciones de Izquierda Unida y Podemos miran hacia otro lado, y pretenden ser la oposición a un gobierno en cuyo Consejo de ministros se sientan (consejo de ministros que actúa de manera colegiada).
El silencio ensordecedor – o la condena formal, sin convocar a la movilización- de partidos y sindicatos que dicen defender los intereses de los trabajadores y entre ellos los sectores más oprimidos, como son por ejemplo el millón largo de trabajadores marroquís, hace que la indignación de nuestro pueblo, del ciudadano común y corriente no encuentre cauce político.
Es verdad desde el domingo 26 se han sucedido las manifestaciones contra la OTAN y contra Putin, y este viernes 1 de julio miles de personas, muchas de ellas jóvenes, salieron a manifestar su rechazo e indignación por lo ocurrido en la valla de Melilla, movilizaciones que atañen a todo el país.
Pero estamos obligados a decir las cosas claramente.
Y nos dirigimos a todos los militantes, trabajadores conscientes, jóvenes …los limites han sido transgredidos. Nadie puede considerar a este gobierno como el representante de la mayoría social. Es preciso buscar las vías de la resistencia y la organización. en este sentido solo reclamamos un lugar en este combate. Lugar que implica la total independencia ante el gobierno, las instituciones internacionales, la patronal y la Monarquía.
Y, sobre todo, es necesario avanzar para construir una representación política fiel a la clase trabajadora.