Acerca de la “negociación” de los Presupuestos

(Publicado en la Carta Semanal 802 – veure en català)

Como siempre lo que más determina la verdadera orientación de la política de un gobierno son los presupuestos. A este respecto, hemos de recordar que el actual gobierno “vive” con los presupuestos de Montoro, aprobados por el anterior gobierno del PP. Que son unos presupuestos de austeridad y recortes.

El pacto de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos prometía unos presupuestos “sociales”. Aunque esos presupuestos se elaborarían aceptando, de hecho, los límites del techo de gasto impuesto por el capital financiero y sus instituciones:  Unión Europea, Banco Central Europeo, FMI, y el pago de la deuda y sus intereses, consagrado en el artículo 135.3 de la Constitución, que el programa del gobierno “progresista” no tenía previsto modificar.

La pandemia como excusa

En ese marco, aceptado voluntariamente por los firmantes del pacto de gobierno, la única posibilidad de aumentar el gasto social pasaba por un aumento de ingresos, a través de la subida de algunos impuestos. Concretamente, se hablaba de subir los impuestos a los más ricos y a las empresas.

Pero vino la pandemia. Y ahora, en nombre de la lucha contra ella, una justificación que parece permitir al gobierno defender todos los ataques sociales y democráticos, también parece haberse moderado el ardor social de la coalición gobernante. Y se atrasan, dicen, las subidas de impuestos, como se atrasa la derogación, cada vez más parcial, de la reforma laboral, o la derogación de la Ley Mordaza (que, entretanto,se aplica a troche y moche contra los habitantes de los barrios obreros durante los variados confinamientos y que defiende el ministro del Interior, Grande Marlaska)

Ahora todas las esperanzas se ponen en Europa, en las supuestas ayudas, que algunos cálculos optimistas sitúan en 40.000 millones en el 2021, cuando el déficit de este año es de 150.000 millones). Pero ahora desde Bruselas dicen que sí va haber condiciones para recibir esas ayudas. La Comisión Europea habla de una nueva reforma de las pensiones, “para hacerlas sostenibles”, y de medidas para “fomentar la contratación indefinida” (el justificante, hasta ahora, de todas las reformas laborales). Si no se cumplen esas condiciones, las ayudas no se liberarán y los gastos amparados en ellas no serían reembolsados y ayudarían a inflar aún más déficit y deuda.

A la busca de alianzas políticas

Desde hace meses, Pedro Sánchez ha intentado, auspiciado por los portavoces del capital, llegar a un acuerdo con el PP. Pero en la situación actual, y, en particular, la del propio PP -al borde del encausamiento de la Kitchen- no parece que sea un socio probable, ya que un acuerdo con Sánchez podría ser inconveniente, incluso, para su propia supervivencia.

Fracasado el acuerdo con el PP, el gobierno se dedica a maniobras a varias bandas. ERC por un lado, los otros socios de la investidura… y Ciudadanos por otro lado. Y, por lo visto, nadie duda de que Unidas Podemos, el socio de gobierno, vaya a asistir, como convidado de piedra, a todas estas negociaciones.

Por el momento, La dirección de ERC parece dispuesta a un acuerdo a cambio de concesiones mínimas, como la reforma del Código Penal, que abra la vía al indulto o la libertad de los presos (y de paso, quizás, la reforma del artículo 315.3)

¿Y las necesidades de la población trabajadora?

La experiencia de los últimos meses demuestra que el virus más peligroso y mortal son los brutales recortes que ha sufrido la sanidad pública y la privatización creciente. Recortes que siguen en pie (ahí está la situación de la atención primaria y la creciente saturación de los hospitales y las UCI) y privatizaciones que no sólo no se revierten, sino que se amplían (por ejemplo, para las pruebas PCR y los rastreos de contagios).

Los recortes y las privatizaciones son una cuestión que atañe a todos los servicios públicos, paralelamente a la precarización del trabajo. No sólo es la pandemia. Son los 45 años de Monarquía que han destruido las bases industriales de este país y desmantelado una buena parte de las conquistas sociales y democráticas conseguidas en la lucha contra la Dictadura y después de la muerte de Franco.

Y hay que decir que, frente a las esperanzas de muchos, el gobierno actual, a la luz del conjunto de su política,  se inscribe en esta continuidad.

Para revertir las consecuencias de los recortes y recuperar los servicios públicos gravemente dañados, haría falta un presupuesto masivo de urgencia para la sanidad y la enseñanza públicas, para la dependencia… pero esto exigiría romper con la lógica del capital y de la Monarquía. Partiendo del respeto a las exigencias de la Comisión Europea y basándose en un acuerdo con Ciudadanos, no va a ser posible, desde luego.

Las movilizaciones semiespontáneas que se desarrollan en Madrid desde el viernes 18 han sido definidas  por el periodista F. Ónega en La Vanguardia del 22/9/2020 así: “no es una protesta sanitaria….si viviéramos en otro momento de la historia estaríamos diciendo que se dan las condiciones para pensar que la COVID-19 es el germen de la próxima revolución”….aunque  aquí se equivoca el periodista. Sí que estamos en este momento de la historia. No sabemos si la revuelta social acabara en revolución pero sí sabemos que sin acabar con este sistema no es posible tomar las medidas duraderas de fondo que la mayoría trabajadora del país necesita, lo cual exige combatir por todas las reivindicaciones, aunque sean parciales. Porque se defienden, gobierne quien gobierne.

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