“Ahora es la hora”, ¿de qué y cómo?

(publicado en la Carta Semanal 495)

Carta-495El presidente Mas prometió una “consulta” para el 9 de noviembre para ejercer el derecho a decidir, luego dijo que no era más que una consulta previa en que no se decidiría nada. Ahora, una vez prohibida la consulta por el Gobierno y el Constitucional, declara que aquella consulta que él organizaba no hubiese tenido muchas garantías democráticas. ¿Conclusión? Organiza para el 9N una “consulta” de andar por casa, y después vendría la verdadera consulta, que serían unas elecciones plebiscitarias, en las que pretende presentarse a la cabeza de todos los que estén por la independencia, o por el derecho a decidir, o por lo que se le ocurra.

Todas estas maniobras están en contradicción con las exigencias del pueblo catalán, que quiere decidir y lo exige en manifestaciones multitudinarias, en las urnas y por boca de sus ayuntamientos.

Por su parte, el presidente Rajoy declara: “Hay que acabar con un periodo de inestabilidad que no lleva a ninguna parte y acaba perjudicando al conjunto de los ciudadanos”. Después de meses de “turbulencias”, pide que Mas empiece “a gobernar pronto porque ya se lleva demasiado tiempo con este tema”. En plata, que se dedique a los recortes y se deje de consultas y decisiones populares.

Rajoy se limita a hablar por boca del aparato franquista de Estado, que por naturaleza no puede ni reconocer la existencia del pueblo catalán o de otros pueblos como sujeto político, mucho menos negociar ni reconocer derechos. La incompatibilidad entre la Monarquía y los derechos de los pueblos es aplastante.

El papel de la burguesía catalana

Se escucha con frecuencia a gente de orden o a gente de intenciones revolucionarias que anatematizan el movimiento del pueblo catalán por la soberanía diciendo que todo es una maniobra de la burguesía catalana. Se han creído propagandas falaces e interesadas.

La burguesía catalana no la dirige Mas sino los grandes capitalistas, que están estrechamente ligados por un proceso de siglos al resto de capas burguesas, y que se han integrado en la burguesía española. Quien busque a la burguesía catalana, tiene que mirar a la Caixa, al Banco de Sabadell o, casi mejor, a familias como los falangistas Carceller –perejil de todas las salsas especulativas, desde Sacyr a Pescanova pasando por Ebro o CLH–, los catalanistas Carulla de Avecrem y Pans & Company o el más conocido Sr. Lara. Pues bien, salvo excepciones que corresponden a intereses particulares, en conjunto esa burguesía y su principal expresión, Fomento del Trabajo, no quiere saber nada de derecho a decidir, ni de consultas. Para algo estuvieron en Burgos con Franco durante la guerra y están plenamente integrados como fracción de la burguesía española. No desdeñan utilizar la movilización popular como palanca para conseguir ventajas fiscales, pero que nadie les toque el Estado español que garantiza su dominación de clase.

En los últimos años, al irrumpir las masas en la calle reclamando independencia, Mas y CDC se han subido a la ola guiñando el ojo a los jefes de la burguesía para que confiasen en su “astucia”, que al final nada cambiaría. Nadie apostaría hoy por el resultado de ese juego, cada vez más histriónico.

Cierto es que como resultado de la “mundialización”, del “libre comercio” impuesto por las multinacionales norteamericanas, hay en Cataluña, como en Madrid, sectores burgueses no despreciables que dan prioridad a librarse de las servidumbres del Estatuto de los Trabajadores, la Ley General de la Seguridad Social y la ya débil presión fiscal del Estado español. Esos sectores sí juegan a separar Cataluña con la esperanza de convertirla en una zona franca en que solo rija la ley de la jungla capitalista, y financian supuestos “soberanismos” que impidan cualquier soberanía del pueblo catalán. Esos sectores de la burguesía catalana han jugado con CDC, con experimentos tipo Laporta y ahora apuestan sobre todo por una ERC que no es la de los años 30. Pero tampoco quieren despegarse del conjunto de la burguesía ni verse arrastrados por un movimiento de masas que anule la reforma laboral, por tanto mantienen serias ataduras con el Estado.

Los retos de ERC

Ningún demócrata puede dejar de identificarse con una serie de tomas de posición de Esquerra Republicana de Cataluña en los últimos años, desde la ruptura con el PP hasta la exigencia de referéndum. Ahora mismo proclaman, frente a la renuncia de Mas, la necesidad de un referéndum o de elecciones anticipadas. Y plantean que agotado el mandato de los electores en 2012 sin que el Parlamento haya podido o querido realizar la Consulta, es preciso un nuevo mandato para declarar la “independencia”.

Desconcierta sin embargo que no se despeguen de Mas y su paripé del 9N ni se presenten como alternativa decidida a cumplir lo prometido, sino que pongan por delante a “personalidades de la sociedad civil”. Cabe ver ahí una táctica “unitaria”, pero es difícil no relacionarlo con la ambigüedad de sus propuestas y la falta de una estrategia solvente.

Se resiste a dar un contenido social a la “independencia” por no molestar a su amor no correspondido, la Unión Europea.

Si el mandato por la “independencia” que pide Junqueras no incluye un compromiso de anular los recortes y enfrentarse a la banca, no puede formar un sólido bloque basado en la mayoría trabajadora de Cataluña. Ni tender la mano con éxito a los trabajadores y demás pueblos del Estado español, aliados solventes y fiables.

La responsabilidad del movimiento obrero del Estado español

Solo la clase obrera unida del Estado español puede dar una salida ventajosa para el pueblo de Cataluña y para los demás pueblos. Si las organizaciones de los trabajadores, como en 1936, se ponen a la cabeza de la lucha por la soberanía para romper con el régimen monárquico, anular todos los recortes y privatizaciones y tomar medidas de emergencia como nacionalizar la banca, ofrecerían una salida real a las aspiraciones del conjunto de trabajadores y capas medias de Cataluña. Y abrirían las puertas a la lucha unida de los trabajadores junto al pueblo de Cataluña contra el régimen monárquico.

Sin embargo, el gobierno Rajoy maniobra con Pedro Sánchez para que CiU forme gobierno en Cataluña con el Partido Socialista para formar un dique contra la exigencia del pueblo catalán, que quiere decidir. ¡Cómo es posible? El Partido Socialista durante 35 años ha tenido la confianza mayoritaria de los trabajadores de Cataluña sobre la base de reivindicar los derechos nacionales y sociales, y la gran mayoría de sus concejales en Cataluña acaban de votar en los ayuntamientos por el derecho a decidir. ¿Cabría mayor traición que formar esa coalición con la derecha catalana auspiciada por el gobierno de los franquistas?

La UGT de Cataluña y la Comisión Obrera Nacional de Cataluña se han pronunciado tenazmente por el derecho a decidir y por la consulta del 9N hoy retirada. Pero no aparecen como una salida ante todo porque sólo el movimiento obrero a escala estatal puede ofrecer al pueblo de Cataluña la fuerza que necesita para derrotar a Rajoy y los franquistas. Y hasta hoy los órganos confederales se han negado a respaldar la toma de posición de las instancias catalanas de ambos sindicatos y en cambio abonan los discursos sobre reforma constitucional que sirven al régimen de burladero para negar el derecho a decidir. Por sostener al gobierno Rajoy y al régimen siembran así la división en las filas de los trabajadores, permitiendo que Rajoy y Mas manipulen a sectores de ellos para llevar los pueblos al enfrentamiento. Y con ello debilitan aún más los sindicatos.

En esta situación crítica, preñada de las peores amenazas, no hay tarea más urgente ni más importante que combatir por movilizar todas las fuerzas en las organizaciones de los trabajadores, en la clase, entre la juventud, para conseguir que todo el movimiento obrero del Estado español rompa con Rajoy y el régimen del 78 y se levante con el pueblo de Cataluña por el derecho a votar libremente y a que su voto decida.

Es lo que busca la campaña por extender la Carta Abierta que será presentada este viernes en un acto público en Madrid.

(esta carta está fechada el 18 de octubre de 2014)

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