Los trabajadores y sus organizaciones frente a la guerra

Carta Semanal 880 en catalán

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El jueves 24 y el viernes 25 de marzo se reunieron en Bruselas los 30 jefes de Estado o primeros ministros de los países miembros de la OTAN, después se reunió el G7 y a continuación los 27 jefes de Estado o de gobierno de los miembros la Unión Europea. El presidente de los EE.UU., Joe Biden,  participó o “presidió” los tres cónclaves. Es la primera vez que un presidente de los USA participa en una Cumbre de la UE. Lo que demuestra, para quienes aún tuvieran dudas, una dependencia que viene desde el origen de estas instituciones europeas y que se vio sobre todo en los años 2010 al formarse la Troika: que la UE es subsidiaria de la administración americana, a través del FMI, de la OTAN… y no es una institución neutral ni una instancia meramente “económica”.

Además recordemos que el artículo 42 –sobre la política común de seguridad y de defensa- del Tratado de Lisboa, así lo determina: Los compromisos y la cooperación en este ámbito seguirán ajustándose a los compromisos adquiridos en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que seguirá siendo, para los Estados miembros que forman parte de la misma, el fundamento de su defensa colectiva y el organismo de ejecución de ésta”.

El necesario papel de la Unión Europea

La implicación de la Unión Europea no es una cuestión formal. Necesitan utilizar a la UE como la vanguardia de la política belicista. La U. Europea puede conseguir el consenso con los aparatos políticos y sindicales, cosa que no es el caso de la OTAN. Además, la UE es central en la carrera de armamentos y en el suministro de armas a Ucrania, con la OTAN.

Biden intenta imponer la “unión sagrada”, el sometimiento de todas las organizaciones y, en especial las que representan a la clase trabajadora, a la política de guerra (y a todas las políticas aplicadas con la excusa de la guerra), tanto dentro de su país como a escala mundial.

La participación de los gobiernos europeos, y en particular del movimiento obrero europeo ayuda a Biden a cortar el movimiento antiguerra en los Estados Unidos. Quince diputados del partido demócrata (pertenecientes a los Democratic Socialists of América de Bernie Sanders) votaron contra el presupuesto de guerra, que tiene un incremento de 13.500 millones más (que se votó en detrimento de 16.000 millones para sanidad). Hay que recordar que en el rechazo a la última guerra de Iraq tuvieron un papel importante sectores eneros de los sindicatos norteamericanos (US Labor Against the War). Lo que también sucedía en la Gran Bretaña. Por no hablar de que CCOO y UGT participaban en el inmenso movimiento de masas en el Estado español.

Por tanto, el consenso de los gobiernos europeos es fundamental para atar a las organizaciones de los trabajadores y cortar el desarrollo de un fuerte movimiento mundial contra la guerra.

Llamamiento a conferencia internacional

La línea de “No a la guerra”, que desarrollan las distintas secciones de la IV Internacional, es una línea de lucha contra esa unión sagrada, contra la sumisión de las organizaciones a los planes de miseria que llevan a cabo y anuncian como inevitables por el presupuesto de guerra. Algunos tienen el cinismo de decir que todo se hace para “salvar la democracia”. Vieja canción que podemos encontrar cada vez que llevan a los pueblos a la guerra.

El NAR griego y el POI de Francia llaman a una conferencia internacional contra la guerra, a celebrar el 9 de abril. Junto con militantes de otras organizaciones, preparamos esa conferencia, actuando en la lucha de clases, por las reivindicaciones, contra la campaña de los que defienden la política del gobierno, acusando de ser de extrema derecha a los que se movilizan para salvarse de la ruina

La movilización de trabajadores contra la guerra es clave en la situación, para dar una salida de fraternidad entre los pueblos, que sostenga tanto la resistencia a la invasión en Ucrania como la resistencia contra la guerra en Rusia y la oposición al desvío de los fondos públicos para la guerra, además de a todas las políticas que se imponen a su servicio. La ayuda primera que necesitan los trabajadores y el pueblo ucraniano es la de un movimiento internacional contra la guerra. Por su parte, es muy grave que el importante movimiento contra la guerra en Rusia no tenga el apoyo de un fuerte movimiento internacional contra la guerra.

Armamento, amenazas y propaganda

La declaración de la OTAN reconoce que llevan años armando y entrenado al ejército de Ucrania: “Desde 2014, hemos prestado un amplio apoyo a la capacidad de Ucrania para ejercer ese derecho.  Hemos entrenado a las fuerzas armadas de Ucrania, reforzando sus capacidades militares y aumentando su resistencia”. Lo que se suma a la ampliación de la OTAN de 16 a 30 países, llegando hasta casi rodear las fronteras de Rusia, en violación de los acuerdos de 1991, después de la dislocación de la URSS, en los que se establecía no ampliar la OTAN hacia el este. 

A la vez esa declaración amenaza directamente a  China (“Hacemos un llamamiento a todos los Estados, incluida la República Popular China (RPC), para que defiendan el orden internacional (…) para que se abstengan de apoyar el esfuerzo bélico de Rusia de cualquier manera, y para que se abstengan de cualquier acción que ayude a Rusia a eludir las sanciones”) si sigue comerciando con Rusia, lo que equiparan cínicamente con prestar apoyo logístico a Rusia. Algo inaudito en las supuestas relaciones comerciales internacionales. Como hacen con el bloqueo a Cuba, o los que han mantenido contra Venezuela o Irán, violando, siempre que les resulta conveniente, los declarados principios del “libre comercio”.

Es necesario insistir en ello, en estos momentos en que oímos tantas apelaciones al “derecho internacional” y a la “diplomacia”. El derecho internacional, en la práctica, se reduce al derecho de las potencias imperialistas a dictar sus propósitos. En este sentido, conviene citar otra frase de la declaración: “Trabajaremos con el resto de la comunidad internacional para que los responsables de las violaciones del derecho humanitario e internacional, incluidos los crímenes de guerra, rindan cuentas”. Ellos, precisamente ellos, que bombardearon sin límites en Yugoslavia, que organizaron un bloqueo a Irak que supuso la muerte de cientos de miles de personas, y luego los bombardeos en Irak y Afganistán. Ellos, que apoyan ciegamente a Israel que bombardea Gaza cuando le viene bien, y que no respeta ninguna “legalidad internacional” con la población palestina de los territorios ocupados.

Toda la declaración, como buen texto belicista, está llena, de principio a fin, de un tufo que promueve en enfrentamiento entre pueblos y por tanto, en este caso, antirruso. Ni una sola vez distingue al pueblo ruso de su gobierno, e incluye expresiones como “contrarrestar la influencia maligna de Rusia”. La rusofobia se extiende incluso hasta el punto de prohibir ejercer su profesión a artistas o deportistas de Rusia, lo que nunca se ha hecho con sus homólogos israelíes, norteamericanos o saudíes.

Más dinero para la guerra

Para alimentar la guerra, no podía faltar la referencia a la necesidad de aumentar el gasto militar. “Las medidas que estamos tomando para garantizar la seguridad de nuestra Alianza y del área euroatlántica requerirán una dotación adecuada de recursos.  Los aliados están aumentando sustancialmente sus gastos de defensa. Hoy hemos decidido acelerar nuestros esfuerzos para cumplir nuestro compromiso de inversión en defensa en su totalidad”. Una intención que declaran tratar en “nuestra reunión de Madrid, presentaremos planes adicionales sobre cómo cumplir el Compromiso”.

Sin embargo, la sumisión a los dictados de Biden, genera contradicciones y no produce la unanimidad. La Unión Europea ha acordado aumentar al triple las compras de gas natural procedente de los EE.UU., garantizando una demanda mínima de 50.000 millones de metros cúbicos de gas licuado de aquí a 2030, pero eso está muy lejos de cubrir los 150.000 millones que se compran hoy a Rusia. Y, como señala Cinco Días, el transporte de gas por vía marítima es notablemente más caro y complicado que por gasoducto. Cortar el grifo del gas y petróleo ruso significaba una hecatombe para Alemania y otros países. Algo que posiblemente forme parte de los objetivos de Biden.

También ha habido diferencias importantes en la cumbre de la UE respecto a la petición de España y Portugal de poder intervenir en los precios del gas para la producción eléctrica.

Como señala el llamamiento del NAR griego y el POI de Francia a conferencia europea contra la guerra, bajo la presión del gobierno USA “los estados mayores de los monopolios imperialistas están comprometidos en un giro, coordinado por las instituciones europeas, que amenaza con destruir el aparato productivo de los países europeos y todas las relaciones sociales basadas en el reconocimiento de las conquistas políticas y sociales de la clase obrera”.

Contra la guerra y la explotación

Combatir contra la guerra exige dar pasos en la organización. Llamamos a quienes leen esta carta a debatir con los militantes de la Cuarta Internacional, a agruparse junto con compañeros de diversas corrientes en el CATP, para impulsar la lucha contra la guerra y la explotación en todas sus formas. Una lucha que aquí y ahora toma la forma de la lucha por la plena derogación de las contrarreformas laborales, por una verdadera auditoría de la seguridad social, por la preservación del poder de compra de salarios y pensiones frente a la inflación, etcétera. En un contexto de gran desconcierto y confusión, resultado de la presión desinformativa de los medios burgueses y de la ausencia de contrapeso por parte de las direcciones de partidos y sindicatos, corresponde, tal vez más que nunca, recalcar que son inseparables la lucha contra la guerra y la lucha por las legítimas reivindicaciones de la mayoría, que es la clase trabajadora. No basta con discutir, es necesario actuar y en este sentido se propone la conferencia obrera europea de emergencia, contra la guerra y la explotación, que tendrá lugar el próximo sábado 9 de abril.

 

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