Carta Semanal 970 en catalán
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El Senado de los EE.UU. aprobó el miércoles pasado La Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA), un plan de gasto en defensa de 886 mil millones de dólares, apoyado por el presidente Joe Biden, que incluye financiación para Ucrania y aumentos salariales anuales para los militares. Esa ley proporciona financiación cada año para las prioridades del Pentágono, como entrenamiento y equipamiento para las tropas.
A pesar del ambiente de duro enfrentamiento entre los dos partidos de la burguesía estadounidense, el Senado aprobó la legislación por votación bipartidista de 87 a 13. Y lo hizo a toda prisa, para autorizar el gasto antes de fin de año. Se trata de lo que se llama “política de Estado” (denominación con la que se camuflan los asuntos que corresponden al interés general de la clase dominante): el Congreso ha impulsado consecutivamente durante los últimos 61 años el imprescindible proyecto de ley de gastos de defensa. «En un momento de enormes problemas para la seguridad global, aprobar el proyecto de ley de autorización de defensa es más importante que nunca», dijo el miércoles en el pleno del Senado el líder de la mayoría, Chuck Schumer, demócrata por Nueva York. «Aprobar la NDAA nos permite mantener la línea contra Rusia, mantenernos firmes contra el Partido Comunista Chino y garantizar que la defensa de Estados Unidos siga siendo de última generación en todo momento». Ahora, la ley debe pasar por la Cámara de Representantes, donde algunos republicanos ultraconservadores han amenazado con no aprobarla, porque en la negociación de la norma no se han eliminado algunas disposiciones polémicas que habrían modificado la política de aborto del Pentágono y algunos servicios de salud que afirmaban el género. También están descontentos con una extensión temporal de un programa de vigilancia interna incluido en el proyecto de ley. Pero no cabe duda de que obtendrá suficientes votos republicanos para ser aprobada. Política de Estado.
El descomunal aumento del gasto militar en los EE.UU. tiene un eco al otro lado del Atlántico. Desde 2016, ha habido un enorme incremento del gasto militar de los países de la UE. En 2022, los 27 gastaron 264.000 millones de euros en armamento (un aumento del 13% sobre 2021, una vez descontada la inflación). Desde 2014, los gastos militares de los países de la UE han aumentado un 62%, 102.000 millones de euros de incremento. En 2023, según El País, en total, los países europeos dedicaron a defensa más de 350.000 millones de euros. Todos los países de Europa —salvo Bosnia-Herzegovina y la neutral Austria— elevaron el presupuesto de defensa el año pasado.
En 2022, el gasto público per cápita en defensa en España fue de 415 euros por habitante. En 2021 había sido de 354 euros, luego se produjo un incremento del gasto público en defensa por habitante del 17,23%, 61 euros por cada uno de los 47 millones de habitantes. En la actualidad, según su gasto público en defensa per cápita, España se encuentra en el puesto 35 de los 165 publicados.
El enorme gasto de los EE.UU. y el de sus “aliados”
El gasto militar mundial en 2022 fue de 2,24 billones de dólares (2,02 billones de euros), una cifra récord que supone un incremento interanual del 3,7%, según los datos del Sipri (Instituto Internacional de Estocolmo de Investigación sobre la Paz), que no incluyen a algunos países como Corea del Norte, Siria o Eritrea. ¡Más del 2% del PIB mundial! En 2001, el gasto militar mundial era de 1,14 millones. Por tanto, en poco más de 20 años, casi se ha duplicado.
De ese gasto militar mundial, el de los EE.UU., de 877.000 millones de dólares, supone más del 40% del gasto total. El gasto militar de China, que ocupa el segundo lugar, con 292.000 millones, no llega a la tercera parte del de los EE.UU.. El de Rusia, a pesar de la guerra de Ucrania, no llega al 10%. Lo que pone de manifiesto el carácter de los EE.UU. como gendarme mundial. Su supremacía militar la refrenda forzando a sus teóricos aliados de la OTAN -que en realidad actúan como títeres suyos- a incrementar brutalmente su propio gasto militar, cuya orientación decide EE. UU.
En este sentido, Alemania llegará en 2014 a un gasto militar equivalente al 2 % del PIB, destinando 51.800 millones de euros de su presupuesto (frente a 50.000 en 2023) al que se añadirán 19.200 millones de euros del «fondo especial para las Fuerzas Armadas», dotado de 100.000 millones de euros. Los Verdes alemanes han tardado poco en abandonar, desde sus sillones gubernamentales, sus proclamaciones pacifistas. Sólo el grupo de Sara Wagenknecht se opone en las calles a este desaforado incremento.
En Francia, la Asamblea Nacional aprobó en junio una nueva Ley de Programación Militar que aumenta en un 40% el gasto militar de aquí a 2030. El país vecino destinará a su ejército unos 413.000 millones de euros durante los próximos siete años. Es decir, incrementará el gasto militar de los 49.000 millones del año pasado a unos 69.000 al final de esta década. 408 diputados han votado a favor (el bloque macronista, los representantes de Los Republicanos -afines al PP- y de la ultraderecha de Marine Le Pen), 53 se han abstenido (comunistas, socialistas y ecologistas). Sólo los 87 diputados de la Francia Insumisa votaron en contra.
El “gobierno progresista” español y el gasto militar
En España, el gasto militar tampoco ha cesado de aumentar. Bajo el gobierno de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, el Estado dedica anualmente al ejército el doble de presupuesto que hace dos décadas. Desde 2019, el Gobierno de Sánchez ha comprometido más de 82.700 millones de euros en gasto militar —incluyendo gastos militares de todos los ministerios—, 20.000 millones más que en la última legislatura de Rajoy y 40.000 millones más que en la segunda presidencia de José María Aznar.
Según el Centre Delás por la Paz, si se utiliza el criterio de la propia OTAN para discernir que partidas constituyen gasto militar y cuáles no, “España no dedica el 1% del PIB a los gastos militares”, tal como afirma Defensa, sino que alcanzó un 1,98% en 2022 (24.759 millones) y alcanzará el 2,17% en 2023. Para Juan Carlos Rojas, del Colectivo Tortuga, el gobierno actual “perpetúa una práctica vergonzante de opacidad, ocultación y aumento por debajo de la mesa del gasto militar presupuestado”.
Señalemos que, entre el 25 de julio de 2023 y el 10 de octubre, el gobierno en funciones celebró nueve consejos de ministros. En todos ellos, se han aprobado importantes sumas de gasto militar extra para los próximos años: en total, 16.543 millones de euros. La cifra supera todo el presupuesto inicial del Ministerio de Defensa para 2023: 12.827 millones. En lo que va de 2023, el gasto militar extra aprobado en los Consejos de Ministros supera los 28.700 millones de euros.
Resulta patética la situación de los ministros de Izquierda Unida, del PCE, de los Comunes, de Podemos (hasta hace poco), de Sumar, que se sientan en un gobierno que aprueba una reunión tras otra gasto militar y compras de armamentos con su aprobación, por más que, fuera del Consejo de Ministros, digan oponerse.
Más gasto militar, más guerras
Por más que la propaganda lo disimule, por más que los ministerios de la guerra se llamen ahora “de Defensa”, la Historia demuestra claramente que el incremento del gasto militar conduce a la guerra.
Existe un “Fondo Europeo de Apoyo a la Paz”, presentado como “un instrumento para la financiación de acciones de la Unión Europea encaminadas al mantenimiento de la paz, la prevención de conflictos y el fortalecimiento de la seguridad internacional”, pero que ha suministrado a Ucrania más de 7.000 millones de euros para armamento.
La guerra de Ucrania, que sigue devorando miles de vidas de jóvenes rusos y ucranianos cada semana, la guerra que libra el ejército de Israel -en realidad un auténtico genocidio-, brazo armado del imperialismo USA en Oriente Medio, así como la resistencia palestina y de los pueblos a lo largo y ancho del mundo, demuestran lo atinado de la caracterización de Lenin sobre el imperialismo “época de guerras y revoluciones”.
Guerras contra los niños, contra la población civil, contra los hospitales, contra los periodistas. Sólo la movilización unida de la población trabajadora, con sus organizaciones, puede cambiar esta perspectiva de barbarie. Miremos a los propios EE.UU., donde, en esta situación de barbarie armamentística, un destello de esperanza se abre, cuando un sector importante del movimiento obrero norteamericano, encabezado por la UAW (poderoso sindicato del automóvil, que acaba de arrancar sustanciales subidas salariales), se manifestaban ante la Casa Blanca exigiendo el alto el fuego en Gaza el día después del voto en el senado, con el apoyo de congresistas de la DSA del Partido demócrata. A la UAW se han sumado ya varias uniones regionales, así como dos sindicatos nacionales: el sindicato postal y el de enfermeras.