El “sentido común” (capítulo 7)

Su moral y la nuestra -León Trotsky

 Capítulo 7: El “sentido común”

La democracia y la moral “universal” no son las únicas víctimas del imperialismo. La tercera es el sentido común, “innato en todos los hombres”. Esta forma inferior de la inteligencia, necesaria en cualquier situación, puede bastar en ciertas circunstancias. El capital fundamental del sentido común se basa en conclusiones elementales extraídas de la experiencia humana: no pongáis la mano en el fuego, procurad seguir la línea recta, no molestéis a los perros agresivos, etcétera. En un medio social estable, el sentido común resulta suficiente para el comercio, para cuidar a los enfermos, escribir artículos, dirigir un sindicato, votar en el parlamento, fundar una familia, crecer y multiplicarse. Pero cuando el sentido común trata de salir de sus límites naturales para entrar en el terreno de generalizaciones más completas, se revela que sólo es el conglomerado de los prejuicios de una clase y de una época determinadas. Ya la simple crisis del capitalismo lo despista; y ante perturbaciones “catastróficas” como las revolución, la contrarrevolución y la guerra, el sentido común es un imbécil a secas. Para conocer las conmociones “catastróficas” del curso “normal” de las cosas, se precisan facultades intelectuales más elevadas,, cuya expresión filosófica solo ha dado, hasta ahora, el materialismo dialéctico.

Max Eastman, que se esfuerza con éxito por dar al “sentido común” la más seductora apariencia literaria, ha hecho una especie de profesión de la lucha contra la dialéctica materialista. Las banalidades conservadoras del sentido común, unidas al estilo de Eastman pasan por ser la “ciencia de la revolución”. Acudiendo a auxiliar a los esnobs reaccionarios del Common Sense, Max Eastman enseña con una seguridad inimitable enseña a la humanidad que si Trotski, en lugar de inspirarse en la doctrina marxista, se hubiese guiado por el sentido común… no hubiera perdido el poder. Para Eastman no existe la dialéctica interna que se ha manifestado hasta ahora en la sucesión de fases de todas las revoluciones. Pretende que la reacción sucede a la revolución porque no se respeta bastante el sentido común. Eastman no comprende que históricamente Stalin resulta ser precisamente la víctima del sentido común, puesto que el poder de que dispone sirve a fines hostiles al bolchevismo. En cambio, la doctrina marxista nos ha permitido romper con la burocracia termidoriana y continuar sirviendo al socialismo internacional.

Toda ciencia, inclusive la “ciencia de la revolución”, está sometida a la verificación experimental. Puesto que Eastman sabe cómo mantener un poder revolucionario cuando la contrarrevolución triunfa en todo el mundo, es de esperar que también sepa cómo conquistar el poder. Sería deseable que revele, al fin, ese secreto. Lo mejor sería que lo hiciese dándonos el programa de un partido revolucionario con el título de “cómo conquistar y cómo conservar el poder”. Nos tememos, sin embargo, que precisamente el sentido común impida que Eastman se lance a una empresa tan riesgosa. Y esta vez, el sentido común tendrá razón.

La doctrina marxista, que por desgracia Eastman jamás ha entendido, nos ha permitido prever que, en determinadas circunstancias históricas, era inevitable el Termidor soviético, con todo su cortejo de crímenes. La misma doctrina había predicho, con mucha anticipación, el inevitable hundimiento de la democracia burguesa y de su moral. Por el contrario, los doctrinarios del “sentido común” se han visto sorprendidos por el fascismo y por el estalinismo. El sentido común procede a base de magnitudes invariables en un mundo en el que lo único invariable es la variabilidad. La dialéctica, en cambio, considera los fenómenos, las instituciones y las normas en su formación, su desarrollo y su decadencia. La actitud dialéctica ante la moral, producto funcional y transitorio de la lucha de clases, parece “amoral” a los ojos del sentido común. Sin embargo, ¡nada hay más duro, más limitado, más arrogante y más cínico que la moral del sentido común!

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