(publicado en la Carta Semanal 501)
Las manifestaciones del sábado 29 han tenido una respuesta muy desigual, en todo caso muy lejana del éxito indudable de la Marcha de la Dignidad del 22 de marzo. Un resultado que se veía venir, puesto que la propia preparación de las mismas no era la de una manifestación masiva. El hecho de que, en esta ocasión, UGT y CCOO se hayan sumado a la convocatoria ha sido, además, recibido con rechazo por los propios organizadores de las marchas. En Sevilla, por ejemplo, CNT decidió retirarse de la convocatoria y no asistir en respuesta a la anunciada presencia de CCOO. En su comunicado, decían que “No podemos, por dignidad, salir juntos a la calle cuando ellos son los verdaderos traidores de los trabajadores de este país”. Para terminar diciendo que “pedimos a nuestros afiliados, simpatizantes y al resto de ciudadanos que hagan boicot a las movilizaciones a las que acudan CCOO y UGT” (¿Llamarán a boicotear las movilizaciones de los de Coca-Cola o las de Correos?). Por su parte, el secretario de acción sindical de CGT-Madrid, Santiago Alonso, declaraba en la misma manifestación sobre la presencia de UGT y CCOO que “meterse como han hecho esta semana en una movilización de la que no son parte es vergonzoso. Han caído muy bajo y la gente se está dando cuenta”. Sin duda alguna, esta combinación de desgana y división en la convocatoria no ha ayudado a fomentar la participación.