(Publicado en la Carta Semanal 696 – ver en catalán)
Las movilizaciones de los trabajadores de los astilleros Navantia han desencadenado una importante polémica. Vivimos en un mundo en el que el capitalismo en descomposición ha hecho del industria de guerra uno de sus principales componentes, y en el que se lleva a cabo una ofensiva militar de destrucción de las naciones para destruir con ellas los derechos arrancados en la lucha de clases y apropiarse directamente de sus recursos naturales . Ahí está lo que sucede en África subsahariana, en Libia, en Siria, en Yemen…
Hemos de señalar la hipocresía de quienes aprueban -o no cuestionan- la pertenencia de España a la OTAN, y, por tanto, los bombardeos de Libia y otros tantos, y ahora se rasgan las vestiduras por la venta de armas al gobierno dictatorial de Arabia Saudí.
Publicamos esta contribución al debate que se ha abierto.
El pasado 3 de septiembre, la Ministra de Defensa, Margarita Robles, anunciaba que su ministerio había decidido paralizar la venta a Arabia Saudí de 400 bombas de precisión láser fabricadas en Estados Unidos y que tenía el Ejército español. Robles señalaba, no sin razón, que esas bombas podrían ser utilizadas para bombardear Yemen.
Las declaraciones de Robles dieron lugar a una respuesta por parte del gobierno Saudí, que ya había pagado los 9,5 millones de euros del pedido. De manera inmediata insinuaron que esa decisión les podía obligar a revisar el contrato con los astilleros Navantia de San Fernando (Cádiz).