(publicado en la Carta Semanal 415)
La imputación de la infanta Cristina en la trama corrupta de su marido ha disparado todas las alarmas entre los defensores del régimen, hasta el punto de que El País, el diario con más difusión, dedica su portada del domingo y varias páginas de su interior a la crisis de la Monarquía.
No es para menos: mientras la población trabajadora y la juventud viven una situación durísima, con 6 millones de personas en paro, casi 2 millones de personas sin ningún ingreso, casi 3.000 despidos y más de 500 desahucios diarios, mientras 38.000 millones de euros, la mayor partida de los Presupuestos del Estado, se destinan a pagar los intereses de una Deuda Pública que no han contraído las personas trabajadoras, el régimen monárquico establecido en el año 1978 bajo la corona del heredero designado por Franco se enfanga en la corrupción, que afecta desde la propia “Familia Real” a todas las instituciones del estado contaminando a todos los partidos y organizaciones cuya dirección apoya a este régimen.
Según la encuesta que publica el mismo periódico, la mayoría de la población desaprueba al rey. Los monárquicos empiezan a hablar de una posible abdicación del cazador de elefantes, para colocar en su lugar al príncipe Felipe, que goza –por el momento– de mejores índices de aprobación. Pero la crisis de la institución abre paso a otras posibilidades.
Los dirigentes de las organizaciones se aferran a la Corona
En esta situación, los dirigentes de los partidos instalados en las instituciones de la Monarquía y financiados por el Estado se aferran a la Monarquía y, para preservarla, como señala El País, “por primera vez es casi unánime la opinión de quienes defienden cambios en la institución”.
La clave de estas posiciones de defensa de la Monarquía la da un “miembro del gobierno” del PP, que El País no identifica, y que dice que “la Corona es una institución especial y cualquier paso será siempre a instancias del Rey”. Y que, por supuesto, “no contemplan ningún escenario que no sea la Monarquía, entre otras cosas porque dicen que tendría un efecto demoledor en el exterior y abriría un abismo en el que habría que disolver las Cortes, convocar un referéndum e iniciar un periodo de inestabilidad”. De lo que parece hacerse eco Ramón Jáuregui (dirigente del PSOE), diciendo que “hay que llamar a la prudencia para no abrir la puerta a que todo pueda revisarse”. Ambos se aferran a la Monarquía para preservar todo el régimen corrupto, vasallo militar de la OTAN y político de la Unión Europea y la Troika. No se puede perder de vista que, desde la Transición, Juan Carlos de Borbón ha sido el primer enlace de los Estados Unidos en España, como certificaron los documentos filtrados por Wikileaks.
En esta defensa de la Monarquía corrupta, los dirigentes de los partidos y organizaciones de los trabajadores parecen dispuestos a inmolar a sus organizaciones. La encuesta de Metroscopia que publica El País lo muestra: La diferencia entre quienes desaprueban y aprueban la gestión de los partidos políticos es del 84% (7% aprueban y 91% desaprueban) y con respecto a “los políticos” es del 87% (6% aprueban y 93% desaprueban)
Dirigentes monárquicos de las organizaciones obreras
Conviene destacar la posición de la dirección del PSOE, partido de clara tradición republicana, que defendió la República hasta que, en aras del consenso constitucional, Felipe González le impuso el respeto a la figura del heredero de Franco, en la misma línea marcada por Santiago Carrillo desde la legalización del PCE. Recuerda el artículo antes citado que Alfredo Pérez Rubalcaba “suele asegurar que lo que sostiene a la Monarquía es el PSOE. Es decir, que si este partido revisara su posición sobre el jefe del Estado, se haría muy difícil su mantenimiento”.
No le falta razón: el mito del rey “demócrata” se ha sostenido por la autocensura de todos los medios con respecto al heredero de Franco, y por el apoyo de los dirigentes de las organizaciones de los trabajadores. Y los dirigentes del PSOE siguen comprometiendo ese apoyo. Ramón Jáuregui, que prepara el texto de la conferencia política que el PSOE celebrará en septiembre, explica que esta cuestión no está en el orden del día. “No contemplamos la alteración de la arquitectura institucional del Estado, aunque podría haber enmiendas de compañeros en línea con el ideario republicano tradicional que hagan inevitable el debate, pero no lo alentaremos”. Para Jáuregui. la idea de pacto constitucional, con la Monarquía como clave del arco, “no es el pasado, sino que está presente y no conviene removerlo”. Un “barón regional afín a Carme Chacón venía a decir lo mismo. “No está el país para abrir cuestiones de estas. Pero que esto puede ir a más, es verdad”. Pero no todo está controlado. El Digital Diario Progresista publicaba el 5 de abril que el secretario general de Juventudes Socialistas, Nino Torre, “mostraba su respaldo a las declaraciones y comunicados efectuados por varias federaciones regionales a favor de abrir procesos que faciliten el cambio de régimen en España y ha anunciado que se va a sumar a las movilizaciones que se han convocado este mes a favor de la instauración de la III República”. La encuesta publicada por El País señala que mientras los seguidores del PP son mayoritariamente monárquicos, en el PSOE hay una contradicción abierta entre la posición de los dirigentes y la de los afiliados y votantes: “Oficialmente, el partido de Alfredo Pérez Rubalcaba sostiene a la Monarquía, pero sus votantes le dan una nota de -22, frente al 34 de los del PP”.
En cuanto a Izquierda Unida, coalición republicana según sus textos, no parece ir en la práctica mucho más allá de celebra de manera rutinaria el 14 de abril. En el artículo antes citado, su parlamentario Gaspar Llamazares dice que es inevitable el debate sobre la Monarquía y que serían necesarios cambios para dar “transparencia y llevar a la institución el laicismo y el republicanismo, aunque parezca una contradicción y la aplicación de la tesis de Lampedusa de que todo cambie para que todo siga igual”.
En cuanto a los dirigentes de los sindicatos, permanecen mudos sobre esta cuestión, es decir, no cuestionan al régimen, que contribuyen a mantener con la tregua otorgada al gobierno después de la Huelga General del 14 de noviembre.
No son los únicos que asumen esa postura. Desde sectores vinculados al 15-M se ha negado en todo momento la necesidad de romper con la Monarquía para buscar una salida, mientras que algunos que proponen una salida basada en un “proceso constituyente” se resisten con uñas y dientes a hablar de la necesidad de la República.
Hoy, más que nunca, ruptura democrática, República
La situación de los trabajadores y de la juventud exige medidas de urgencia, medidas imprescindibles que no son posibles si se respeta el régimen de la Constitución de 1978, monarquía presidida por el heredero nombrado por Franco, y si se mantiene la sumisión a las reglas de la Unión Europea, construida para asegurar la dominación del capital financiero. En ese marco no cabe democracia ninguna
Por tanto, en este 14 de abril, más que nunca, es precisa la ruptura democrática, la República, la Unión libre de repúblicas de los pueblos de España, que sólo puede imponer el pueblo en su movilización. Del mismo modo, afirmamos que no cabe ninguna reforma de la Unión Europea para que sirva a los intereses de los trabajadores y los pueblos, que es preciso romper con la Unión Europea, sus tratados y sus instituciones, para levantar la unión libre y fraternal de los pueblos y naciones de Europa basada en el fin de la explotación y la opresión. El apoyo de los dirigentes de las organizaciones de los trabajadores a la Monarquía y la Unión Europea es el mayor obstáculo para avanzar.
El 10 de noviembre del 2012 una Conferencia obrera reunió en Madrid 125 delegados, decidiendo formar un Comité por la Alianza de Trabajadores y Pueblos. La función de este comité es la organización del combate por la unidad de nuestras organizaciones sobre la base de la ruptura con la Monarquía y con la Unión Europea, instituciones antidemocráticas del capital financiero.