(Publicado en la Carta Semanal 608)
El afán viajero de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, que ha decidido hacer una ronda de visitas a las tropas españolas desplegadas fuera del territorio del Estado, nos ha permitido saber que el reino de España contribuye disciplinadamente al esfuerzo de guerra del imperialismo con un despliegue de tropas en 15 países distribuidos por cuatro continentes.
En una Carta Semanal reciente explicábamos que “se esconde el gasto real en las misiones militares en el exterior, se presupuestan con 14,3 millones, sabiendo que estas intervenciones ocasionan un gasto muy superior, para después a lo largo del ejercicio presupuestario traspasarles nuevos recursos. Así, en abril de 2015, ya se incorporaron 710,2 millones” que al finalizar el año llegaron a más de 1.000.
Las razones oficiales de este despliegue son variadas, pero en general se nos dice que esas tropas están en “misiones de paz” o de “lucha contra el terrorismo”. En realidad, apoyan a destacamentos de la OTAN en las intervenciones militares o en las secuelas de éstas, en los casos en que la intervención militar ha destruido o minado seriamente las estructuras de Estado de los países correspondientes.
En seis países de África
La tropas españolas se distribuyen en el continente africano entre seis países. El mayor contingente está en Mali, donde 117 soldados repartidos entre la capital del país, Bamako, y Koulikoro, se dedican oficialmente a entrenar al Ejército maliense. La presencia en Mali es el resultado del estallido de este país, con milicias de distinto signo enfrentadas al gobierno sostenido por la OTAN, tras la intervención militar de la misma OTAN que destruyó las estructuras de Estado de Libia e hizo que miles de armas se distribuyeran por los países vecinos.
Como apoyo logístico a la misión de Mali, un destacamento aéreo con 57 efectivos permanece desplegado en Senegal. A esos 57 soldados se les suman otros 43, repartidos entre Senegal y Cabo Verde, que -según dicen- asesoran a las fuerzas locales en materia de Defensa.
También hay tropas españolas en la República Centroafricana, 22 militares encargados del asesoramiento al Ejército local y de la protección de una misión de la UE. En Gabón, además, hay otro destacamento aéreo compuesto por 46 militares que prestan apoyo a los franceses, desplegados también en República Centroafricana.
Finalmente, hay en este momento 12 militares españoles en Somalia, para adiestrar a las tropas gubernamentales. Aunque hasta hace poco ha habido varios barcos en una “misión contra la piratería”. Recordemos que Somalia es otro país cuyas estructuras de Estado fueron destruidas por la intervención militar, en este caso de los USA (que se relata, de alguna manera, en la película “Black Hawk derribado”).
En todo los casos, estas intervenciones militares, al mando de la OTAN, tienen como objetivo sostener a gobiernos títeres del imperialismo, que no durarían más de unas semanas sin el apoyo militar extranjero, pero que actúan como guardianes de materias primas fundamentales (petróleo, uranio) o de sus rutas comerciales. En la mayoría de los casos, se trata de países que han sido destruidos por intervenciones militares de los EE.UU. o de la OTAN.
A todo eso hay que añadir el despliegue de cerca de 1.000 marines y una docena de aviones en la base aérea de Morón y el estacionamiento de varios buques “antimisiles” en la base aeronaval de Rota. Ambas bases, parte del despliegue del Afrikom, organismo de la OTAN para la intervención en África -de cuyo comando es Morón la sede- o sea de las operaciones en África del ejercito estadounidense.
En Oriente Medio
En Oriente Medio también hay un buen puñado de soldados españoles. Desde hace 10 años, hay un contingente en el Líbano, que en la actualidad está formado por 611 efectivos -la gran mayoría miembros de la Brigada Paracaidista. Este despliegue en la frontera entre Líbano e Israel, que forma parte de la misión de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (Unifil), no tiene pinta de tener fin, teniendo en cuenta que esa frontera separa al Estado de Israel de la zona controlada por el partido-milicia Hezbollah. El pasado mes de septiembre, el entonces Ministro de Defensa, Pedro Morenés, declaró tras una visita a esas tropas, que “vamos a estar aquí hasta que lo que estamos haciendo esté consolidado y no haya una vuelta a una situación tan tensa y violenta como la que hubo”. En esta misión han muerto ya 15 soldados, uno de ellos víctima de la artillería israelí.
En Irak, después de la retirada de tropas ordenada por el gobierno Zapatero, los sucesivos gobiernos han ido enviando poco a poco tropas. Recientemente se ha aumentado el número de efectivos, que llegarán a unos 500. Su objetivo declarado es adiestrar a la policía y a las tropas de élite iraquíes. La misión forma parte de un operativo de más de 60 países, bajo el liderazgo de Estados Unidos.
En Turquía, que al otro lado de su frontera se encuentra con el conflicto sirio, 129 militares españoles sostienen una batería Patriot de misiles antimisiles balísticos.
Y en Afganistán, donde un amplio despliegue español ha permanecido durante casi catorce años (17.223 efectivos españoles han pisado suelo afgano y, en octubre, las tropas se despidieron oficialmente del país). Pero, en realidad, España no ha abandonado definitivamente Afganistán. Un contingente formado por 21 soldados permanece en Kabul. Su misión, que forma parte de la operación Resolute Support de la Alianza Atlántica, es “asesorar en materia de Defensa al Gobierno local y adiestrar al Ejército afgano”.
De nuevo, el despliegue en Oriente Medio obedece a los intereses de los EE.UU., en muchos casos bajo sus órdenes o las de la OTAN, para apoyar, en al mayoría de los casos, a gobiernos títere locales, establecidos tras la intervención militar directa o indirecta, que ha destruido los países y los ha llevado al caos y la barbarie.
En Europa y el Mediterráneo
Sigue habiendo soldados españoles en Bosnia-Herzegovina, formando parte de la operación EUFOR Althea de la Unión Europea, operación que según la página web del Ministerio de Defensa, es “Heredera de las operaciones IFOR y SFOR de la OTAN y, anteriormente, de la Fuerza de Protección de la ONU (UNPROFOR)”. Su misión es “instruir y apoyar a las fuerzas policiales del país”. Un país, recordemos, devastado por la intervención militar y la guerra civil auspiciadas por el imperialismo, que lo dejó dividido en cantones étnicos.
También hay 258 soldados y marineros españoles en el Mediterráneo, donde están desplegadas las fragatas Canarias y Blas de Lezo, oficialmente para “luchar contra el tráfico de seres humanos”. De hecho, para detener a los refugiados que buscan asilo en Europa huyendo de la Libia destruida por los bombardeos de la OTAN, operación en la que dirigió la participación española el “general de Podemos”, el ex-jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Julio Rodríguez.
Además, según el Ministerio de Defensa “España colabora regularmente con Active Endeavour, aportando unidades militares, centros en tierra y medios civiles para supervisar el tráfico marítimo”. El objetivo declarado es controlar el terrorismo a través del mar. Pero ya sabemos que, por definición, es “terrorista” aquel a quien los EE.UU. deciden etiquetar como tal, es decir, los enemigos del Imperio.
Todo al servicio de los intereses del imperialismo USA
Este amplio despliegue militar responde a un hecho: el imperialismo dominante de los EE.UU. no puede hacer frente a todo el despliegue militar que la crisis del modo de dominación imperialista exigiría. En enero de 2016, el presidente USA, Barack Obama, decía en el Discurso del Estado de la Unión que “No podemos intentar controlar y reconstruir todos los países que entran en crisis. Eso no es liderazgo, sino el camino para terminar en un atolladero, derramar sangre estadounidense y malgastar nuestros recursos lo que, al final, nos debilita (…) Es la lección que recibimos en Vietnam e Irak y ya deberíamos haberla aprendido”.
Por tanto, los EE.UU. piden a sus “aliados” de la OTAN más implicación en las acciones militares y aumento del gasto militar. El despliegue militar español no es sino un acto de obediencia a esos mandatos imperiales.
Con graves consecuencias
Esas 15 misiones tienen consecuencias graves para los pueblos de las zonas afectadas, pero también perjudican a los trabajadores y los pueblos del Estado español.
Por un lado, el gasto armamentista que conllevan y la dedicación de miles de jóvenes a aplastar otros países en lugar de producir en el Estado español. Pero no sólo se trata de los miles de millones gastados o los muertos sacrificados.
A la vez, esas misiones imperialistas dirigidas por los Estados Unidos han modificado profundamente las fuerzas armadas españolas, identificando a sus mandos con los intereses y los objetivos de los Estados Unidos, que no son los de los trabajadores, ni los de los pueblos del Estado español. Si en los años 30 el ejército “africano” forjado en las aventuras coloniales se levantó contra la democracia, contra el movimiento obrero y contra los pueblos del Estado español, cara al futuro inmediato el actual ejército “norteamericano” de la Monarquía es una amenaza directa para la democracia, los trabajadores y los pueblos de nuestro país.
Cúmplese así el lema de que “el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre”. Desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora y los pueblos del Estado español, una exigencia clara debe ser levantada: ¡Retirada inmediata de todas las tropas españolas de las misiones de la OTAN, la Unión Europea y las Naciones Unidas contra los pueblos! ¡Salida de la OTAN! ¡Cierre de las bases norteamericanas de Rota y Morón!