(Publicado en la Carta Semanal 543)
Cuando está al alcance de la mano echar a Rajoy del gobierno de una vez, la crisis de las “izquierdas” siembra de obstáculos el camino. Por una parte, los dirigentes del PSOE parecen empeñados en disuadir a lo que queda de su electorado, ahora mismo en Cataluña.
De otro lado, la crisis abierta en Izquierda Unida desde las elecciones europeas, y agudizada tras las elecciones autonómicas y municipales, se ha traducido en los últimos meses en la aparición de numerosas plataformas, agrupamientos y propuestas, la mayoría de ellos concretados en propuestas de candidaturas para las próximas elecciones generales. Mientras Pablo Iglesias invita a algunos dirigentes a abandonar IU y presentarse en sus listas, como ya ha decidido Tania Sánchez, se mantienen no sin incertidumbre iniciativas como Ahora en Común, Gaspar Llamazares y el exjuez Garzón presentan otra propuesta, Convocatoria por la unidad, y un tercer grupo de dirigentes de IU de Madrid propone otra que llaman “Convergencia de la Izquierda”.
IU, la izquierda del régimen…
En 1986, tras el referéndum sobre la OTAN, en el que 7 millones de votantes se pronunciaron por el No, el PCE levantó, junto con otras organizaciones, Izquierda Unida, con la intención de encuadrar a militantes que habían luchado por el No. En aquel momento, a los militantes del POSI que preguntamos si era posible participar en IU, se nos explicó que IU se basaba en la defensa del Constitución de 1978. Julio Anguita repitió esto como un mantra una y otra vez, que el programa de IU era el desarrollo “progresista” de esa Constitución.
Por tanto, en una situación en que millones buscaban la ruptura con el régimen sometido al imperialismo USA, IU se levanta como la izquierda del régimen. ABC, portavoz oficioso de la Casa Real, saludaba, en un editorial del 30 de abril de 1986 titulado “izquierdas integradas”, la creación de IU como “un suceso importante para la estabilidad del sistema, en tanto que permite integrar parlamentariamente a fuerzas políticas que, de permanecer a extramuros del sistema, podrían caer en tentaciones de desestabilización y subversión”. El mismo periódico, tras los desastrosos resultados electorales de IU en 2004 volvía a decir en un editorial que el fracaso de IU “en modo alguno debe arrastrar a unas siglas y a una fuerza cuyo papel en el mapa político nacional no sólo resulta saludable sino imprescindible (…) IU ha ejercido (…) como factor de estabilidad (…) evitando que se produzcan tentaciones escapistas y rupturistas al margen de los cauces de la democracia”.
La última muestra del papel del “cierre por la izquierda” del sistema que ha ejercido IU la tenemos en su participación en el gobierno de la Junta de Andalucía, aplicando todos los recortes sociales “por imperativo legal”, en palabras de su máximo representante en ese gobierno, Diego Valderas. Entretanto, los dirigentes de IU de Extremadura apoyaban con su votos al gobierno regional del PP que aplicaba los mismos recortes.
Hoy, para el régimen, IU puede no ser tan útil debido al deterioro de su imagen dado el papel desempeñado en esos 20 años. El papel de contención se lo disputan otras fuerzas. Y en particular, Podemos. A este respecto, recordemos las palabras de Pablo Echenique cuando señalaba que Podemos podría convertirse en un “remiendo” para el régimen.
… en choque con la voluntad de muchos militantes
Seríamos ciegos si no tuviéramos en cuenta que este carácter de IU choca con la voluntad de muchos de sus militantes, que durante estos años han pretendido defender desde IU las reivindicaciones obreras y populares, la ruptura con el régimen, la República. Militantes como los que en Andalucía intentaban, a través de “IU en la base” y desde diferentes instancias de IU, oponerse a la política de Valderas. Precisamente esta oposición llevó a los dirigentes de IU de Andalucía a anunciar una consulta a las bases sobre su permanencia en el gobierno de la Junta (y ese anuncio dio pie a que Susana Díaz expulsara a IU del gobierno y convocara elecciones).
Ahora, muchos militantes que han querido hacer de IU su instrumento de lucha contra el régimen y la Unión Europea chocan también con la voluntad de algunos dirigentes de salvar sus posiciones en las instituciones a través de nuevas combinaciones electorales que no representan una ruptura con el régimen monárquico, o buscándose huecos en listas de reforma de dicho régimen. Ese es uno de los componentes de la crisis abierta en IU de Madrid.
Con estos militantes compartimos la voluntad de levantar una alternativa política que luche por la ruptura con el régimen y la Unión Europea, por la República, por la fraternidad entre los pueblos del Estado Español basada en el respeto de su libertad de decidir… y con ellos constatamos que las posiciones, resoluciones e iniciativas de la dirección de IU van en sentido contrario, cierran el camino a que IU pueda ser esa alternativa.
Confluir ¿para qué?
Todas las propuestas políticas que se lanzan desde distintos sectores de IU –o próximos a IU–proponen un objetivo: la “confluencia” de cara a las próximas elecciones.
La unidad para derrotar al PP y acabar con los recortes es, sin duda, una aspiración que compartimos muchos. Pero precisamente la experiencia de IU obliga a concretar: unidad ¿para qué? ¿Para buscar una “regeneración democrática” del régimen monárquico, es decir, para salvarlo, o para acabar con él? Porque es el momento. El régimen de 1978 vive su mayor crisis. La corrupción lo pudre de arriba a abajo, y la desafección ciudadana crece. El conflicto con el pueblo de Cataluña lleva camino de ruptura. Es el momento de poner en primer orden la lucha por la ruptura, por la República.
A quienes nos dicen que este debate no es importante, que “no interesa a la gente”, hay que responderles que con este poder judicial, y con este Tribunal Constitucional, que ha avalado todas las contrarreformas de Rajoy, pero se ha cargado el Estatuto votado por el pueblo catalán y la ley antidesahucios de Andalucía, es imposible ningún cambio social y político.
A quienes aducen que ese debate “en lugar de abrir, cierra”, “impide que participen todos”, habría que preguntarles si se trata de que participemos todos… en sostener el régimen moribundo de la Monarquía.
En efecto, quienes se niegan a poner esta cuestión sobre la mesa nos proponen, en última instancia, repetir la operación de 1978, aplicar algunas reformas para salvar lo esencial del aparato de estado, al poder judicial reaccionario, el ejército sometido a la OTAN, las fuerzas represivas heredadas del franquismo, el poder de las multinacionales y las grandes fortunas, el entramado de negocios basado en la corrupción, etc.
¿Confluir? ¡Sí! Pero para proclamar la República y abrir un verdadero proceso constituyente en el que puedan participar los trabajadores y los pueblos, incluidos quienes como diversas organizaciones catalanas o los jóvenes de 16 años se declaran con razón excluidos de las Cortes que salgan de las elecciones de diciembre. Unas Cortes Constituyentes basadas en la libre determinación de los pueblos, que, sin someterse a ningún otro poder externo, y apoyándose en la indispensable movilización popular, organicen el poder republicano, el pleno ejercicio de la soberanía.
¿Someterse a la Unión Europea y la Troika?
La experiencia de Grecia demuestra que, incluso para aplicar un mínimo programa de urgencia social, para recuperar los derechos perdidos y los servicios públicos recortados, cualquier gobierno debe enfrentarse a los poderes que gobiernan Europa en nombre de los mercados, es decir, a la Unión Europea y la Troika, instaurar el control de gobierno sobre la Banca. La elección de Jeremy Corbyn a la cabeza del Partido Laborista plantea otra vez el mismo dilema: ¿prevalecerán sus promesas de renacionalización y defensa de los servicios públicos o su adhesión a la Unión Europea?
Cualquier confluencia debe partir de afirmar desde el principio que la voluntad de los electores prevalece sobre los mandatos de la Unión Europa, el FMI y la troika. Ningún mandato por encima de la soberanía popular.
Ese es el debate que debe abrirse dentro de la izquierda ahora mismo, en la preparación de las candidaturas a las elecciones de diciembre.