¡Ningún acuerdo con Rajoy!

(Publicado en la Carta Semanal 558)

Carta-558“Lo que no nos dieron las urnas, lo hemos arreglado en la negociación”. Esta esperpéntica divisa de Mas parece ser también el lema de Rajoy.

Con esa doble ficción pretende Rajoy formar un gobierno de “Unidad Nacional” que le permita mantener y profundizar todos sus recortes y contrarreformas y, a la vez, arrastrar a los pueblos del Estado español a una cruzada contra el –muy real– pueblo de Cataluña. Ahora, Rajoy pretende utilizar la formación de gobierno en Cataluña para añadir presión en defensa de un gobierno del PP basado en “hacer frente al desafío separatista”. Le ha faltado tiempo para salir amenazando a instituciones, políticos, empleados públicos con aplicarles todo el arsenal antidemocrático de la constitución y de las leyes que ha impuesto con su mayoría absoluta.

La crisis del régimen monárquico, del aparato de Estado franquista, de su estado de las autonomías, se profundiza sin cesar desde las elecciones del 27S al Parlamento de Cataluña, y las generales del 20D. Como se ve, el PP y las instituciones que vienen de la dictadura tienen un solo “remedio”, que es peor que la enfermedad: atacar las libertades y los derechos de los trabajadores y de los pueblos. Y para ello, crear un “estado de guerra” en el que todo les esté permitido, desde una nueva reforma laboral y de pensiones hasta desmantelar los ayuntamientos.

No tienen fuerza, solo se apoyan en el hundimiento electoral, al que sus dirigentes y su “política de Estado” han llevado al Partido Socialista y la parálisis política de los dirigentes de los sindicatos.

Con razón, en la rueda de prensa tras conocerse el acuerdo, Miquel Iceta, Primer Secretario del PSC, se ha preguntado si el acuerdo de las fuerzas independentistas catalanas ‘no demuestra el fracaso de la estrategia de Mariano Rajoy’ para hacer frente al reto soberanista, y ha creído necesario ‘un cambio de Gobierno en España para afrontar, entre otros, el problema de Cataluña’ Hay otra solución sino que los trabajadores y sus organizaciones atajen esa deriva reaccionaria que amenaza con reventar todas las solidaridades y despojarnos de todos los derechos.

La clave está en buena medida en la crisis del Partido Socialista, que afecta a la representación política de los trabajadores. Por ese motivo, respetando las atribuciones de los afiliados y de las instancias de esa organización, haremos algunas consideraciones desde el punto de vista de los intereses de conjunto de las clases trabajadoras y el movimiento obrero.

Un cambio sustancial en la representación de los trabajadores

Las elecciones de mayo, de septiembre y de diciembre de 2015 dan al Partido Socialista un lugar cualitativamente distinto del que tuvo desde 1977 hasta 2008.

En todas las poblaciones obreras del país, desde Baracaldo a Dos Hermanas y desde San Fernando hasta Badalona, el voto obrero ha quedado dividido. Una parte, la mantiene el Partido Socialista, la otra parte ha ido a parar, fundamentalmente, a Podemos. IU solo en algunas de esas poblaciones mantiene un lugar minoritario.

Por otra parte, en Madrid, en Barcelona y en casi todas las demás grandes ciudades, el Partido Socialista ha sido abandonado mayoritariamente por las capas medias de tradición progresista que siempre habían buscado cobijo en las organizaciones de los trabajadores.

Las razones de ese cambio, no tienen misterio: la traición de Zapatero, que había prometido que no pasaría la factura de la crisis capitalista a los trabajadores pero se sometió a las exigencias del capital financiero y la troika iniciando desde mayo de 2010 la era de contrarreformas que Rajoy ha profundizado. Y la ruptura del PSC, y del PSOE, con la exigencia del derecho a decidir por parte del pueblo catalán que ha permitido a personajes como Mas y Puigdemont convertirse en falsos adalides de la libertad de Cataluña.

La candidatura de Sánchez probablemente palió el primer aspecto, la ruptura con los trabajadores, pero no llegó a modificarla. En cuanto a lo segundo, ni siquiera intentó algún acomodo. Todo lo contrario, profundizó, bajo la presión de los “barones” (que, a su vez, traducen las presiones del aparato de estado), la negativa a asumir la defensa de los derechos de los pueblos. La “reforma constitucional” sometida legalmente al veto del PP y de Ciudadanos, y su apoyo a las amenazas franquistas contra los representantes de la mayoría del Parlament lejos de dar garantías de democracia a los ciudadanos y a los pueblos, ha añadido nuevos nubarrones al panorama político.

Desgraciadamente la dirección de PSOE, ante la investidura de Puigdemont, ha renovado su apoyo incondicional al gobierno del PP y todas sus amenazas represivas. ¿Qué confianza puede ofrecer al pueblo de Cataluña sus llamados a la “negociación” y la reforma “federal” de la constitución (que el PP y CS rechazan) si las acompañan del apoyo a todas las amenazas de los responsables de que la situación haya llegado hasta aquí? Ninguna. La actual dirección socialista ha decidido profundizar, en este momento gravísimo, la política de enfrentamiento que ha provocado su derrota en Cataluña o el País Vasco y la desafección de millones de trabajadores en el resto del Estado.

¿Cuales son las necesidades de los trabajadores y de los pueblos?

Los trabajadores y los pueblos necesitarían con urgencia un gobierno que anule y revierta todos los recortes. En primer lugar las reformas laborales de 2010 y 2012 que han anulado en gran medida la negociación colectiva y a partir de ahí han hundido los salarios, las condiciones de trabajo y de vida. Y además la reforma de las pensiones, la anemia de la Sanidad pública, la intervención de los ayuntamientos por Hacienda, las contrarreformas educativas, el deterioro de la función pública, las leyes liberticidas…

Pero para poder hacer éstas y muchas otras cosas, un gobierno “de progreso” debe empezar por defender y reforzar la unidad de los trabajadores y la fraternidad entre los pueblos negando el pan y la sal a los franquistas de Rajoy y sus amos. Y para ello no hay mil caminos. Hace falta la democracia, y no la hay sin romper el nudo gordiano de la unidad “nacional” por la fuerza.

La página más negra, y ya es decir, de la legislatura que se acaba este martes 12 de enero de 2016, fue probablemente aquella en que los diputados del PP y de UPyD promovieron un rechazo de la resolución más que mayoritaria del Parlamento de Cataluña en pro de un referéndum en que el pueblo catalán manifestase su voluntad sobre la relación con el Estado español. Sus argumentos fueron claros: la unidad –conseguida y mantenida por la fuerza– de España está por encima de la voluntad de los catalanes y de los españoles. Por tanto, aquí no hay democracia.

Sin recuperar la soberanía no hay posibilidad de que los trabajadores y los pueblos del Estado español derroten a los poderes económicos que quieren seguir saqueando el patrimonio común construido con el trabajo. No hay posibilidad de defender la base económica común ni las conquistas sociales que juntos hemos logrado, ni de hacer frente a los nuevos retos.

Falsos pretextos para sostener la opresión nacional

Los dirigentes del Partido Socialista últimamente han hecho un mantra de “la igualdad”, en detrimento de la libertad y la fraternidad, que eran sus compañeras en la tradición democrática y social del movimiento obrero. Mal vamos, porque sin democracia, sin libertad, no puede haber igualdad de derechos. Solo queda la común sumisión al yugo de la dictadura de Franco o de los “mercados”.

Como ha declarado, en otro esperpento de estos días, el promotor “socialista” de la reforma de pensiones, Octavio Granado, “Hemos descubierto que lo fundamental no es la educación o la sanidad, ni acabar con la reforma laboral, disminuir la desigualdad social, adoptar medidas de regeneración democrática, acabar con el saqueo de la Seguridad Social o diseñar un sistema impositivo justo, sino mantener la unidad de España. No […] pensemos que si es lo fundamental seremos elegidos los socialistas, y no el PP o C’s.”

El Comité Federal del Partido Socialista, el 28 de diciembre, decretó lo siguiente: “La autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento sólo traerán mayor fractura a una sociedad ya de por sí divida. […] la renuncia a esos planteamientos es una condición indispensable para que el PSOE inicie un diálogo con el resto de formaciones políticas”.

Si la unidad por la fuerza es lo fundamental, hay que votar a los franquistas, tiene razón Granado. Hay que apoyar al PP. Y olvidémonos de los derechos sociales y democráticos de todos.

Pero el movimiento obrero ha defendido la unidad de los trabajadores, y por ende la fraternidad entre los pueblos, partiendo de la lucha común por los derechos sociales y democráticos, es decir, por la soberanía. Así en los años 70, superando prejuicios, todas las organizaciones políticas y sindicales de los trabajadores defendieron el derecho de autodeterminación. El propio PSOE en su congreso de 1976, se proponía: “conjugar el principio socialista de la libre autodeterminación de los pueblos con el de la imprescindible acción coordinada y unitaria de la lucha que la clase obrera ha mantenido…”

La responsabilidad de las organizaciones de los trabajadores ¡Ningún acuerdo con Rajoy!

La responsabilidad del Partido Socialista, de los sindicatos, de lo que queda de las organizaciones levantadas por los trabajadores, no es apoyar al PP sino derrotar a los franquistas uniendo todas las fuerzas obreras y populares por la fraternidad, por la soberanía y la democracia, por tanto en defensa del derecho del pueblo de Cataluña a decidir mediante referéndum o en otra forma.

En el pasado reciente, particularmente en 1974-77, en los momentos de máxima crisis del Estado, el Partido Socialista tuvo la suficiente conexión con las aspiraciones obreras como para asumir el derecho de autodeterminación. En 1936, los comités obreros revolucionarios lo realizaron efectivamente.

Sería gravísimo que en la actual crisis del Estado monárquico, dirigentes dóciles a los poderes internacionales del capital impidiesen que el Partido Socialista tome la misma posición. Pero no todo está escrito No son pocas las voces del propio PSOE que trascienden exigiendo un giro en esa política.

Debe servir de referencia para todos la victoria el 20D en Barcelona, la gran circunscripción obrera (donde siempre ganó el PSOE hasta que dejó el derecho a decidir) de la candidatura En Comú Podem que tomó la antorcha del derecho a decidir, como camino de fraternidad entre los pueblos, buscando cerrar el camino del enfrentamiento promovido por Rajoy con la ayuda de Mas.

En este momento grave los militantes de la IV Internacional consideramos que es un deber de todos los partidarios de soluciones democráticas a unir fuerzas para exigir a las organizaciones que se reclaman de los trabajadores, en primer lugar a los sindicatos y el Partido Socialista, que nieguen cualquier apoyo a la ofensiva de enfrentamiento que anuncia el franquista Rajoy y puedan abrir la vía a un gobierno que dé una respuesta democrática a las exigencias de los trabajadores y a las aspiraciones del pueblo de Cataluña.

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