“Otro punto de vista sobre 1914”, número especial de La Verdad

(publicado en la Carta Semanal 483)

Carta-483El 4 de agosto de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, esta fecha señala simbólicamente el inicio de una nueva época, la del imperialismo, la de “la reacción en toda la línea”, época de “guerras y revoluciones” en palabras de Lenin. En ella se establece la disyuntiva entre “el socialismo o la barbarie” (Rosa Luxemburg).

Ante la guerra imperialista, el movimiento obrero tuvo que decidir entre sumarse a la carnicería en apoyo de su propia burguesía o mantener su independencia política y combatir contra la guerra combatiendo a su propio gobierno imperialista, es decir, luchar por la paz y el internacionalismo, lo que inevitablemente llevaba a la lucha por la toma del poder y a la expropiación de la propiedad privada de los grandes medios de producción. El imperialismo no admite caminos intermedios o terceras vías, ni entonces ni ahora.

En esta disyuntiva, la mayoría del movimiento obrero, los dirigentes de la II Internacional, optaron por el socialchovinismo, por traicionar a la clase obrera y los principios socialistas que venían defendiendo, por capitular ante los intereses imperialistas de su propia burguesía. Los diputados de un solo partido perteneciente a la II Internacional, el ruso (el Partido Bolchevique), bajo la dirección de Lenin, votaron contra los presupuestos de guerra en la Duma y su Comité Central aprobó de inmediato un manifiesto contra la guerra; posibilitaron así el triunfo de la Revolución de Octubre poco más de tres años después del estallido de la guerra imperialista.

Solo una minoría de dirigentes, Lenin, Rosa Luxemburg y Trotski entre ellos, permanecieron fieles al internacionalismo y a la revolución socialista; continuaron las enseñanzas de Marx y Engels, su lucha por construir partidos obreros revolucionarios capaces de tomar el poder y destruir el Estado burgués. En la Conferencia de Zimmerwald (septiembre de 1915), socialistas de 11 países elaboran un programa enfrentado a la unión sagrada con cada burguesía: derrotismo revolucionario, lucha contra el propio gobierno. La consecuencia que la izquierda de Zimmerwald plantea es la ruptura con la II Internacional, preparar la próxima Internacional Obrera, que se proclamará tras la revolución rusa: la III Internacional, disuelta por Stalin para satisfacer a sus aliados imperialistas.

No es vano recordar todo esto un siglo después del inicio de esa masacre que costó la vida a más de dos millones de trabajadores, utilizados como carne de cañón por sus burguesías imperialistas en una guerra de saqueo y de conquista. No es vano cuando vemos surgir, alimentadas de nuevo políticamente por los dirigentes de la II Internacional, todo tipo de tendencias que buscan “humanizar” el capitalismo, suavizar la explotación y, en última instancia, mantener el sistema capitalista.

Cien años después el imperialismo sigue siendo un sistema tan destructivo como en 1914, cuya crisis de descomposición deben seguir pagando los trabajadores y los pueblos con la guerra (Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Libia, Siria, Mali, Ucrania, el abominable extermino de los palestinos, ¿cuántas guerras más podemos citar?), con la explotación y la miseria, con la destrucción de todas las conquistas obreras y democráticas, lo que de nuevo conduce a la guerra.

Un siglo después nos dicen que, gracias a la Unión Europea, Francia y Alemania no se han enzarzado en nuevas disputas, que la paz está garantizada en Europa. ¿Son de paz los planes de ajuste de la “troika” a los que se somete a los pueblos, a Grecia, a Portugal, a España? Para los militantes de la IV Internacional no habrá paz en el mundo mientras el movimiento obrero no sea independiente de las instituciones internacionales del capital, de sus planes, de los gobiernos que los aplican.

El número 82 de La Verdad, titulado “Otro punto de vista sobre 1914”, contiene doce contribuciones que abordan desde distintos enfoques los acontecimientos históricos de los años 1914-1918 y tiene una actualidad candente para cualquier militante obrero. La presentación de este número especial de La Verdad concluye:

“Este número de La Verdad adopta deliberadamente el punto de vista de los internacionalistas obreros que desde el principio enlazaron la lucha contra la guerra y la lucha contra el régimen en bancarrota de propiedad privada de los medios de producción, y el combate contra la traición de los dirigentes oportunistas de la II Internacional, que se habían pasado al socialchovinismo. Desde este punto de vista, consideramos importante abrir la discusión y la reflexión sobre la candente actualidad de lo que en 1914 plantearon un puñado de militantes internacionalistas que se mantuvieron fieles a la clase obrera cuando los dirigentes intentaban arrastrar el movimiento obrero al campo del chovinismo. (…) Queremos abrir una discusión en un marco común. Ese marco común es el de los militantes de la IV Internacional que, de este modo, quieren ayudar a los trabajadores a comprender los mecanismos que enlazan el agosto de 1914 con el octubre de 1917, al servicio de un mismo combate, de un siglo a otro: el combate por la independencia de la clase obrera, por la Internacional Obrera, para acabar con el régimen en quiebra de propiedad privada de los medios de producción. Queremos abrir esa discusión, invitamos a los lectores a continuarla”.

En próximas cartas publicaremos un análisis sobre el movimiento obrero en España y la Primera Guerra Mundial.

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