El consenso que Rajoy necesita

(Publicado en la Carta Semanal 599)

carta-599Millones de trabajadores y jóvenes encajaron con rabia la noticia: Rajoy investido de nuevo presidente de gobierno. Esa noticia es prenda de sufrimientos y ataques a la mayoría trabajadora, y llueve sobre mojado. Pero a la vez, además de la resistencia de casi 100.000 socialistas y de la protesta de miles en la calle de Madrid, los jóvenes estudiantes y los profesores respondieron, sin esperar a que Rajoy tomase posesión, con la primera gran movilización de masas contra el ‘nuevo’ gobierno, con la huelga de decenas de miles y manifestaciones en todo el país. La juventud escolarizada, los trabajadores de la enseñanza marcan el camino de la movilización unida, con las organizaciones. Analicemos la situación.

Con la abstención de 68 diputados del PSOE (varios de ellos mencionando que se abstenían “por imperativo”, mientras que 15 -más uno de Nueva Canarias- han votado en contra, desoyendo los llamamientos a la disciplina de la Gestora), Rajoy ha sido investido como presidente del gobierno.

Poco antes de la votación, Pedro Sánchez presentaba su renuncia al escaño y daba una rueda de prensa en la que explicaba que lo había hecho para no tener que abstenerse para investir a Rajoy. A la vez, hacía un llamamiento a los militantes del PSOE a movilizarse para “recuperar el PSOE para la izquierda” y exigía la convocatoria de un congreso y de primarias. De inmediato recibía el apoyo del alcalde de Jun y los promotores de la recogida de firmas por un congreso extraordinario.

Para el capital financiero, ya era hora de que Rajoy fuera investido, porque de momento se mantenía la estabilidad del régimen monárquico. Y porque en lo inmediato un año sin nuevos recortes ni contrarreformas es para ellos un año perdido, y necesitaban con urgencia la formación de un gobierno que aplique su programa. Abiertamente, exigen 5.000 millones de euros de inmediato, pero bajo cuerda hablan de recortes de alrededor de 27.000 millones de euros.

Ahora bien, Rajoy no tiene mayoría en Cortes para aplicar ese programa. Por eso, en su discurso de investidura, ha hablado una y otra vez de diálogo. Muchos se preguntan, ¿hasta cuándo va a poder la Gestora del PSOE imponer al partido -y al propio grupo parlamentario- ese apoyo a Rajoy? ¿Va poder hacerlo en la elaboración de los presupuestos? ¿Y en la aplicación de nuevos recortes? Las cosas no pintan bien para el susanismo, teniendo en cuenta la rebelión en el PSOE, donde la exigencia de convocatoria de congreso extraordinario ya va por casi 100.000 firmas (la mitad del censo oficial) y sus impulsores se proponen conseguir aún más. En la misma semana del voto de la vergüenza, han tenido lugar en Málaga, Cádiz, Córdoba importantes asambleas de afiliados socialistas partidarios del NO que reclaman Congreso ya. La Gestora tendrá que hacer muchas piruetas a la desesperada.

Pero, por encima de su situación de minoría en Cortes, Rajoy tiene que tener en cuenta una situación mucho mas grave: tiene a la inmensa mayoría de la sociedad en contra. Y es más que probable que, ante el fracaso de la vía parlamentaria en la que tantos habían puesto sus ilusiones para echar a Rajoy, los trabajadores y la juventud se vuelquen hacia sus medios propios de lucha, la movilización en las calles y los centros de trabajo y estudio, pugnando por arrastrar a sus organizaciones.

Mal panorama para aplicar nuevos recortes a una sociedad que ya está más que harta de ellos. Por eso, Rajoy necesita, para aplicar el programa que le dictan el capital financiero y sus instituciones (FMI, Unión Europea, etc.), del consenso de las principales organizaciones que representan a la clase trabajadora y a los pueblos y la división de los trabajadores y pueblos.

Ahí está, como prueba, la cuestión de las pensiones.

La cuestión de las pensiones

Durante sus años de gobierno, el PP ha llevado al sistema público de pensiones a una situación gravísima. Su reforma laboral ha secado las fuentes de financiación, que son las cotizaciones.

Esa reforma ha llevado a una reducción generalizada de salarios, a una precariedad y un fraude laboral generalizados y crecientes. Si a ello sumamos la falta de subsidio para millones de desempleados (el subsidio cotiza a la Seguridad Social), la no subida del salario mínimo, se reducen los ingresos a la Seguridad Social.

El “nuevo empleo creado” no soluciona esta situación. En 2014, con un alza de 417.574 afiliados medios más a la Seguridad Social, los ingresos subieron un 0,96% sobre el año anterior, poco más de 900 millones de euros. Comparemos con 2007, cuando con un incremento de 446.781 afiliados, la recaudación de la Seguridad Social subió un 8,24%.

Y además, Rajoy ha mantenido y agravado el tradicional desvío de fondos de la Seguridad Social para financiar miles de millones de exenciones y bonificaciones de cotizaciones empresariales y las “tarifas planas” (que han supuesto 25.000 millones menos de ingresos en la Seguridad Social en los últimos nueve años).

Vaciada así la caja de las pensiones, el gobierno Rajoy ha saqueado el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la “hucha de las pensiones”. Ha sacado del Fondo de Reserva 41.639 millones de euros. En 2011 tenía 66.815 millones, y le quedan ahora 25.716 millones de euros, el 37 por ciento de lo que había acumulado en el año 2011. En 2015 se sacaron 11.500 millones € y para 2016 se prevé disponer de unos 14.000 millones. A este ritmo el Fondo se quedará totalmente vacío a finales de 2017, y no habría dinero para pagar la suma actual de las pensiones.

En estos cinco años, Rajoy no ha tomado ninguna medida para aumentar los ingresos de la Seguridad Social, forzando una situación en la que se requieren intervenciones urgentes sobre el sistema público de pensiones. Pero es consciente de que para actuar sobre algo que afecta de inmediato a 9 millones de pensionistas y a muchos millones de trabajadores (pensionistas futuros), tiene que andarse con pies de plomo. No puede hacerlo a la fuerza, sin consenso con los sindicatos y las principales organizaciones, so pena de desencadenar una verdadera rebelión social que puede llevarse por delante no sólo a su gobierno, sino al propio régimen.

El papel del Pacto de Toledo

El régimen monárquico ya estableció hace años un marco privilegiado de consenso para recortar el sistema público de pensiones: el Pacto de Toledo, que dispuso para su desarrollo la creación de una subcomisión parlamentaria.

Ahora, Rajoy espera que la subcomisión parlamentaria del Pacto de Toledo asuma la responsabilidad de las reformas que él ya tiene planeadas, pero que, en un año electoral, se ha venido callando. Necesita, por medio de esa subcomisión, implicar a los representantes del PSOE y de otras fuerzas y busca el apoyo, al menos parcial, de los sindicatos, y evitar una oposición contundente de estos. Por eso, incluso en el clima de provisionalidad parlamentaria de los últimos meses, ha acelerado el trabajo de esa subcomisión y ha asumido a la brava su presidencia.

Lo que propone Rajoy para las pensiones es extrapolable a otras cuestiones. Por ejemplo, ha anunciado que quiere negociar un “pacto educativo”, para lo cual ha sacrificado, por el momento, las reválidas previstas en la LOMCE.

Por el momento, parece que en las conversaciones que ha habido en el marco del Pacto de Toledo se habla sacar de la Caja de la Seguridad Social el pago de las pensiones de viudedad y orfandad y de irlas costeando con impuestos, de forma progresiva. Así, cerca de tres millones de pensionistas pasarían a una situación de precariedad, dependiendo de lo que dispongan los Presupuestos del Estado de cada año.

El secretario de Estado de Seguridad Social, Tomás Burgos, ha declarado que “las pensiones de jubilación e invalidez son puramente contributivas y se tienen que pagar con cotizaciones. Por ello, lo lógico es que sean las prestaciones de muerte y supervivencia (viudedad, orfandad y favor de familiares) las que centren el debate”. Lo cual es falso, pues esas prestaciones han sido conquistadas por los trabajadores conjuntamente con el seguro de vejez. Pero además es un precedente para poder precarizar también las pensiones de jubilación e invalidez. Y así se establece en el programa de gobierno PP-C’s, que dice que el traspaso a la financiación vía impuestos se aplicará en especial a las que supuestamente tienen un carácter menos contributivo. Es decir, que también se pueden precarizar las demás.

Pero no se trata sólo de financiación, sino de meterles tijera. El portavoz de CiU en la subcomisión, Carles Campuzano, ha reclamado de inmediato “una reforma integral de la pensión de viudedad”. Por ejemplo, que no sea vitalicia y que sea incompatible con otras rentas. Y es que pasar las pensiones de orfandad y viudedad a depender de impuestos supone abrir la vía a que el gobierno de turno recorte los derechos de estos pensionistas.

¿Bastará con una reforma “paulatina”, como la que anuncian, de la financiación de las pensiones de viudedad y orfandad? Lo dudamos. Hay que cubrir de inmediato un déficit de 13.000 millones al año.

Entonces, ¿cómo pueden aceptar los dirigentes del PSOE y de otras organizaciones, así como los dirigentes de UGT y CCOO, que la “solución” salga del pacto de Toledo? En la situación actual, de una eventual reunión del Pacto de Toledo sólo puede salir un nuevo recorte de pensiones, (se habla de bajar de inmediato las pensiones más altas y congelar las más bajas), tal vez aderezado con algunas medidas cosméticas de mejora de la Caja de la Seguridad Social. Es decir, condenar a millones de pensionistas a la miseria.

Hoy, más que nunca, luchar por la unidad para hacer frente al gobierno Rajoy

¿Qué duda cabe de que si los sindicatos y las organizaciones políticas que representan a los trabajadores y trabajadoras, a l a juventud y a los pueblos de todo el Estado se pusieran de acuerdo para hacer frente a los planes de Rajoy, empezando por la defensa de las pensiones contra todo recorte, al PP le sería imposible aplicar los recortes que planea?

Ahí está como prueba la gran movilización de la Enseñanza el día 26, amplísimamente seguida en los centros y en las calles, que puede ser un prólogo de las movilizaciones frente al nuevo gobierno, y que ha obligado al gobierno a retroceder en la aplicación de las reválidas previstas en la LOMCE (aunque, como hemos señalado, busca mantener el resto de esa ley por medio de un “pacto educativo”).

Entonces, ¿por qué los que dicen querer combatir a ese gobierno, en lugar de buscar el consenso con las derechas en el Pacto de Toledo, no hacen un amplio frente de fuerzas obreras, juveniles, democráticas para defender el sistema solidario de pensiones?

¿Por qué se acentúa aún la división que ha impedido formar un gobierno que satisficiese las reivindicaciones? El pacto de investidura divide, pero ¿quién puede pretender unir fuerzas para derrotar a Rajoy gritando que “PP-PSOE, la misma mierda es”? ¿O metiendo en el saco de los delincuentes y de los ERE a los casi 100.000 socialistas que han firmado la carta pidiendo congreso extraordinario, y que son los que han impedido durante meses un nuevo gobierno Rajoy? Este discurso no hace sino ayudar a levantar un muro entre los militantes del PSOE que quiten pelear -contra la Gestora y contra Rajoy – y los demás militantes que también quieren pelear. Una orientación que se convierte, de hecho e independientemente de la voluntad de quienes la siguen, en la «quinta rueda» del carro del consenso que Rajoy necesita.

Millones de trabajadores, la mayoría social necesitan urgentemente arrancar reivindicaciones que solo se pueden lograr con la lucha unida.

No son problemas nuevos. Facilitaron en los primeros años tras la muerte de Franco las maniobras del capital y el aparato de Estado. Ni son problemas exclusivos de nuestro país. En sus escritos sobre la lucha contra el fascismo en Alemania, Trotski explicaba cómo la teoría del “socialfascismo”, de que “el principal enemigo es la socialdemocracia”, ayudó fuertemente a Hitler a derrotar a la clase trabajadora más poderosa de Europa.

Más que nunca, es preciso combatir por la alianza de los trabajadores y los pueblos, en defensa de las pensiones, de las reivindicaciones, de las conquistas sociales y democráticas. Por la unidad, contra todo consenso con Rajoy.

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