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Entrevista a Esteban Volkov, nieto de Trotsky

Con ocasión del aniversario del asesinato de Trotsky, el 20 de agosto de 1940, por el agente estalinista Ramón Mercader, publicamos la entrevista que le hemos realizado a Esteban Volkov, nieto de Trotsky.

En ella Volkov documenta con detalle y rigor los pormenores del asesinato, lo que además permite calificar como lo que es la serie “Trotsky” (producida por la cadena estatal rusa RT y difundida por la multinacional estadounidense Netflix): una falsificación histórica, que sólo puede obedecer al temor de que Trotsky y con él la revolución sigan siendo un referente en la lucha de los explotados por su emancipación.

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A propósito de la Revolución Cubana (I)

(Autor: Luis González)

Con motivo de la reciente muerte de Fidel Castro, publicamos de nuevo este documento elaborado por Luis González, camarada de la sección española de la IV Internacional.

Este documento analiza el origen y la evolución de la revolución cubana, asunto complejo y de gran importancia desde el punto de vista de la lucha de clases, particularmente en el continente americano. Es una contribución que, en nuestra opinión, merece ser sometida a discusión.

Introducción

La revolución cubana es sin duda uno de los hechos más importantes de la 2ª mitad del siglo XX, y ha condicionado el desarrollo político y la actuación de las diversas corrientes que se consideran revolucionarias, especialmente en Latinoamérica, pero también fuera de ella.

La revolución cubana de 1959 reunía varias características particulares: No sólo era la primera revolución triunfante en América y en el Hemisferio Occidental. También era la primera que se producía a partir de la lucha de un guerrilla rural y la primera que era encabezada por una organización (el Movimiento 26 de julio) que no pertenecía a la órbita del estalinismo.

Para los marxistas revolucionarios de la IV Internacional la posibilidad de que un movimiento pequeñoburgués fuera más lejos de sus deseos en la vía de la ruptura con la burguesía hasta el punto de constituir un gobierno obrero y campesino no era nueva: El Propio programa fundacional de la IV Internacional dice que: “¿Es posible la creación de este gobierno por las organizaciones obreras tradicionales? La experiencia anterior nos nuestra, como ya hemos dicho, que esto es, como mínimo, sumamente improbable. Sin embargo, no se puede negar categóricamente, por anticipado, la posibilidad teórica de que, bajo la influencia de circunstancias completamente excepcionales (guerra, derrota, crack financiero, presión revolucionaria de las masas, etc.), los partidos pequeño‑burgueses, incluyendo a los estalinistas, puedan ir más lejos de lo que ellos mismos quieren en la vía de una ruptura con la burguesía.”. Lo que, como veremos, es precisamente lo que sucedió en Cuba: la expropiación de la burguesía y la creación de un estado obrero burocráticamente deformado desde su nacimiento bajo la dirección de una organización que no tenía tales cuestiones entre su programa y sus objetivos políticos.

La revolución cubana significó un revulsivo para los revolucionarios de todo el mundo. Muchos militantes revolucionarios trataron de seguir miméticamente el camino de Fidel Castro y el “Che” Guevara y se lanzaron a la guerrilla rural o urbana, con terribles consecuencias para toda una generación de militantes latinoamericanos. Muchas delas corrientes que se reclaman del trotskismo se vieron arrastradas en ese camino, en especial los militantes agrupados en el Secretariado Unificado de Mandel, Maitan, Frank, y Hansen (1). Algunos de ellos acabaron renegando de toda referencia, incluso formal, al trotskismo y abrazando el castrismo como orientación política. Tras la época guerrillerista de los años 60 y 70, algunos han seguido a Castro en la vía de “coexistencia pacífica” con el imperialismo, que conduce a Cuba al aislamiento y la destrucción del estado Obrero.

Tras el derrumbe de los regímenes estalinistas de la URSS y Europa del este, Cuba aparece para muchos ,militantes como la única esperanza, y el PC cubano como la principal dirección revolucionaria. Es preciso, por tanto, esclarecer los hechos, contar cómo sucedió la revolución cubana.

Nuestra visión es la de los marxistas revolucionarios de la IV Internacional. No queremos imponerla a nadie. Se trata de exponer nuestras posiciones y abrir la discusión.

(1) A pesar de que a partir de 1969, Joe Hansen y los dirigentes del SWP rechazaron la lucha de guerrillas impuesta por el SU, que habían aprobado hasta entonces.

Sumario:

A propósito de la Revolución Cubana (II)

Capítulo 2

La colonización

La isla de Cuba fue descubierta por Cristóbal Colón en 1494, en su segundo viaje. La colonización española de la isla comienza en 1512, con la expedición de Diego Velázquez, al mando de un grupo entre los que se encontraban Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Bernal Díaz del Castillo y Bartolomé de las Casas. En pocos años se establecieron en la isla gran cantidad de colonos en busca de oro y se fundaron las primeras grandes ciudades, La Habana, Santiago de Cuba…

El primer impulso colonizador fue breve y no pasó de 1520, ya que el oro se agotó rápidamente. Los indios fueron «repartidos» según el sistema que, mediante el compromiso de proteger y catequizar, «encomendaba» una familia o un pueblo de indígenas a un colono español. Las epidemias de origen europeo diezmaron la población indígena, que carecía de tradiciones agrícolas y no se adaptaba al trabajo en las plantaciones, en las que el rendimiento era muy bajo. En 1540, tras 30 años de ocupación española efectiva, el número de indocubanos no llegaba a 5.000 y en 1570 a 1.000. La desaparición de la población indígena obligó a importar masivamente esclavos negros a partir de 1513. Cuando, en 1519, la expedición de Cortés puso al descubierto las posibilidades inmensas del continente, Cuba fue abandonada por la mayor parte de los colonizadores, La Habana (futura capital), no contaba con más de 60 jefes de casa y Santiago de Cuba no contaba con más de 30.

A partir del siglo XVI, alrededor de La Habana fueron surgiendo nuevos elementos de renovación y a partir de 1560 La Habana fue cita de las flotas que retornaban a Europa.

Desde finales del siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII, Cuba reconstituyó muy lentamente su población: hacia 1750 contaba con menos de 240.000 habitantes. En el siglo XVII, La Habana se convirtió en el segundo centro de construcciones navales de América, abasteciendo a las flotas, lo que le permitía exportar a la vez azúcar, cueros y tabaco. A finales del siglo XVI nacieron los primeros «ingenios de azúcar», pero sobre todo en la bahía de Matanzas en las cercanías de La Habana. En 1595, una arribada masiva de esclavos, más de 4.000, favoreció este primer desarrolló de la producción azucarera.

Al extenderse por Europa el consumo del tabaco, Cuba se transformó, en el siglo XVII, en uno de los centros productores más célebres. La monarquía española intentó instaurar un estricto monopolio del tabaco, mediante la imposición de sus precios; los cultivadores modestos de tabaco o vegueros se levantaron en tres ocasiones entre 1717 y 1723, llegando a amenazar incluso La Habana. La gran extensión de las costas cubanas facilitaba el comercio con los filibusteros británicos, franceses, neerlandeses, y el comercio intercolonial, que estaba prohibido.

Durante la Guerra de los Siete Años, los británicos ocuparon La Habana durante once meses (1762). Esta ocupación demostró el gran valor estratégico de la ciudad; los españoles, al recuperarla, construyeron en ella la mejor fortaleza de América y la convirtieron en uno de los mayores centros del comercio colonial. En 1765, se proclamó la libertad de comercio entre Cuba y los principales puertos españoles. La Guerra de Independencia de Estados Unidos (1775 – 1783) fue ocasión para un comercio directo, autorizado por España, entre Cuba y Estados Unidos. La sublevación de los negros haitianos (1791 – 1795) facilitó el triunfo de los productos cubanos, el azúcar en primer lugar, en los mercados europeos.

La población pasó de 272.000 habitantes en 1775 a 362.000 en 1791. El brusco desarrollo de ciertos sectores y el crecimiento demográfico crearon profundas contradicciones sociales, que agravaron las condiciones coloniales de explotación. Mientras que la población blanca había aumentado un 75%, la población negra se había triplicado.

Sumario:

A propósito de la Revolución Cubana (III)

Capítulo 3

La lucha por la independencia

A pesar de que entre algunos miembros de las clases dirigentes de la isla apareció una voluntad de independencia al mismo tiempo que en el resto del continente, Cuba no obtuvo su independencia hasta finales del siglo XIX, 70 años después del resto del América española. Las tentativas revolucionarias para conseguir la independencia, que a principios del siglo XIX triunfaron en todo el continente, fracasaron en Cuba, fundamentalmente a causa de la actitud de las clases dominantes de la isla. La incipiente burguesía y los prósperos terratenientes azucareros del Occidente de la isla no aspiraban siquiera a la independencia formal. Preferían mil veces la dependencia del imperialismo español a la aterradora perspectiva de una rebelión de los esclavos. Habían asistido aterrorizadas a la revuelta de los negros de Santo Domingo, que arruinó la prosperidad colonial de la isla vecina Los propietarios cubanos, temiendo una insurrección similar en su isla, en la que los negros constituían el 56% de la población prefirieron la colaboración con la metrópoli.

De hecho, en Cuba, la primera insurrección de negros estalló en 1795, dirigida por Nicolás Morales, y la segunda, la de José Antonio Aponte, en 1812. Estos movimientos, nacidos entre los negros libres de las ciudades, fueron dominados fácilmente y reprimidos con dureza. A partir de 1843 se sucedieron diversas rebeliones de los negros en las explotaciones azucareras, en las plantaciones de café y en las empresas constructoras de ferrocarriles. Estos levantamientos de los esclavos llevaron a que entre 1845 y 1846 se consiguieran acuerdos para limitar la trata de esclavos.

En esta época la oligarquía cubana se aferra a la esclavitud, base de su prosperidad. En 1810 Cuba envió dos diputados a las cortes de Cádiz, éstas concedieron 5 de los 6 puntos que los diputados habían llevado a Cádiz pero se negaron en lo concerniente al «pacto colonial». Los propietarios cubanos, como reacción al hecho de que las cortes habían discutido la legitimidad de la esclavitud, se inclinaron hacia el bando absolutista español y entre 1814 y 1820, mientras las colonias suramericanas se independizaban, Cuba conoció una época de prosperidad; en 1818 el rey de España le concedió la libertad de comercio a Cuba.

Al mismo tiempo, y para defender la esclavitud, algunos sectores de los propietarios cubanos llegan a pensar, entre 1842 y 1857, que los problemas de la isla se resolverían con su anexión a los Estados Unidos. Rumores sobre una posible abolición de la esclavitud y una inquietud por las revoluciones europeas de 1848 dieron fuerza al movimiento «anexionista». Hasta 1857 y desde 1850 varios complots, animados por los estados sudistas, intentaron separar Cuba de España. Y es que a la burguesía cubana la podríamos considerar paradigmática de la sumisión hacia el imperialismo que ha caracterizado históricamente a todas las burguesías latinoamericanas. Cuando la colonización española se muestre incapaz de protegerlos de los obreros y campesinos cubanos, muchos optarán por buscar un nuevo amo en los Estados Unidos de América.

Esta actitud de las clases poseedoras determina la derrota de las primeras tentativas de lucha por la independencia, en la llamada Guerra de los Diez Años (1868 – 1878), que fue iniciada por los productores del Oriente de la isla. La Guerra de los Diez Años se inició en el ingenio La Demajagua propiedad de Carlos Manuel Céspedes y en el pueblo vecino de Yara se produjo la proclamación de la República cubana (10 de octubre de 1868, movimiento conocido como el grito de Yara). Las fuerzas españolas a cargo del general Martínez Campos que logran sofocar parte del alzamiento, que termina con la paz que se firmó el 10 de febrero de 1878: paz de Zanjón.

En esta época se produce un cambio decisivo en la economía cubana: Como fruto del libre comercio concedido por el rey de España, la economía cubana pasó a depender cada vez más de los Estados Unidos, éstos absorbían el 40% de las exportaciones y España sólo el 12%.

A partir de 1890 comienza un nueva lucha por la independencia. José Martí fundó en 1892 el Partido Revolucionario Cubano, explícitamente separatista. Bajo su dirección comienza el 29 de enero de 1895 un levantamiento contra la colonización española. La guerra estalló un mes después de que Martí ordenara el levantamiento, el 24 de febrero de 1895 (conocido como grito de Baire).

José Martí es muerto por las fuerzas españolas en mayo de 1895, y en pocos meses mueren en combate otros dirigentes de los independentistas cubanos, como Antonio y José Maceo.
La lucha contra los revolucionarios cubanos es encomendada al general español Valeriano Weiler, quien pone en marcha, para debilitar el apoyo del población a los rebeldes, la política de “reconcentración”, por la que ese obliga a la población rural a reunirse en los pueblos ocupados por las tropas españolas, que pronto son rodeados de alambradas y fortificaciones,: de no hacerlo, se consideraban rebeldes y eran juzgados como tales. En estos “campos de reconcentración” vagaban hambrientos y enfermos hombres, mujeres y niños. Se calcula que entre 300.000 y 500.000 murieron (casi un tercio de la población rural dela isla).

La brutal política de Weiler parece a punto de conseguir la derrota de los rebeldes cubanos. España decide entonces, en octubre de 1897, sustituirle por Blanco y ofrecer a Cuba una limitada autonomía. Pero los Estados unidos entran en acción.

Sumario:

A propósito de la Revolución Cubana (IV)

Capítulo 4

Independencia bajo tutela de los EE.UU

El gobierno de los Estados Unidos había permitido que los revolucionarios cubanos se desangrasen. Y ahora juzgó llegado el momento de tomar de manos de España la posesión de la isla. Había enviado a La Habana el acorazado Maine, el 25 de enero de 1898, con el pretexto de proteger a sus súbditos. El 16 de febrero el Maine voló por los aires en extrañas circunstancias, aún hoy no aclaradas aunque parece que la teoría más creíble es que fuera una estrategia norteamericana, buscando así un motivo que justificase una intervención directa.

En abril los Estados Unidos declaran la guerra a España. Pronto se impone la superioridad del ejército y de la marina de los EE.UU. Los españoles tuvieron que abandonar la isla, derrotados y obligados a firmar un tratado de paz (Tratado de París) con los norteamericanos sin presencia de ningún delegado cubano. El 1 de enero de 1899 un gobernador norteamericano, Leonard Wood tomó posesión de la isla, en una ocupación militar que duró 4 años.

Pero cuando se concede la independencia a Cuba, es una independencia totalmente mediatizada, por la inclusión en la constitución cubana del llamada “enmienda Platt”. Merece a pena reproducir la misma.

La enmienda Platt

Que en cumplimiento de la declaración contenida en la resolución conjunta aprobada en 20 de abril de mil ochocientos noventa y ocho, intitulada «Para el reconocimiento de la independencia del pueblo cubano», exigiendo que el gobierno de España renuncie a su autoridad y gobierno en la isla de Cuba, y retire sus fuerzas terrestres y marítimas de Cuba y de las aguas de Cuba y ordenando al Presidente de los Estados Unidos que haga uso de las fuerzas de tierra y mar de los EE.UU. para llevar a efecto estas resoluciones, el Presidente, por la presente, queda autorizado para dejar el gobierno y control de dicha isla a su pueblo, tan pronto como se haya establecido en esa isla un Gobierno bajo una Constitución, en la cual, como parte de la misma, o en una ordenanza agregada a ella se definan las futuras relaciones entre Cuba y los EE.UU. sustancialmente, como sigue:

1.- Que el Gobierno de Cuba nunca celebrará con ningún Poder o Poderes extranjeros ningún Tratado u otro convenio que pueda menoscabar o tienda a menoscabar la independencia de Cuba, ni en manera alguna autorice o permita a ningún Poder o Poderes extranjeros, obtener por colonización o para propósitos militares o navales, asiento en o control sobre ninguna porción de dicha isla.

2.- Que dicho gobierno no asumirá o contraerá ninguna deuda pública para el pago de cuyos intereses y amortización definitiva, después de cubiertos los gastos corrientes del Gobierno, resulten inadecuados los ingresos ordinarios.

3.- Que el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos puedan ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana, el mantenimiento de un Gobierno adecuado, para la protección de vidas, la propiedad y libertad individual y para cumplir las obligaciones que, con respecto a Cuba, han sido impuestas a los EE.UU. por el Tratado de París y que deben ahora ser asumidas y cumplidas por el Gobierno de Cuba.

4.- Que todos los actos realizados por los Estados Unidos en Cuba durante su ocupación militar, sean tenidos por, válidos, ratificados y que todos los derechos legalmente adquiridos a virtud de ellos, sean mantenidos y protegidos.

5.- Que el Gobierno de Cuba ejecutará  y en cuanto fuese necesario cumplirá con los planes ya hechos y otros que mutuamente se convengan para el saneamiento de las poblaciones de la Isla, con el fin de evitar el desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciosas, protegiendo así al pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que al comercio y al pueblo de los puertos del Sur de los Estados Unidos.

6.- Que la Isla de Pinos será  omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma.

7.- Que para poner en condiciones a los EE.UU. de mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma, así como para su propia defensa, el Gobierno de Cuba vender  o arrendar  a los EE.UU. las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados que se convendrán con el Presidente de los EE.UU.

8.- Que para mayor seguridad en lo futuro, el Gobierno de Cuba insertará  las anteriores disposiciones en un tratado permanente con los Estados Unidos.

El apéndice constitucional, bajo ultimátum norteamericano, fue aceptado por la Convención cubana en la sesión del 12 de junio de 1901. En virtud de esta infamante imposición, el gobierno de los Estados Unidos obtuvo el 23 de febrero de 1903 la cesión perpetua de la base naval de Guantánamo, que ocupa 116 km². Esta cesión fue firmada por Tomás Estrada Palma, un ciudadano de los propios EE.UU., que se convirtió el primer Presidente de Cuba.

La enmienda Platt tenía, como hemos visto, tres puntos importantes: la cesión de bases militares estadounidenses en territorio cubano, otro punto era la prohibición de Cuba para firmar tratados o contraer préstamos sin el consenso previo de los Estados Unidos, y finalmente, el derecho que la enmienda le daba a los Estados Unidos para intervenir con sus fuerzas armadas en Cuba para proteger «las vidas, las propiedades o las libertades individuales». Es decir, que Cuba había pasado de ser una colonia, como tal, española, a tener una «constitución dependiente» de Estados Unidos con una enmienda que ponía muchos límites a la teórica independencia estatal cubana.

Pronto se hará uso de la enmienda: En 1906 Estrada Palma, que había substituido a Wood al frente de la gobernación de la isla en el 1902, pidió la intervención militar norteamericana al producirse un alzamiento popular, entre otras cosas, contra la propia aprobación de la enmienda Platt. Taft, Bacon y Magno se sucederán como gobernadores de Cuba enviados por Estados Unidos hasta 1909.

La dependencia política y económica de los EE.UU. se afianza, rozando la anexión política. Cuatro años después de iniciarse la ocupación, la American Tobacco Company controlaba el 90% del tabaco exportado por Cuba. Las inversiones de Estados Unidos en Cuba, que en 1896 ascendían a 50 millones de dólares, se elevaron a 160 en 1906, a 205 en 1911 y a 1200 en 1923, e incluían la propiedad de las tres cuartas partas de la industria azucarera. A finales de los años 1950 el capital norteamericano es predominante en la economía de Cuba y controla el
90% de la producción minera, 80% de los servicios públicos, 50% de los ferrocarriles, 40% de la producción de azúcar, 25% de los depósitos bancarios. El 47% de las tierras cultivadas pertenecían a propietarios americanos

La economía creció deformada y casi en absoluta dependencia de los intereses norteamericanos. El país se fue convirtiendo en un suministrador de azúcar a bajos precios, y en un mercado para los excedentes financieros y la producción agrícola e industrial de Estados Unidos.

Esta dominación y sumisión de Cuba a los EEUU, que algunos temen acabe en una anexión política (como sucedería con Puerto Rico), genera ala vez un fuerte sentimiento antiimperialista en los trabajadores y la pequeña burguesía radicalizada, sentimiento que será una constante en la política cubana hasta la revolución de 1959. En la evolución política cubana se sucederán los gobiernos entreguistas, apoyados por los EE.UU., y los que intenten alguna oposición al imperialismo, atacados por los EEUU, que intervienen militarmente en varias ocasiones.

Sumario:

A propósito de la Revolución Cubana (V)

Capítulo 5

La dictadura de Fulgencio Batista

Fulgencio Batista aparece por primera vez en al política cubana el 5 de septiembre de 1933, en que se produjo un movimiento militar contra la dictadura de Machado, dirigido por el entonces sargento Batista, que instaló a Ramón Grau San Martín en el poder. El golpe de Batista es llevado a cabo por los suboficiales y oficiales inferiores del ejército cubano. El gobierno de Grau tomó diversas medidas de matiz progresista como la reducción a ocho horas laborales, un salario mínimo profesional, planes de empleo, mínimas normas de seguridad en los trabajos y pensiones de jubilación, disolvió los partidos políticos que habían sostenido la dictadura y nacionalizó la compañía de electricidad que era norteamericana. Incluyó igualmente a algunos dirigentes con notoria actividad antiimperialista, como Antonio Guiteras. Este gobierno suscitó la reacción de los Estados Unidos, cuyo gobierno se negó a reconocer la legitimidad de Grau y envió un crucero y tres acorazados, como primer aviso, y poco después algunas unidades navales y varias escuadrillas de aviones, y fomentó una insurrección de los oficiales partidarios de Machado.

Finalmente Grau es obligado a convocar elecciones a una asamblea constituyente, que se celebraron en abril de 1934. Ganó Carlos Mendieta y los campesinos fueron expulsados de las fincas rústicas que habían invadido y se anuló la nacionalización de la compañía de electricidad. El 12 de junio de 1934 se aprobó una nueva Constitución y se renovó el derecho de intervención militar de Estados Unidos previsto en la enmienda Platt. En marzo de 1935 se produce una huelga general encabezada por los maestros y Guiteras que es sofocada brutalmente por el ejército de Batista y el 8 de mayo de 1935 Antonio Guiteras es asesinado en el Morrillo.

Durante los años transcurridos entre 1934 y 1937 se alternan diversos presidentes pero siempre bajo la tutela del militar Batista. En las elecciones de 1940 para la constituyente se presenta la Coalición Socialista Popular, que englobaba a Batista, comunistas y fuerzas menores, bajo la bandera del “antifascismo”. El 14 de julio de 1940 Fulgencio Batista fue elegido presidente de Cuba, ésta cooperó con los aliados y declaró la guerra a Japón, Alemania e Italia.

Finalmente y tras sucederse varios presidentes, y ante las previstas elecciones presidenciales que tenían como favoritos a los ortodoxos (1) y comunistas que estaban preparados para pactar y formar gobierno, Batista da un golpe de Estado el 12 de marzo de 1952. EEUU apoya sin titubeos el golpe de Estado de Batista.

Entre los que se oponen al golpe destaca el abogado Fidel Castro, hijo de un rico agricultor y miembro a partir de 1950 de la juventud ortodoxa. Tras el golpe de Batista, Castro denunció al Tribunal de la Suprema Corte todas las violaciones a la Constitución cometidas por Batista. El Tribunal examinó y estableció que la “revolución” era fuente de toda ley y no había motivo para proceder. Castro decide optar por una acción armada, y el 26 de julio de 1953, al frente de un grupo de jóvenes militantes, intenta el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, capital de la región de Oriente. El asalto, mal preparado, es un fracaso y la mayoría de los asaltantes son muertos o detenidos. Castro es juzgado y se hará famoso por su alegato ante el Tribunal (publicado bajo el título La historia me absolverá).

Bajo la dictadura de Batista la subordinación a los EE.UU. y la corrupción alcanzan límites no superados.

A finales de su mandato el capital norteamericano es predominante en la economía de Cuba y controla el 90% de la producción minera, el 90% de la distribución de electricidad y del teléfono, el 80% de los servicios públicos, el 50% de los ferrocarriles, el 40% de la producción de azúcar y el 25% de los depósitos bancarios. El porcentaje de población sin escolarizar era más alto que el de los años 20. El ingreso per cápita era de 312 dólares, frente a los 829 de Missisippi, el estado más pobre de EEUU. Sin embargo en La Habana circulaban más Cadillac que cualquier otra ciudad del mundo. En el campo 30.000 propietarios poseían el 70% de las tierras agrícolas mientras que el 78,5% de los campesinos se tenían que conformar con el 15% de las mismas. En el caso del cultivo de caña el dominio del latifundio estaba aún más acentuado: 22 grandes propietarios poseían el 70% de las tierras cultivables.

Pero además, la dictadura de Batista supone poner buen parte de Cuba en manos del mafia de los EE.UU. Se instalan en La Habana capos como Lucky Luciano, deportado de los EE.UU., y otros mafioso como Meyer Lansky y Santos Trafficante controlan para la mafia decenas de casinos en los que se blanquean los beneficios de sus negocios ilegales. Lansky construye en 1955 un casino-hotel de 21 plantas, el Riviera. Trafficante controla el Sans Souci y ambos tienen intereses en el Riviera, el Tropicana, el National el Sevilla Bitmore, el Capri Hotel y el Havana Hilton. La Habana se convierte en el paraíso de la mafia y en un inmenso burdel para los turistas americanos. Batista y sus familiares, junto con miembros destacados del ejército, se lucran en estos negocios ilegales, y controlan las máquinas tragaperras y los parquímetros.

El pueblo cubano, sometido a una durísima represión, vive indignado ante este espectáculo de degradación. Cuando la revolución se apodere de La Habana, en enero de 1959, los casinos, las ruletas, las mesas de juego y los parquímetros serán objeto especial del odio de las masas cubanas.

El propio estado cubano, penetrado por el imperialismo y corroído por la corrupción y la mafia, se descompone. Hasta el punto de que, como veremos, bastará un pequeño empujón para derribar todo el entramado.

(1) Del Partido Ortodoxo (ver más adelante)

Sumario:

A propósito de la Revolución Cubana (VI)

Capítulo 6

Las Fuerzas políticas antes de la revolución

1.- El Partido estalinista cubano

A diferencia de otros países de Latinoamérica, en Cuba llegó a existir un potente partido comunista, con decenas de miles de miembros.

En 1925 se funda el Partido Comunista Cubano en el que participa Julio Antonio Mella. Este partido adoptará a lo largo de su existencia diversos nombres: Unión Revolucionaria Comunista en los años 30, y Partido Socialista Popular desde 1944 hasta 1962.

El PC cubano es fundado cuando ya la camarilla de Stalin está a punto de apoderarse del poder en la URSS y, amparándose en la teoría del “socialismo en su solo país”, que considera a la Internacional Comunista y a los PCs del resto del mundo como meros auxiliares dela “construcción socialista” en la URSS, en agentes del política internacional de la burocracia. Este sometimiento la política dictada por el Kremlin llevará a los estalinistas cubanos a los más variopintos vaivenes políticos, y hará que la dirección dela revolución cubana se construya al margen de y contra los dirigentes del PSP.

Durante la primera mitad de los años 30 la política de la Komintern era la del llamado “tercer periodo”, según la cual el mayor enemigo era la socialdemocracia y las demás corrientes del movimiento obrero, y toda unidad con ellas estaba prohibida. Por ello el PC cubano se opondrá a las movilizaciones antiimperialistas encabezadas por Antonio Guiteras y al gobierno de Grau (el primer gobierno apoyado por Batista), a pesar de que éste adoptó diversas medidas progresivas.

Así, cuando frente a la tiranía de Machado, la clase obrera en Cuba desencadenó una enorme batalla siendo su momento culminante la huelga general comenzada el 28 de julio de 1933, generalizada de inmediato al conjunto del país, a cambio de la legalización por el propio Machado del Partido Comunista y sus organismos sindicales, los estalinistas dan la orden general el 7 de agosto, de «volver al trabajo». Los documentos firmados en nombre de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (agencia de la Confederación Sindical Latinoamericana de Montevideo) por el estalinista Cesar Villar serán distribuidos y pegados por la propia policía de Machado en las columnas de los edificios, los postes de alumbrado y los árboles de los parques de las ciudades (1). A pesar de ello la huelga y la acción directa del proletariado continuó llegándose el 12 de agosto a una verdadera situación de guerra civil, culminando con la caída y fuga de Machado y varios jefes ministeriales, policiales y militares responsables directos de la represión.

Pronto el partido estalinista cubano adopta la línea de Frente Popular impuesta por Stalin Así escribía Blas Roca, secretario general del PCC en diciembre de 1936: “La misma burguesía nacional, entrando en contradicción con el capitalismo que la sofoca, acumula energías revolucionarias que no se deben dejar perder (…) Todos los estratos de nuestra población, desde el proletariado a la burguesía nacional pueden y deben formar un amplio frente popular contra el opresor extranjero”. Esa política se concretó en una propuesta de alianza con Grau, del Partido Auténtico, de carácter nacionalista burgués, que no aceptó la alianza.

Frente a Batista, los virajes son tremendos. En 1935, el PC lo califica de “traidor nacional”, pero cuando a cambio de una colaboración velada Batista permite a Juan Martinello la organización del PC bajo la forma del Partido de Unión Revolucionaria y luego se autoriza la salida del periódico estalinista “Hoy”, en 1938, el partido en plenario declara que Batista «ya no es el punto focal de la reacción, sino el defensor de la democracia». Y en 1939 el PC le califica de “compañero del frente unido”. Es la estrategia del Frente Popular, impuesto por Stalin a partir de la victoria de Hitler en Alemania, aplicada abiertamente en la Isla. Se llega así a la campaña electoral de 1940 en donde Batista se beneficia del apoyo total de los estalinistas cubanos, y por tanto incluye en su gobierno a dos ministros estalinistas, Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez.

La política de alianza con las potencias democráticas, que Stalin aplica entre 1934 y 1939 y a partir de 1941, hace que en el segundo congreso del PCC se deje de lado la crítica a EEUU. Se aprueba la “colaboración en un programa de economía expansiva que aceptaría pagar intereses razonables para los inversores extranjeros, principalmente ingleses y norteamericanos”. Los sindicatos, que estaban controlados en un 80% por los comunistas, sacan un panfleto titulado “La colaboración de clases entre los empresarios y los obreros”.

La posición de los estalinistas cubanos ante las elecciones de 1940 era la siguiente «Fulgencio Batista y Zaldívar, cubano ciento por ciento, celoso guardador de la libertad patria, tribuno elocuente y popular… prohombre de nuestra política nacional, ídolo de un pueblo que piensa y vela por su bienestar… hombre que encarna los ideales sagrados de una Cuba nueva y que por su actuación demócrata identificado con las necesidades del pueblo, lleva en sí el sello de su valor…» (2). El 28 de enero de 1941 el propio Blas Roca escribía: «Nos mantenemos fieles a la plataforma de Batista por todas sus partes». Juan Marinello declaraba unos días después: «Los únicos hombres leales a la plataforma de Batista son los que militan en la Unión Revolucionaria Comunista». Fulgencio Batista declaraba por su parte: «Querido Blas… me es grato ratificarte mi convicción sobre la eficaz y leal cooperación que del Partido Socialista Popular y de sus dirigentes y masas ha venido y viene recibiendo mi gobierno” (3)

Para las siguientes elecciones presidenciales Carlos Saladrigas simbolizaba «la continuación del curso progresista democrático y populista de Fulgencio Batista» (Hoy, mayo 13, 1944). Sin embargo, el pueblo prefirió a Ramón Grau San Martín (Partido Revolucionario Cubano, Auténtico). El ahora PSP decidió apoyarlo (Hoy, agosto 7, 1945) y en las próximas elecciones parlamentarias profirió la consigna «¡Viva la alianza auténtico-socialista!» (Hoy, junio 4, 1946).

El apoyo a Batista en los años 40 no es sino la consecuencia de la política de “antifascismo” y del hecho de que Batista había declarado la guerra a Alemania e Italia.

En 1944, la Unión Revolucionaria Comunista se convierte en Partido Socialista Popular (PSP), poco después de que Earl Browder, dirigente del PC de los EE.UU. (cuyo libro Victoria y posguerra prologó elogiosamente el dirigente cubano Marinello) enfocara la Conferencia de Teherán (1943) como fin de la lucha de clases y propusiera transformar el PC de EE UU en simple asociación.

El PC (bajo sus diversos nombres) se beneficia de esta colaboración con Batista, quien asegura a los estalinistas el control de la organización sindical, la CTC (Central de Trabajadores Cubanos). Y se resiste a dejar esta asociación, pese al viraje de Batista hacia el anticomunismo visceral tras el golpe de estado de 1952.

Como veremos, el PC sólo se sumará a la lucha contra Batista cuando su régimen muestra ya señales inequívocas de derrumbe.

2.- La oposición comunista en Cuba.

Desde 1931 comenzaron a manifestarse muestras de discrepancias con la línea del PC por parte de algunos militantes que ocupaban responsabilidades de dirección en sus organizaciones colaterales, fundamentalmente en el Ala Izquierda Estudiantil (AIE) y en Defensa Obrera Internacional (DOI). Al mismo tiempo, a mediados de ese año aparecían signos de oposición a la línea sindical del PC en el seno de la Federación Obrera de La Habana (FOH). Estas corrientes de oposición se vinculan a la Oposición de Izquierda Internacional a partir de 1932, con la llegada a Cuba de Sandalio Junco y Juan Ramón Breá.

Sandalio Junco, de raza negra, era un dirigente del PC que desde las filas sindicales había participado en la lucha contra Machado. A inicios de 1930 fue a la URSS, donde trabajó junto a Rubén Martínez Villena en la Internacional Sindical Roja (ISR), y participó en la Segunda Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina en los primeros días de septiembre de ese mismo año, en Moscú. En la Unión Soviética entró en contacto con las ideas trotskistas bajo la influencia del español Andrés Nin, que había sido dirigente de la ISR.

Juan Ramón Breá había estado vinculado al movimiento estudiantil desde 1929 junto a Raúl Roa y bajo la orientación de Rubén Martínez Villena participó en las luchas contra la dictadura machadista.

El trotskismo en la Isla da sus primeros pasos organizativos con la creación de la Oposición Comunista de Cuba, que surge en agosto de 1932 como una fracción organizada dentro del PC. Del AIE salió el grupo principal de los que engrosaron la Oposición Comunista de Cuba. Desde mediados del año 1932, la dirección nacional de la AIE fue controlada por el grupo trotskista que en el seno de esa organización encabezaba Marcos García Villareal. La otra organización —en este caso propiamente obrera— en que los trotskistas lograron ganar influencia, fue la Federación Obrera de La Habana. En 1932, Sandalio Junco, Pedro Varela, Gastón Medina y otros trotskistas, lograron el control de la Mesa Ejecutiva de la FOH.

En septiembre, habían sido expulsados del PC además de García Villarreal, Sandalio Junco y otros militantes. Además de los dos últimos, se destacaron en la fundación del movimiento trotskista cubano un grupo de miembros del AIE, militantes del PC y de la Liga Juvenil Comunista (LJC). La oposición da sus primeros pasos organizativos y edita un folleto programático, En el camino de la Revolución En el documento se define el carácter de la revolución como popular, agraria y antiimperialista, como el enemigo principal al imperialismo norteamericano y como su aliada interna a la burguesía nativa. Las fuerzas motrices de la revolución que integrarían el frente único: obreros industriales y agrícolas, pequeños campesinos, desocupados, estudiantes y empleados. Como puede apreciarse, al menos en el plano teórico, a inicios de 1933 los trotskistas cubanos habían definido con claridad y de manera acertada, tanto el carácter que debía tener la revolución antimachadista, como al enemigo principal y los aliados y enemigos de clase. Del mismo modo, critican la línea ultrasectaria del partido estalinista: “Presentar el problema de una forma tan llana, denominando socialfascistas y lacayos del imperialismo, lo mismo a Menocal que a Mendieta, que a los grupos pequeñoburgueses y estudiantiles, sin tratar de aprovechar prácticamente las divisiones internas de estos núcleos, diferenciar sus orientaciones políticas (…) es aislar a los obreros del resto de la lucha, colocarlos en un plano tal que les será imposible agrupar en derredor suyo a las masas campesinas y sectores que se sienten oprimidos y descontentos para ocupar el poder”(4)

Desde los primeros días de julio de 1933 se inició una huelga por reivindicaciones inmediatas entre los obreros del transporte en La Habana que se fue ampliando a otros sectores laborales en todo el país hasta convertirse en una formidable huelga política general contra la dictadura de Machado. Los trotskistas cubanos y la FOH participan activamente y combaten contra el partido estalinista y sus sindicatos, que llaman a parar la huelga.

A partir de 1934, la Oposición Comunista se constituye como Partido Bolchevique Leninista. Desde su fundación, los estalinistas organizan una virulenta campaña contra los trotskistas cubanos, que culmina en 1942 con el asesinato de Sandalio Junco a manos de pistoleros estalinistas. La muerte de Junco es un golpe mortal para la organización trotskista, que desaparece entre querellas internas azuzadas por agentes provocadores del estalinismo.

A partir de 1944 los trotskistas cubanos se reagrupan en el Partido Obrero Revolucionario (POR) que seguirá más tarde a la fracción de Juan Posadas (5), convirtiéndose en POR (trotskista) hasta su prohibición por el gobierno de Castro

3.- El Movimiento 26 de Julio.

Fidel Castro, encarcelado tras el fallido asalto al cuartel Moncada, es amnistiado en 1955 y emigra a Méjico, desde donde trata de organizar la resistencia contra Batista. En Méjico crea una nueva organización: el Movimiento 26 de Julio. En su fundación, Castro lo considera como una parte del Partido Ortodoxo de Chibás. Así, en agosto de 1955, en un mensaje que envía desde el exilio al Congreso de Militantes Ortodoxos, explica: “El Movimiento Revolucionario 26 de Julio no constituye una tendencia dentro del partido: es el aparato revolucionario del chibasismo, enraizado en sus masas, de cuyo seno surgió para luchar contra la dictadura cuando la ortodoxia yacía impotente, dividida en mil pedazos. No hemos abandonado jamás sus ideales, y hemos permanecido fieles a los más puros principios del gran combatiente cuya caída se conmemora hoy”. Cuando en 1956 rompa con la dirección del Partido Ortodoxo, Castro sigue reivindicándose de los ideales de Eduardo Chibás, que a su juicio traiciona la dirección del partido al buscar un pacto con Batista. “Para las masas chibasistas el Movimiento 26 de Julio no es algo distinto a la ortodoxia; es la ortodoxia sin una dirección de terratenientes al estilo de Fico Fernández Casas; sin latifundistas azucareros al estilo de Gerardo Vázquez; sin especuladores de bolsa, sin magnates de la industria y el comercio, sin abogados de grandes intereses, sin caciques provinciales, sin politiqueros de ninguna índole; lo mejor de la ortodoxia está librando junto a nosotros esta hermosa lucha, y a Eduardo Chibás le brindaremos el único homenaje digno de su vida y su holocausto: la libertad de su pueblo, que no podrán ofrecerle jamás los que no han hecho otra cosa que derramar lágrimas de cocodrilo sobre su tumba.”(6)

Eduardo Chibás, fundador del partido Ortodoxo, comienza su actividad política como opositor al régimen de Machado, y luego se une al partido de Grau San Martín. Pero durante el segundo gobierno de Grau, escandalizado por la corrupción que campa entre las filas del gobierno, Chibás rompe con él y funda una nueva organización, el Partido del Pueblo Cubano, conocido popularmente como “ortodoxo”. La ideología de los “ortodoxos” era nacionalista y opuesta a la intervención de los EE.UU. en los asuntos cubanos, vagamente populista y se centraba especialmente en la lucha contra la corrupción. El 5 de agosto de 1951, durante una alocución en un programa de radio, Chibás se suicida tratando de que su muerte sea un revulsivo para el pueblo cubano.

El programa del Movimiento 26 de Julio es expuesto por Fidel Castro en su discurso ante los jueces del Moncada “la Historia me absolverá”. Es el conocido como “programa del Moncada”. No se trata de un programa socialista, sino de un conjunto de medidas democráticas radicales y antiimperialistas.

El Programa del Moncada se basa en “las cinco leyes revolucionarias que serían proclamadas inmediatamente después de tomar el cuartel Moncada y divulgadas por radio a la nación”:

“La primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la verdadera ley suprema del Estado” (la de 1940 era una Constitución democrática-burguesa nada radical en su contenido social). En el desarrollo de este punto se incluía la depuración del Estado de elementos corruptos y de partidarios de Batista el Poder Judicial, que se ha colocado desde el 10 de marzo frente a al Constitución y fuera de la Constitución, recesaría como tal Poder y se procedería a su inmediata y total depuración, antes de asumir nuevamente las facultades que le concede la Ley Suprema de la República”.

“La segunda ley revolucionaria concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierra, indemnizando el Estado a sus anteriores propietarios a base de la renta que devengarían por dichas parcelas en un promedio de diez años”. Como se ve, una medida de reforma agraria a favor de los pequeños arrendatarios, y que indemniza a los grandes terratenientes.

“La tercera ley revolucionaria otorgaba a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros. Se exceptuaban las empresas meramente agrícolas en consideración a otras leyes de orden agrario que debían implantarse.”. La participación de los obreros en los beneficios de las empresas supone, como es lógico el respeto a la propiedad privada de las mismas y a la existencia de beneficios empresariales “legítimos”

“La cuarta ley revolucionaria concedía a todos los colonos el derecho a participar del cincuenta y cinco por ciento del rendimiento de la caña y cuota mínima de cuarenta mil arrobas a todos los pequeños colonos que llevasen tres o más años de establecidos.” Con lo que tampoco se cuestiona la propiedad de los grandes terratenientes.

“La quinta ley revolucionaria ordenaba la confiscación de todos los bienes a todos los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos (…) La mitad de los bienes recobrados pasarían a engrosar las cajas de los retiros obreros y la otra mitad a los hospitales, asilos y casas de beneficencia.”. Por tanto, no se trataba en ningún caso de expropiar a los capitalistas y terratenientes “honrados”.

Además de estas 5 leyes, el Programa del Moncada anunciaba que “la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos de las sangrientas tiranías que oprimen a las naciones hermanas, encontrarían en la patria de Martí, no como hoy, persecución, hambre y traición, sino asilo generoso, hermandad y pan.”, y añadía que “Estas leyes serían proclamadas en el acto y a ellas seguirían, una vez terminada la contienda y previo estudio minucioso de su contenido y alcance, otra serie de leyes y medidas también fundamentales como la reforma agraria, la reforma integral de la enseñanza y la nacionalización del trust eléctrico y el trust telefónico, devolución al pueblo del exceso ilegal que han estado cobrando en sus tarifas y pago al fisco de todas las cantidades que han burlado a la hacienda pública”

Y en su discurso ante los jueces de Batista, Castro añade que “Un gobierno revolucionario con el respaldo del pueblo y el respeto de la nación después de limpiar las instituciones de funcionarios venales y corrompidos, procedería inmediatamente a industrializar el país, movilizando todo el capital inactivo que pasa actualmente de mil quinientos millones a través del Banco Nacional y el Banco de Fomento Agrícola e Industrial”(medida que excluye la nacionalización de la Banca) . Así, cuando expone sus planes de desarrollo económico y de mejoras sociales para Cuba, Castro dice: “¿De dónde sacar el dinero necesario? Cuando no se lo roben, cuando no haya funcionarios venales que se dejen sobornar por las grandes empresas con detrimento del fisco, cuando los inmensos recursos de la nación estén movilizados y se dejen de comprar tanques, bombarderos y cañones en este país sin fronteras, sólo para guerrear contra el pueblo, y se le quiera educar en vez de matar, entonces habrá dinero de sobra.”

Este programa meramente democrático fue mantenido por Fidel Castro incluso durante la lucha guerrillera con Batista. Así, el 12 de julio de 1957, en Sierra Maestra, Fidel firma junto con representantes de la oposición burguesa como el presidente del Partido del Pueblo Cubano, Raúl Chibás, y Felipe Pazos, ex presidente del Banco Nacional de Cuba y persona muy cercana a Prío Socarrás, líder de los auténticos el llamado Manifiesto de Sierra Maestra, en el que se dice:

(…) el gobierno provisional deberá ajustar su misión al siguiente programa:
a) Libertad inmediata para todos los presos políticos, civiles y militares.

  1. b) Garantía absoluta a la libertad de información a la prensa radial y escrita, de todos los derechos individuales y políticos garantizados por la Constitución.
  2. c) Designación de alcaldes provisionales en todos los municipios previa consulta con las instituciones cívicas de la localidad.
  3. d) Supresión del peculado en todas sus formas y adopción de medidas que tiendan a incrementar la eficiencia de todos los organismos del estado.
  4. e) Establecimiento de la carrera administrativa.
  5. f) Democratización de la política sindical promoviendo elecciones libres en todos los sindicatos y federaciones de industrias.
  6. g) Inicio inmediato de una intensa campaña contra el analfabetismo y de educación cívica, exaltando los deberes y derechos que tiene el ciudadano con la sociedad y con la patria.
  7. h) Sentar las bases para una reforma agraria que tienda a la distribución de las tierras baldías y a convertir en propietarios a todos los colonos, aparceros, arrendatarios y precaristas que posean pequeñas parcelas de tierra, bien sean propiedad del estado o particulares, previa indemnización a los anteriores propietarios.
  8. i) Adopción de una política financiera sana que resguarde la estabilidad de nuestra moneda y tienda a utilizar el crédito de la nación en obras reproductivas.
  9. j) Aceleración del proceso de industrialización y creación de nuevos empleos. […]”

Se trata, como puede verse, de unos puntos aún más moderados que los del Moncada.

En un artículo en la revista Coronet de febrero de 1958, Castro declaró que no tenían planes para expropiar, ni nacionalizar inversiones extranjeras: “Yo, personalmente, he llegado a pensar que la nacionalización es, en el mejor de los casos, un instrumento engorroso. No parece que fortalezca el estado, pero debilita la empresa privada. Aún más importante, cualquier intento generalizado de nacionalización obviamente obstaculizaría el punto central de nuestra plataforma económica: la industrialización al ritmo más rápido posible. Para este fin, las inversiones extranjeras siempre estarán bienvenidas y seguras aquí.

En mayo de 1958 aseguró a su biógrafo, Dubois: “El Movimiento de 26 de julio nunca ha hablado de socializar o nacionalizar las industrias. Esto es temor estúpido a nuestra revolución. Hemos proclamado desde el principio que luchamos por el cumplimento pleno de la Constitución de 1940, cuyas normas establecen garantías, derechos y obligaciones para todos los elementos que tomen parte en la producción. Están comprendidos la libre empresa y el capital extranjero, así como otros muchos derechos económicos, cívicos, y políticos” (7).

Todavía el 2 de mayo de 1959, Castro declaró al Consejo Económico de la Organización de Estados Americanos en Buenos Aires: “No nos oponemos a la inversión privada… Confiamos en la utilidad, en la experiencia y en el entusiasmo de los inversores privados… Las empresas con inversiones internacionales tendrán las mismas garantías y los mismos derechos como las empresas nacionales” (8)

Algunos sienten más tarde la tentación de rescribir la historia y pretenden que Castro fue siempre marxista. Sin embargo, las propias palabras de Fidel hacen difícil esa empresa. Cuando estaba exiliado en México fue detenido acusado, a instancias de la policía de Batista, de ser miembro del “partido comunista”. Entonces declaró:

“¿Qué moral tiene, en cambio, el señor Batista para hablar de comunismo si fue candidato presidencial del Partido Comunista en las elecciones de 1940, si sus pasquines electorales se cobijaron bajo la hoz y el martillo, si por ahí andan las fotos junto a Blas Roca y Lázaro Peña, si media docena de sus actuales ministros y colaboradores de confianza fueron miembros destacados del Partido Comunista?”

De los guerrilleros de Sierra Maestra, sólo el Che Guevara había leído algunos textos clásicos del marxismo. Raúl Castro, el hermano menor de Fidel y “comandante del frente oriental” de la revolución, alimentaba vagas simpatías marxistas debido a su pasada adhesión a las juventudes comunistas y a un viaje realizado por los Países del Este de Europa.

¿Cómo explicar, entonces, que una organización cuyo programa no pasaba del democratismo radical acabara siendo la directora de una revolución que expropió a la burguesía y estableció un estado obrero en Cuba? Como veremos, ese desarrollo de los hechos se deberá a la combinación de la extrema descomposición del estado burgués cubano bajo Batista, la presión del movimiento de masas y los ataques del imperialismo, que fuerzan a Castro a ir cada vez más allá de lo que su programa y planes preveían.

(1) La historia oficial estalinista trataría luego de culpar exclusivamente a éste individuo de esa «traición»; pero los documentos obreros de la época denuncian la aprobación de dicha política por todas las instancias centrales del PC de Cuba, así como por la Confederación Nacional Obrera de Cuba y la Confederación Sindical Latinoamericana de Montevideo citando expresamente a muchos otros líderes de esas organizaciones que llamaban a volver al trabajo como Vicente Álvarez Rugio, Joaquín Fau, Francisco González, Jesús Vázquez, Pedro Berges y Ordoqui

(2) «Hoy» 13 de julio de 1940

(3) Citado por Hoy el 13 de junio de 1944.

(4) Partido Comunista de Cuba. Manifiesto Programático del Buró de Oposición Comunista,

(5) J. Posadas, antiguo dirigente de la sección argentina de la IV Internacional, que siguió a Pablo durante la crisis de 1952-1953 y que más tarde rompió con el centro pablista.

(6) Fidel Castro, Fundación del MR 26 de Julio ruptura con la ortodoxia

(7) Citado por T. Draper, «Castro’s Cuba. A Revolution Betrayed?» Encounter, Londres, marzo de 1961.

(8) Plan por el adelantamiento de América Latina, La Habana 1959, p 32.

Sumario:

A propósito de la Revolución Cubana (VII)

Capítulo 7

La lucha guerrillera contra Batista

En noviembre de 1956, el M-26 J desencadena en la isla un movimiento armado, dirigido por Frank País, y que de día coincidir con el desembarco en la isla de Castro, al frente de 80 hombres embarcados en el yate Granma. Pero la insurrección es aplastada y el propio desembarco del Granma llega tarde y lejos del lugar previsto. Cuando desembarcan las fuerzas de Batista están esperándolos y poco después se produce el primer combate, en Alegría del Pío, en que las fuerzas guerrilleras son derrotadas y se ven obligadas a dispersarse. Batista incluso publica la noticia de que Castro ha sido muerto.

El 18 de diciembre se reúnen 18 de los desembarcados, que comienzan una lucha de guerrillas en Sierra Maestra, donde cuentan con el apoyo de los campesinos de la zona. Ya en enero de 1957la guerrilla organiza sus primeras operaciones militares (el combate de La Plata) con éxito.

Durante todo el año 1957 la guerrilla crece y se fortalece, expandiéndose a todo el territorio oriental a través de nuevas columnas guerrilleras y frentes, al mismo tiempo que crece también el combate en las ciudades, llevado a cabo principalmente por los estudiantes. Destacables en este año son:

  • El Asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo, por el Directorio Revolucionario.
  • El Combate de El Uvero, 28 de mayo de 1957, que marca la mayoría de edad de la guerrilla.
  • La creación de la segunda columna del Ejército Rebelde, la 4, comandada por el Che Guevara
  • La creación del II y III Frentes Orientales «Frank País», liderados por Raúl Castro y Juan Almeida, respectivamente.
  • El asesinato de Frank País, el 30 de julio de 1957.
  • El alzamiento del 5 de septiembre, en la base naval de Cienfuegos: Marinos y luchadores clandestinos toman la ciudad por varias horas, destruyendo el mito de la unidad monolítica del ejército del régimen y resistiendo hasta que caen la mayoría combatiendo.

En 1958, el Movimiento 26 de julio cree llegado el momento de dar un paso más, y convoca a la Huelga General Revolucionaria del 9 de abril. Pero la huelga fracasa, al no ser apoyada ni por lo sindicatos oficiales ni tampoco la CTC (Central de Trabajadores Cubanos), dirigida por los estalinistas del PSP, (el PSP rechazaba en ese momento la lucha de Castro, que consideraba oficialmente como “putschista”). El boicot del PSP a la huelga general no es una anécdota. Los funcionarios estalinistas que trabajaban en el aparato estatal de Batista siguieron haciéndolo, desoyendo totalmente los llamados de Fidel, al que calificaban de aventurero pequeño burgués; mientras que «Novedades de Moscú» afirmaba que las insurrecciones armadas solo eran chispas, que en nada debilitaban el poder de Batista. El propio movimiento 26 de Julio condenó en agosto de ese año, la «traición» del Partido Socialista Popular.

El gobierno, derrotada la huelga, piensa que puede aprovechar la debilidad de las fuerzas revolucionarias, e inicia una ofensiva general en la Sierra Maestra para destruir a las guerrillas.

La ofensiva es derrotada en batallas como la de El Jigue y Santo Domingo, donde Fidel Castro, logra cercar, destruir y rendir, a varios batallones del ejército enemigo. Y es que la moral del ejército de Batista es muy baja. De hecho, durante lo sólo 26 meses que dura la lucha de la guerrilla, los combates son muy escasos. Según el historiador Hugh Thomas, en su Historia Contemporánea de Cuba “en realidad las únicas batallas serias que se libraron en la guerra civil fueron las de Santa Clara y las que provocaron la derrota de la ofensiva [del gobierno] en verano de 1958”. En esos choques mueren 6 y 40 rebeldes respectivamente. H. Thomas estima que aún teniendo en cuenta que en una guerra de guerrillas las batallas campales nos son habituales, los choques armados, en general, fueron escasos. Durante todo el período de guerrilla el ejército de Batista no perdió más de 300 hombres.
El propio tamaño del Ejército Rebelde, da una idea de lo que estamos hablando. Según el propio Castro, hacia abril de 1958, el número total de hombres armados a su mando era de 180 aproximadamente y, en el momento de la caída de Batista había aumentado solamente hasta 803 (1). Otros autores dan cifras de 300 en 1958 y no más de 3000 a la caída de Batista. Derrotada la ofensiva y con las armas capturadas, se crean varias columnas guerrilleras más, dos de ellas, comandadas por Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, realizan la invasión al occidente del país. Parten de la Sierra Maestra en Agosto del 1958, y llegan al centro de la isla en Octubre, habiendo atravesado más de 400 kilómetros.

La propia burguesía comienza a pensar que el régimen de Batista va a ser derrotado, y sus portavoces comienzan a buscar salidas alternativas. El 20 de julio, el M-26 de Julio y diversas fuerzas de la oposición burguesa a Batista firman el Pacto de Caracas, que compromete al nuevo gobierno a un programa democrático elemental:

“Tres puntos son los pilares de esta unión de las fuerzas oposicionistas cubanas:

Primero: Estrategia común de lucha para derrocar la tiranía mediante la insurrección armada, reforzando en un plazo mínimo todos los frentes de combate, armando a los miles de cubanos que están dispuestos a combatir por la libertad. Movilización popular de todas las fuerzas obreras, cívicas, profesionales, económicas, para culminar el esfuerzo cívico en una gran huelga general, y el bélico en una acción armada conjuntamente con todo el país. De este empeño común, Cuba surgirá libre y se evitará nueva y dolorosa efusión de sangre de las mejores reservas de la patria La victoria será posible siempre, pero más tardía, de no coordinarse las actividades de las fuerzas oposicionistas.

Segundo: Conducir al país, a la caída del tirano mediante un breve gobierno provisional, a su normalidad, encauzándola por el procedimiento constitucional y democrático.

Tercero: Programa mínimo de gobierno que garantice el castigo de los culpables, los derechos de los trabajadores, el orden. la paz, la libertad, el cumplimiento de los compromisos internacionales y el progreso económico, social e institucional del pueblo cubano.

El gobierno de los EE.UU. pronto dejará de suministrar armas a Batista. Los estalinistas cubanos también sienten el cambio de vientos. En julio de 1958 se produce una primera entrevista entre Castro y el representante del PSP y antiguo ministro de Batista, Carlos Rafael Rodríguez. A finales de agosto, en una segunda visita a Sierra Maestra, Carlos Rafael Rodríguez consigue la firma de un acuerdo entre e PSP y Fidel Castro: a cambio del apoyo comunista a distintos niveles, Fidel aceptaba la entrada de los miembros del PSP en las filas rebeldes.

El ejército de Batista se descompone a pasos agigantados. En diciembre de 1958, El Che Guevara y Camilo Cienfuegos emprenden la ofensiva decisiva hacia la región de Las Villas, de la que es capital Santa Clara, en el centro de la isla. Después de la conquista de dicha localidad, que comenzó el 29 de diciembre (el ejército de Batista se rindió tras los primeros enfrentamientos), Guevara y Cienfuegos recibirán la orden de Fidel de marchar hacia La Habana.

El gobierno de los Estados Unidos, convencido de que Batista está derrotado, intenta una última maniobra: una Junta Militar que asuma el poder tras la renuncia de Batista. Pero en ese momento, la clase obrera de La Habana y de las otras ciudades juega un papel decisivo en desbaratar la maniobra. Se lanza a la Huelga general que precipita el hundimiento del régimen de Batista Como explica Karol en su libro Guerrilleros al poder: “toda la semana de la huelga general en la capital constituye un elemento decisivo de la situación, impidiendo a cualquiera rellenar el vacío de poder”. Más adelante señala: “El ejército rebelde no es lo suficientemente numeroso como para infligir sólo, sin ese potente movimiento de huelga, el golpe de gracia a las viejas estructuras políticas”.

La noche de Nochevieja, Batista comunicará a sus colaboradores su decisión de abandonar la isla: lo hará  a las tres de la madrugada del 1 de enero de 1959. Ese mismo día, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos serán los primeros comandantes de la revolución que entrarán en La Habana el día de Año Nuevo de 1959.

(1) Discurso de Castro de 1 de diciembre de 1961, El Mundo La Habana, 22 de diciembre de 1961.

Sumario: