(publicado en la Carta Semanal 441)
Desde el pasado 1 de octubre, el gobierno federal de los Estados Unidos no dispone de financiación para sus gastos, y la inmensa mayoría de los servicios y edificios oficiales han cerrado sus puertas. Parques Nacionales, museos, oficinas administrativas… incluso –lo que es un hecho más que simbólico– la Estatua de la Libertad se ha cerrado a los visitantes. Cientos de miles de empleados de servicios “no esenciales” han sido enviados a sus casas, en paro técnico, sin derecho a cobrar sus salarios ni a subsidio de desempleo. Las fuerzas armadas y las de seguridad figuran entre los sectores considerados “esenciales”, y no han sido, por tanto, afectadas.







