(ver sumario de “Su moral y la nuestra”)
Introducción
Buena parte de los discursos políticos que se producen hoy en día se basan en la defensa de la ética y la lucha contra la corrupción. La confrontación no es entre explotados y explotadores, sino entre la “casta corrupta” y la “gente honrada”. La panacea de todos los males es la gestión honrada y eficaz. Tanto Ciudadanos como Podemos plantean estos puntos en el centro de su actividad. Con diferencias entre ellos claro. El resto de organizaciones se han hecho eco de esta “moda”.
Puedes encontrar códigos éticos en las comisarías de policía (¡es verdad!), en grandes almacenes o en las multinacionales que despiden a miles de trabajadores para aumentar sus beneficios, ya fabulosos. Incluso se habla de “códigos éticos” en los desahucios.
En el centro del debate en los sindicatos ante los graves casos de corrupción que han aparecido y las noticias sobre derroche en los gastos, está el de los códigos éticos que hacen firmar ahora a los nuevos dirigentes o delegados.
Limitaciones de mandatos, listas abiertas, celebración de primarias.
¡estas son las recetas para acabar con la corrupción! Se vende como panacea “moral” la reducción de salarios de los cargos públicos (olvidando que los concejales en tiempos de Franco tenían salario cero).
Si esto fuese así Ciudadanos, la marca blanca del capital financiero para suplir al PP, tendría razón. Ha conseguido que sus códigos éticos sean apoyados por el PP en muchos sitios y el PSOE en algunos. Así lo que se da es manos libres para seguir haciendo recortes y políticas anti obreras
, eso sí, éticamente.
Estas medidas en muchos casos son un fraude. No garantizan nada y no solucionan nada. Solo permiten a algunos obviar los graves problemas.
La falta de democracia en las organizaciones no puede solventarse ni con primarias, ni con votaciones plebiscitarias en internet que eliminan el debate, ni con listas abiertas que en muchos casos están totalmente determinadas por los grandes medios de comunicación.
No hay valores neutrales en cuanto a la honradez o la corrupción. No hay lucha contra la corrupción que se precie si no plantea la lucha contra el sistema capitalista que es un sistema corrupto basado en la explotación. Conseguir administradores honrados de este sistema corrupto, además de una quimera, es convertirse en nobles colaboradores de los representantes de las multinacionales. Que alegría para los Botín y compañía tener a políticos que no roben ni le pidan comisiones y que se reduzcan los sueldos .
Efecto boomerang
Además esta insistencia en medidas anticorrupción ha hecho que se produzca un efecto boomerang. Enseguida los periodistas a sueldo y los servicios del estado han empezado a funcionar. A Errejon, a Monedero, a Tania Sánchez- a mucha otra gente le sacan una u otra cosa con las que tratan de, comparando con los Gurtel, Bankia, etc., desarmar esta campaña.
El libro de Trotsky es una bocanada de aire fresco ante la pestilente atmósfera de debate que sufrimos cada día en los medios de comunicación, tertulias y diarios. El cinismo farisaico de los que se escandalizan ante pequeñas irregularidades y por mensajes de twiter enviados hace años es una muestra de cómo la burguesía y el estado van a utilizar este tema para llegar a la conclusión de que todos llevamos la corrupción en los genes, o de que todos los políticos son iguales y que estos que tanto hablan mira lo que hacen ahora…
Estos casos de corrupción han sido siempre generalizados en todos los países y en todas las épocas. La burguesía y los capitalistas tienen en sus instituciones políticas el colaborador necesario para su política de pillaje. En esta situación de capitalismo moribundo aun es peor. Porque el capitalismo pasa su peso de la producción a la especulación, la venta de armas, el tráfico de drogas etc.
En particular, en el Estado Español, la corrupción, la práctica de organizar negocios en cacerías o mediante el tráfico de influencias y la compra del voluntad de los políticos es herencia directa del franquismo, del que deriva el régimen actual, sin que hubiera habido limpieza alguna del aparato del estado ni investigación de las grandes fortunas hechas al amparo de la colusión entre empresarios y políticos franquistas. Por eso no basta con cambiar “corruptos” por “honrados”: para acabar con la corrupción hay que acabar con el régimen.
Buscar la honradez sin romper con este régimen, con el dogal de la UE y sus Tratados es una quimera.
Esperamos que este libro contribuya a facilitar el debate sobre esta situación y la comprensión de que es necesario acabar con la explotación para acabar con la corrupción.
Sumario
- Emanaciones de moral
- Amoralidad marxista y verdades eternas
- “El fin justifica los medios”
- Jesuitismo y utilitarismo
- “Reglas morales universalmente válidas”
- Crisis de la moral democrática
- El “sentido común”
- Los moralistas y la GPU
- Disposición política de personajes
- El stalinismo, producto de la vieja sociedad
- Moral y revolución
- La revolución y el sistema de rehenes
- “Moral de cafres”
- La “amoralidad” de Lenin
- Un episodio edificante
- Interdependencia dialéctica del fin y de los medios